Sábado XV
INVITATORIO
Para la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
A continuación se dice el salmo
Invitatorio, con la antífona:
Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Para la segunda celebración del día:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
LECTURA - LAUDES - MEDIA - VÍSPERAS - COMPLETAS
Oficio de lectura
HIMNO
Señor, tu que llamaste
del fondo del no ser todos los seres,
prodigios del cincel de tu palabra,
imágenes de ti resplandecientes;
Señor, tú que creaste
la bella nave azul en que navegan
los hijos de los hombres, entre espacios
repletos de misterio y luz de estrellas;
Señor, tú que nos diste
la inmensa dignidad de ser tus hijos,
no dejes que el pecado y que la muerte
destruyan en el hombre el ser divino.
Señor, tú que salvaste
al hombre de caer en el vacío,
recréanos de nuevo en tu Palabra
y llámanos de nuevo al paraíso.
Oh Padre, tú que enviaste
al mundo de los hombres a tu Hijo,
no dejes que se apague en nuestras almas
la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén.
SALMODIA
Ant.1: Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.
Salmo 106
ACCIÓN DE GRACIAS: DIOS SALVA A SU PUEBLO DE LAS CRISIS
POR LAS QUE PASA A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Envió su palabra a los israelitas, anunciando
la paz que traería Jesucristo. (Hch 10, 36)
I
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del
enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente.
Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida;
pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes.
Yacían en oscuridad y tinieblas,
cautivos de hierros y miserias;
por haberse rebelado contra los mandamientos,
despreciando el plan del Altísimo.
Él humilló su corazón con trabajos,
sucumbían y nadie los socorría.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los sacó de las sombrías tinieblas,
arrancó sus cadenas.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Destrozó las puertas de bronce,
quebró los cerrojos de hierro.
Estaban enfermos, por sus maldades,
por sus culpas eran afligidos;
aborrecían todos los manjares,
y ya tocaban las puertas de la muerte.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Envió su palabra, para curarlos,
para salvarlos de la perdición.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Ofrézcanle sacrificios de alabanza,
y cuenten con entusiasmo sus acciones.
Ant.1: Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.
Ant. 2: Contemplaron las obras de Dios y sus maravillas.
II
Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano.
Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto:
subían al cielo, bajaban al abismo,
su vida se marchitaba por el mareo,
rodaban, se tambaleaban como ebrios,
y no les valía su pericia.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar.
Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Aclámenlo en la asamblea del pueblo,
alábenlo en el consejo de los ancianos.
Ant. 2: Contemplaron las obras de Dios y sus maravillas.
Ant. 3: Los rectos lo ven y se alegran y comprenden la misericordia del Señor.
III
El transforma los ríos en desierto,
los manantiales de agua en aridez;
la tierra fértil en marismas,
por la depravación de sus habitantes.
Transforma el desierto en estanques,
el erial en manantiales de agua.
Coloca allí a los hambrientos,
y fundan una ciudad para habitar.
Siembran campos, plantan huertos,
recogen cosechas.
Los bendice, y se multiplican,
y no les escatima el ganado.
Si menguan, abatidos por el peso
de infortunios y desgracias,
el mismo que arroja desprecio sobre los príncipes
y los descarría por una soledad sin caminos
levanta a los pobres de la miseria
y multiplica sus familias como rebaños.
Los rectos lo ven y se alegran,
a la maldad se le tapa la boca.
El que sea sabio, que recoja estos hechos
y comprenda la misericordia del Señor.
Ant. 3: Los rectos lo ven y se alegran y comprenden la misericordia del Señor.
V. Tu fidelidad, Señor, llega hasta las nubes.
R. Tus sentencias son como el océano inmenso.
PRIMERA LECTURA
Año I:
Del segundo libro de Samuel 12, 1-25
ARREPENTIMIENTO Y PENITENCIA DE DAVID
En aquellos días, envió Dios el profeta Natán a David, y llegando a él le dijo:
«Había dos hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre. El rico
tenía ovejas y bueyes en gran abundancia; el pobre no tenía más que una
corderilla, sólo una, pequeña, que había comprado. Ella iba creciendo con él y
sus hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que
una hija. Vino un visitante al hombre rico, y dándole pena a éste tomar su
ganado lanar y vacuno para dar de comer a
aquel hombre llegado a su casa, tomó la ovejita del pobre, y la dio a comer al
viajero llegado a su casa.»
David se encendió en gran cólera contra aquel hombre y dijo a Natán:
«¡Vive el Señor!, que merece la muerte el hombre que tal hizo. Pagará cuatro
veces la oveja por haber hecho semejante cosa y por no haber tenido compasión.»
Entonces Natán dijo a David:
«Tú eres ese hombre. Así dice el Señor Dios de Israel: "Yo te he ungido rey de
Israel y te he librado de las manos de Saúl. Te he dado la casa de tu señor y he
puesto en tu seno las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de
Judá; y si es poco, te añadiré todavía otras cosas. ¿Por qué has menospreciado
al Señor haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías, el hitita,
tomando a su mujer por mujer tuya y matándolo por la espada de los ammonitas?
Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado y
has tomado la mujer de Urías, el hitita, para mujer tuya. Así habla el Señor:
Haré que de tu propia casa se alce el mal contra ti. Tomaré tus mujeres ante tus
ojos y se las daré a otro que se acostará con ellas a la luz de este sol. Pues
tú has obrado en oculto, pero yo cumpliré esta palabra ante todo Israel y a la
luz del sol."»
David dijo a Natán:
«He pecado contra el Señor.»
Respondió Natán a David:
«También el Señor perdona tu pecado; no morirás. Pero por haber ultrajado al
Señor con ese hecho, el hijo que te ha nacido morirá sin remedio.»
Y Natán se fue a su casa.
Hirió el Señor al niño que había dado a David la mujer de Urías y enfermó
gravemente. David suplicó a Dios por el niño; hizo David un ayuno riguroso y en
casa pasaba la noche acostado en tierra. Los ancianos de su casa se esforzaban
por levantarlo del suelo, pero él se negó y no quiso comer con ellos. El séptimo
día murió el niño; los servidores de David temieron decirle que el niño había
muerto, porque se decían:
«Cuando el niño aún vivía le hablábamos y no nos escuchaba. ¿Cómo le diremos que
el niño ha muerto? ¡Hará un desatino!»
Vio David que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió David que el
niño había muerto; y dijo David a sus servidores:
«¿Es que ha muerto el niño?»
Le respondieron:
«Sí, ha muerto.»
David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de vestidos. Fue luego
a la casa del Señor y se postró. Se volvió a su casa, pidió que le trajesen de
comer y comió. Sus servidores le dijeron:
¿Qué es lo que haces? Cuando el niño aún vivía ayunabas y llorabas, y ahora que
ha muerto te levantas y comes.»
Respondió:
«Mientras el niño vivía ayuné y lloré, pues me decía: ¿Quién sabe si el Señor
tendrá compasión de mí, y el niño vivirá?" Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he
de ayunar? ¿Podré hacer que vuelva? Yo iré donde él está, pero él no volverá a
mí.»
David consoló a Betsabé su mujer, fue a donde ella estaba y se acostó con ella;
ella dio a luz un hijo y lo llamó Salomón; el Señor lo amó, y envió al profeta
Natán que lo llamó Yedidías, «amado del Señor».
Responsorio Oración de Manasés 9. 10. 12; Sal 50, 5. 6
R. Mis pecados han sido numerosos, como las arenas del mar; no soy digno de mirar
las alturas del cielo, a causa de la multitud de mis iniquidades, pues he provocado tu ira;
* cometí la maldad que aborreces.
V. Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé.
R. Cometí la maldad que aborreces.
Año II:
Del libro de Job 7, 1-21
JOB LE RECLAMA A DIOS POR EL TEDIO DE SU VIDA
Job tomó la palabra y dijo:
«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio militar. Sus días son como
los de un jornalero: como el esclavo, que suspira por la sombra, como el peón,
que aguarda su salario.
Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso:
"¿Cuándo me levantaré?" Se alarga la noche y me harto de dar vueltas
hasta el alba: mi carne está cubierta de gusanos y de costras terrosas, la piel
se me rompe y me supura. Mis días corren más que la lanzadera y se consumen sin
esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la dicha; los ojos
que me veían ya no me verán, y cuando tus ojos me busquen habré desaparecido.
Como pasa la nube y se deshace, el que baja a la tumba no sube ya; no vuelve a
su casa, su morada no vuelve a verlo. Por eso no frenaré mi lengua, hablará mi
espíritu angustiado y mi alma amargada se quejará.
¿Soy acaso el monstruo marino o el Dragón para que me pongas un guardián? Cuando
pienso que el lecho me aliviará y la cama soportará mis quejidos, entonces me
espantas con sueños y me aterrorizas con pesadillas. Preferiría morir asfixiado,
preferiría la muerte, más que estos dolores.
No he de vivir por siempre: déjame, que mis días son un soplo. ¿Qué es el hombre
para que le des importancia, para que tanto te ocupes de él, para que le pases
revista por la mañana y lo examines a cada momento? ¿Por qué no apartas de mí la
vista y no me dejas ni tragar saliva?
Si he pecado, ¿qué te he hecho, Centinela del hombre? ¿Por qué me has tomado
como blanco y me he convertido en carga para ti? ¿Por qué no me perdonas mi
delito y borras ya mi iniquidad? Muy pronto me acostaré en el polvo, me buscarás
y ya no existiré.»
Responsorio Jb 7, 5. 7. 6
R. Mi carne está cubierta de gusanos y de costras terrosas, la piel se me rompe y me supura.
* Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo.
V. Mis días corren más que la lanzadera y se consumen sin esperanza.
R. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Zenón de Verona, obispo.
(Tratado 15, 2: PL 11, 441-443)
JOB ERA FIGURA DE CRISTO
Job, en cuanto nos es dado entender, hermanos muy amados, era figura de Cristo.
Tratemos de penetrar en la verdad mediante la comparación entre ambos. Job fue
declarado justo por Dios. Cristo es la misma justicia, de cuya fuente beben
todos los bienaventurados; de él, en efecto, se ha dicho: Los iluminará un sol
de justicia. Job fue llamado veraz. Pero la única verdad auténtica es el Señor,
el cual dice en el Evangelio: Yo soy el camino y la verdad. Job era rico. Pero,
¿quién hay más rico que el Señor? Todos los ricos son siervos suyos, a él
pertenece todo el orbe y toda la naturaleza, como afirma el salmo: Del Señor es
la tierra y cuanto
la llena, el orbe y todos sus habitantes. El diablo tentó
tres veces a Job. De manera semejante, como nos explican los Evangelios, intentó
por tres veces tentar al Señor. Job perdió sus bienes. También el Señor, por
amor a nosotros, se privó de sus bienes celestiales y se hizo pobre, para
enriquecernos a nosotros. El diablo, enfurecido, mató a los hijos de Job. Con
parecido furor, el pueblo farisaico mató a los profetas, hijos del Señor. Job se
vio manchado por la lepra. También el Señor, al asumir carne humana, se vio
manchado por la sordidez de los pecados de todo el género humano.
La mujer de Job quería inducirlo al pecado. También la sinagoga quería inducir
al Señor a seguir las tradiciones corrompidas de los ancianos. Job fue insultado
por sus amigos. También el Señor fue insultado por sus sacerdotes, los que
debían darle culto. Job estaba sentado en un estercolero lleno de gusanos.
También el Señor habitó en un verdadero estercolero, esto es, en el cieno de
este mundo y en medio de hombres agitados como gusanos por multitud de crímenes
y pasiones.
Job recobró la salud y la fortuna. También el Señor, al resucitar, otorgó a los
que creen en él no sólo la salud, sino la inmortalidad, y recobró el dominio de
toda la naturaleza, como él mismo atestigua cuando dice: Todas
las cosas ha puesto el Padre en mis manos. Job engendró nuevos hijos en
sustitución de los anteriores. También el Señor engendró a los santos apóstoles
como hijos suyos, después de los profetas. Job, lleno de felicidad, descansó por
fin en paz. Y el Señor permanece bendito para siempre, antes del tiempo y en el
tiempo, y por los siglos de los siglos.
Responsorio Hb 12, 1-2; 2Co 6, 4-5
R. Corramos con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada,
* llevando los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe.
V. Acreditémonos por nuestra mucha constancia en las tribulaciones,
necesidades y angustias, en los azotes y prisiones.
R. Llevando los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe.
Oración
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para
que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos que se aparten
de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan, y que cumplan lo que ese
nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V.
Bendigamos al Señor.
Os daré palabras y sabiduría a las
que no podrá hacer frente... ningún
adversario vuestro. (Lc 21, 15)
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Ant. 2: Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Ant. 3: La fidelidad del Señor dura por siempre.
Salmo 116
INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA
Así es: los gentiles glorifican a Dios
por su misericordia. (Rm 15, 8. 9)
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Ant. 3: La fidelidad del Señor dura por siempre.
LECTURA BREVE FIp 2, 14-15
Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y
sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta generación mala y perversa,
entre la cual aparecéis como antorchas en el mundo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Ant.: Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Invoquemos a Dios por intercesión de María, a quien el Señor colocó por encima de todas las creaturas celestiales y terrenas, diciendo:
Contempla, Señor, a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Padre de misericordia, te damos gracias porque nos has dado a María como madre y ejemplo;
santifícanos por su intercesión.
Tú que hiciste que María meditara tus palabras, guardándolas en su corazón, y fuera siempre fidelísima hija tuya,
por su intercesión haz que también nosotros seamos de verdad hijos tuyos y discípulos de tu Hijo.
Tú que quisiste que María concibiera por obra del Espíritu Santo,
por intercesión de María otórganos los frutos de este mismo Espíritu.
Tú que diste fuerza a María para permanecer junto a la cruz y la llenaste de alegría con la resurrección de tu Hijo,
por intercesión de María confórtanos en la tribulación y reanima nuestra esperanza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Concluyamos nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Oración
Dios misericordioso, fuente y origen de nuestra salvación, haz que, mientras dure
nuestra vida aquí en la tierra, te alabemos constantemente y podamos así participar
un día en la alabanza eterna del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
hora intermedia
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Tercia
Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.
En sus fatigas diarias; sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema zarzas.
Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que
flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
Sexta
En los domingos:
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:
Te está cantando el martillo
y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!
Quién diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está -sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.
Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.
Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.
Nona
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
O bien:
Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.
Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
en gozo eterno el Padre nos acoja.
Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Da fianza, Señor, en favor de tu siervo.
Salmo 118, 121-128
Practico la justicia y el derecho,
no me entregues a mis opresores;
da fianza en favor de tu siervo,
que no me opriman los insolentes;
mis ojos se consumen aguardando
tu salvación y tu promesa de justicia.
Trata con misericordia a tu siervo,
enséñame tus leyes;
yo soy tu siervo: dame inteligencia,
y conoceré tus preceptos;
es hora de que actúes, Señor:
han quebrantado tu voluntad.
Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira.
Ant. 1: Da fianza, Señor, en favor de tu siervo.
Ant. 2: Contemplad al Señor y quedaréis radiantes.
Salmo 33
EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
Habéis saboreado lo bueno que es
el Señor. (1Pe 2, 3)
I
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.
Ant. 2: Contemplad al Señor y quedaréis radiantes.
Ant. 3: El Señor está cerca de los atribulados.
II
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados:
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.
Ant. 3: El Señor está cerca de los atribulados.
LECTURA BREVE
Tercia 1S 15,22
¿Acaso se complace el Señor en los holocaustos y sacrificios, como en la obediencia a la palabra del Señor?
Mejor es obedecer que sacrificar; mejor la docilidad que la grasa de los carneros.
V. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra.
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Oremos:
Señor Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres de toda adversidad,
podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo nuestro Señor.
Sexta Ga 5, 26; 6, 2
No busquemos la vanagloria, provocándonos y teniéndonos envidia mutuamente.
Ayudaos a llevar mutuamente vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo.
V. Ved qué paz y qué alegría, convivir los hermanos unidos.
R. Allí manda el Señor la bendición.
Oremos:
Señor, fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos
a ti sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo nuestro
Señor.
Nona Mi 6, 8
Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti:
simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines
humildemente con tu Dios.
V. Mi alegría es el camino de tus preceptos.
R. Señor, no olvidaré tus palabras.
Oremos:
Escucha, Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por
intercesión de la santísima Virgen María, después de haberte servido durante
toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Cristo
nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
I Vísperas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.
Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.
Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Desead la paz a Jerusalén.
Salmo 121
LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
Os habéis acercado al monte de Sión,
ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo.
(Hb 12, 22)
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Ant. 1: Desead la paz a Jerusalén.
Ant. 2: Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Salmo 129
DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR
Él salvará a su pueblo de los pecados.
(Mt 1, 21)
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Ant. 2: Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Ant. 3: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
Cántico Flp 2, 6-11
CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Ant. 3: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Pe 1, 19-20
Tenemos confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar atención,
como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero
de la mañana en vuestro corazón. Ante todo habéis de saber que ninguna profecía de la
Escritura es de interpretación privada; pues nunca fue proferida alguna por voluntad
humana, sino que, llevados del Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Abriré mis labios para hablar en parábolas; declararé cosas que han
estado ocultas desde la creación del mundo.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Ant.: Abriré mis labios para hablar en parábolas; declararé cosas que han
estado ocultas desde la creación del mundo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y digámosle:
Míranos y escúchanos, Señor.
Testigo fiel y primogénito de entre los muertos, tú que nos purificaste con tu sangre
no permitas que olvidemos nunca tus beneficios
Haz que aquellos a quienes elegiste como ministros de tu Evangelio
sean siempre fieles y celosos dispensadores de los misterios del reino.
Rey de la paz, concede abundantemente tu Espíritu a los que gobiernan las naciones
para que cuiden con interés de los pobres y postergados.
Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su raza, color, condición social, lengua o religión
y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
A los que han muerto en tu amor dales también parte en tu felicidad
con María y con todos tus santos.
Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios: por eso nos atrevemos a decir: Padre nuestro.
Oración
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre
nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en
el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amen
Completas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia,
el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
HIMNO
Cuando acabamos el día
te suplicamos, Señor,
nos hagas de centinela
y otorgues tu protección.
Que te sintamos: contigo
sueñe nuestro corazón
para cantar tus loores
de nuevo al salir el sol.
Danos vida saludable,
alienta nuestro calor,
tu claridad ilumine
la oscuridad que llegó..
Dánoslo, Padre piadoso,
por Jesucristo, el Señor,
que reina con el Espíritu
Santo vivificador. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4
ACCIÓN DE GRACIAS
El Señor hizo maravillas al resucitar a Je-
sucristo de entre los muertos. (S. Agustín)
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: “¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?”
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me hacer vivir tranquilo.
Ant. 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant. 2: Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo 133
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Alabad al Señor, sus siervos todos, los que
le teméis, pequeños y grandes. (Ap 19, 5)
Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:
Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.
Ant.: Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor,
tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las
palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos
y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos
mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos
mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear
el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la
resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
I
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
II
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
III
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
IV
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.