JUEVES IV
PRIMERA LECTURA
Año I:
De la carta a los Romanos 15, 1-13
CADA UNO CUIDE DE COMPLACER AL PRÓJIMO PARA SU BIEN
Hermanos: Los fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, sin
complacernos a nosotros mismos. Cada uno cuide de complacer al prójimo para su
bien, para su edificación; que Cristo no buscó su propia complacencia, según
está escrito: «Sobre mí cayeron los ultrajes de quienes te ultrajaron.»
Todo cuanto está escrito en los Libros santos fue escrito para nuestra
instrucción, a fin de que, por la paciencia y el ánimo que infunden las Escrituras,
mantengamos firme la esperanza.
El Dios. que es fuente de esa paciencia y de ese ánimo os conceda tener un mismo
sentir entre vosotros según la mente de Cristo Jesús. Así con un mismo corazón y
una misma boca daréis gloria al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Por eso acogeos amigablemente unos a otros, como Cristo os acogió para gloria de
Dios. Y así es. Os recuerdo lo siguiente: Cristo consagró su ministerio al
servicio de los judíos, por exigir la fidelidad de Dios el cumplimiento de las
promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, para que los gentiles
glorifiquen a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: «Por eso te
bendeciré entre los gentiles, y cantaré las glorias de tu nombre.» Y en otro
lugar: «Alegraos, gentiles, en unión con su pueblo.» Y en otro pasaje: «Alabad
al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos.» Isaías dice, a su
vez: «Se mostrará el renuevo de Jesé, que se alzará a imperar a las naciones. En
él pondrán los pueblos su esperanza.»
Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en la práctica de
vuestra fe. Así irá creciendo en vosotros la esperanza por la acción del
Espíritu Santo.
Responsorio Rm 15, 12; Sal 71, 17; Is 52, 15
R. Se mostrará el renuevo de Jesé, que se alzará a imperar a las naciones; en él pondrán los pueblos su esperanza.
* Que su nombre sea eterno, que él sea la bendición de todos los pueblos.
V. A su vista, los reyes enmudecerán, y muchos pueblos se admirarán de él.
R. Que su nombre sea eterno, que él sea la bendición de todos los pueblos.
Año II:
Del libro del Génesis 32, 2-29
LA LUCHA DE JACOB
En aquellos días, Jacob, al ver a los ángeles de Dios, dijo:
«Es el campamento de Dios.»
Y llamó a aquel lugar «Campamento». Jacob envió por delante mensajeros a Esaú,
su hermano, al país de Seír, al campo de Edom, y les encargó:
«Así diréis a mi señor Esaú: "Esto dice tu siervo Jacob: He vivido con Labán y
he estado con él hasta ahora; tengo vacas, asnos, ovejas, siervos y siervas; he
enviado a informar a mi señor, para alcanzar su favor."»
Los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo:
«Nos acercamos a tu hermano Esaú, y él salió a nuestro encuentro con
cuatrocientos hombres.»
Jacob se llenó de miedo y angustia, y dividió en dos campamentos su gente, sus
posesiones, ovejas, vacas y camellos, calculando:
«Si Esaú ataca un campamento y lo destroza, se salvará el otro.»
Y rezó:
«Dios de mi padre Abraham, Dios de mi padre Isaac, Señor que me dijiste: "Vuelve
a tu tierra nativa, que allí te haré beneficios", no merezco los favores ni la
lealtad con que has tratado a tu siervo, pues con un bastón pasé este Jordán y
ahora llevo dos campamentos; líbrame del poder de mi hermano Esaú, pues temo que
venga y mate a las madres con los hijos. Tú me dijiste: "Te daré bienes, haré tu
descendencia como la arena de la playa, que no se puede contar."»
Y pasó allí la noche. Luego, de lo que tenía a mano, escogió regalos para su
hermano Esaú: doscientas cabras y veinte machos, doscientas ovejas y veinte
carneros, treinta camellas de leche con sus crías, cuarenta vacas y diez toros,
veinte borricas y diez asnos. Y se los confió a sus criados en rebaños aparte, y
les encargó:
«Id por delante, dejando un trecho entre cada rebaño.»
Y dio instrucciones al primero:
«Cuando te encuentre mi hermano Esaú y te pregunte: "¿De quién eres, a dónde
vas, para quién es eso que llevas?", responderás: "Es de tu siervo Jacob, un
regalo que envía a su señor Esaú; él viene detrás."»
Lo mismo encargó al segundo y al tercero y a todos los que guiaban los rebaños:
«Esto diréis a Esaú cuando lo encontréis, y añadiréis:
"Mira, también tu siervo Jacob viene detrás de nosotros."»
Pues se decía:
«Me lo ganaré con los regalos que van por delante.»
Y él pasó la noche en el campamento. Todavía de noche, se levantó, tomó a las
dos mujeres, las dos siervas y los once hijos, y cruzó el vado de Yaboc; pasó
con ellos el torrente e hizo pasar a sus posesiones. Y él se quedó solo.
Un hombre luchó con él hasta la aurora; y, viendo que no le podía, le tocó la
articulación del muslo, y se la dejó tiesa mientras peleaba con él. Dijo:
«Suéltame, que llega la aurora.»
Respondió:
«No te soltaré hasta que me bendigas.» Y le preguntó:
«¿Cómo te llamas?»
Contestó:
«Jacob.»
Le replicó:
«Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con dioses y con
hombres y has podido.» Jacob, a su vez, preguntó:
«Dime tu nombre.»
Respondió:
«¿Por qué me preguntas mi nombre?» Y lo bendijo.
Responsorio Gn 32, 30. cf. 28
R. He visto a Dios cara a cara,
* y he quedado vivo.
V. Y me dijo: «Ya no te llamarás Jacob, sino Israel.»
R. Y he quedado vivo.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 13, 1. 3. 6. 23: PG 33, 771-774. 779. 799. 802)
QUE LA CRUZ SEA TU GOZO TAMBIÉN EN TIEMPO DE PERSECUCIÓN
Cualquier acción de Cristo es motivo de gloria para la Iglesia universal;
pero el máximo motivo de gloria es la cruz. Así lo expresa con acierto
Pablo, que tan bien sabía de ello: En cuanto a mí, líbreme Dios de gloriarme
si no es en la cruz de Cristo.
Fue ciertamente digno de admiración el hecho de que el ciego de nacimiento
recobrara la vista en Siloé; pero, ¿en qué benefició esto a todos los ciegos del
mundo? Fue algo grande y preternatural la resurrección de Lázaro, cuatro días
después de muerto; pero este beneficio le afectó a él únicamente, pues, ¿en qué
benefició a los que en todo el mundo estaban muertos por el pecado? Fue cosa
admirable el que cinco panes, como una fuente inextinguible, bastaran para
alimentar a cinco mil hombres; pero, ¿en qué benefició a los que en todo el
mundo se hallaban atormentados por el hambre de la ignorancia? Fue maravilloso
el hecho de que fuera liberada aquella mujer a la que Satanás tenía ligada por
la enfermedad desde hacía dieciocho años; pero, ¿de qué nos sirvió a nosotros,
que estábamos ligados con las cadenas de nuestros pecados?
En cambio, el triunfo de la cruz iluminó a todos los que padecían la ceguera del
pecado, nos liberó a todos de las ataduras del pecado, redimió a todos los
hombres.
Por consiguiente, no hemos de avergonzarnos de la cruz del Salvador, sino más
bien gloriarnos de ella. Porque el mensaje de la cruz es escándalo para los
judíos, necedad para los griegos, mas para nosotros es salvación. Para los que
están en vías de perdición es necedad, mas para nosotros, que estamos en vías de
salvación, es fuerza de Dios. Porque el que moría por nosotros no era un hombre
cualquiera, sino el Hijo de Dios, Dios hecho hombre. En otro tiempo, aquel
cordero sacrificado por orden de Moisés alejaba al exterminador; con mucha más
razón el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo nos librará del pecado.
Si la sangre de una oveja irracional fue signo de salvación, ¿cuánto más
salvadora no será la sangre del Unigénito?
Él no perdió la vida coaccionado ni fue muerto a la fuerza, sino
voluntariamente. Oye lo que dice: Soy libre para dar mi vida y libre para
volverla a tomar. Fue, pues, a la pasión por su libre determinación, contento
con la gran obra que iba a realizar, consciente del triunfo que iba a obtener,
gozoso por la salvación de los hombres; al no rechazar la cruz, daba la
salvación al mundo. El que sufría no era un hombre vil, sino el Dios humanado,
que luchaba por el premio de su obediencia.
Por lo tanto, que la cruz sea tu gozo no sólo en tiempo de paz; también
en tiempo de persecución has de tener la misma confianza, de lo contrario,
serías amigo de Jesús en tiempo de paz y enemigo suyo en tiempo de guerra.
Ahora recibes el perdón de tus pecados y las gracias que te otorga la
munificencia de tu rey; cuando sobrevenga la lucha, pelea denodadamente
por tu rey.
Jesús, que en nada había pecado, fue crucificado por ti; y tú, ¿no te
crucificarás por él, que fue clavado en la cruz por amor a ti? No eres tú quien
le haces un favor a él, ya que tú has recibido primero; lo que haces es
devolverle el favor, saldando la deuda -que tienes con aquel que por ti fue
crucificado en el Gólgota.
Responsorio 1Co 1, 18. 23
R. El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición;
* pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios.
V. Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles.
R. Pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios.
Oración
Concédenos, Señor, Dios nuestro, venerarte con toda el alma y amar a todos los hombres con afecto espiritual.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.