JUEVES VIII
PRIMERA LECTURA
Año I:
De la primera carta a los Corintios 16, 1-24
RECOMENDACIONES Y SALUDOS
Hermanos: Por lo que se refiere a la colecta en favor de los fieles de Jerusalén,
seguid las normas que di a las Iglesias de Galacia. El día primero de cada semana, vaya separando
y reuniendo cada uno en privado la cantidad que buenamente pueda ahorrar, de modo que no se hagan
colectas cuando yo vaya.
Una vez que me presente yo ahí, enviaré, con cartas de recomendación, a los que
comisionéis al efecto, para que lleven el obsequio de vuestra caridad a Jerusalén. Y, si pareciere
conveniente que vaya yo también, harán conmigo el viaje.
Yo iré a ésa, después de recorrer Macedonia, pues tengo el propósito de recorrerla.
Y a lo mejor me detendré y puede que hasta pase el invierno entre vosotros. Así, provisto ahí de
lo necesario, podré ponerme en camino para los viajes que emprenda. No quiero veros ahora solamente
de paso; espero permanecer algún tiempo en vuestra compañía, si Dios quiere. Me quedaré en Efeso
hasta Pentecostés, porque se me presenta una ocasión muy favorable y llenade esperanzas; y los
enemigos son muchos.
Si llega ahí Timoteo, procurad que no tenga miedo alguno en vuestra compañía,
porque trabaja en el servicio del Señor, lo mismo que yo. Que nadie, pues, lo tenga en menos.
Proveedle de lo necesario, deseándole un feliz viaje, para que venga a mí, porque lo espero junto
con los hermanos. Cuanto al hermano Apolo, le rogué encarecidamente que se llegara a vosotros con
los hermanos; pero no quiere de ninguna manera venir ahora; irá cuando tenga oportunidad.
Estad en vela y manteneos firmes en la fe, portaos varonilmente y con toda fortaleza.
Hacedlo todo con espíritu de caridad. Quiero pediros un favor, hermanos. Conocéis la familia de
Estéfana, primicias de la fe en Acaya, y que se han consagrado al servicio de los fieles. Tened
deferencia con ellos, como con todos cuantos van cooperando y afanándose con nosotros. Estoy muy
contento con la presencia de Estéfana, de Fortunato y de Acaico, porque ellos han compensado
vuestra ausencia, tranquilizando mi espíritu y el vuestro. Quedadles, pues, muy reconocidos.
Os, saludan las Iglesias del Asia Menor. Os envían muchos saludos, en el nombre
del Señor, Aquila y Prisca y los fieles que se reúnen en su casa. Saludos de parte de todos los
hermanos. Saludaos mutuamente con el ósculo santo.
Aquí va el saludo de mi puño y letra: Pablo. Quien no ame al Señor, sea anatema.
Marana tha. Señor nuestro, ven. La gracia de Jesús, el Señor, sea con vosotros. Os amo a
todos en Cristo Jesús.
Responsorio 1Co 16, 13-14; Col 4, 5. 6
R. Estad en vela y manteneos firmes en la fe, portaos varonilmente y con toda fortaleza.
* Hacedlo todo con espíritu de caridad.
V. Proceded con toda discreción; vuestra palabra sea siempre agradable, sazonada con gracia.
R. Hacedlo todo con espíritu de caridad.
Año II:
De la segunda carta a los Corintios 11, 7-29
CONTRA LOS FALSOS APÓSTOLES
Hermanos: ¿Acaso he cometido alguna falta por el hecho de haberme abajado para
encumbraros a vosotros, anunciándoos gratuitamente el Evangelio de Dios?
Despojé a otras Iglesias recibiendo de ellas con qué vivir, para poder serviros
a vosotros; y estando entre vosotros, y necesitado, no fui gravoso a nadie;
fueron los hermanos llegados de Macedonia quienes remediaron mis necesidades.
Y en todas las cosas me guardé y me guardaré bien de seros gravoso. Por la
verdad de Cristo que en mí reside: no se verá coartada esta gloria en las
regiones de Acaya. Y ¿por qué? ¿Porque no os amo? Bien sabe Dios que sí os amo.
Pues bien, tal como ahora lo hago, lo continuaré haciendo. Así cortaré toda
ocasión a los que bien quisieran tener una de poder ser como nosotros en el
apostolado de que se glorían. Esos tales son falsos apóstoles, saboteadores, que
se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, cuando el mismo Satanás
se disfraza de ángel de luz. Por consiguiente, no es mucho que sus ministros se
disfracen también de ministros de la justificación. Pero su fin corresponderá
a sus obras.
Una vez más os digo: no penséis que soy un fatuo. Con todo, aceptadme como tal,
y permitidme que me gloríe un poco. Lo que voy a decir no lo voy a decir según
el espíritu del Señor, sino como si desvariase por motivos de vanagloria. Ya que
muchos se jactan a lo humano, también yo me voy a jactar. Realmente, ¡con qué
gusto soportáis a los tontos, siendo vosotros tan sensatos! Porque aguantáis que
esa gente os esclavice, os devore, os explote, os humille y os abofetee en el
rostro. Con pena lo digo, pues tal parece que nuestro comportamiento para con
vosotros ha sido débil.
Pero de todo cuanto alguien quisiera alardear (hablo como hablaría un fatuo) me
atrevería yo también a jactarme. ¿Que son hebreos? También yo. ¿Que son
israelitas? También yo. ¿Descendientes de Abraham? También yo. ¿Que son
ministros de Cristo? Voy a decir una
locura: ¡Mucho más lo soy yo! Los supero en trabajos, en encarcelamientos, en
muchísimos más azotes; por tantísimas veces que he estado en peligro de muerte.
Cinco veces recibí de los judíos los cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui
golpeado con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces sufrí naufragio. Un día y
una noche los pasé entre las olas. He vivido en un continuo peregrinar, con
peligros en los ríos, peligros de bandidos, peligros de parte de los de mi raza,
peligros de parte de los paganos, peligros en las ciudades, peligros en el
desierto, peligros en el mar, peligros de parte de falsos hermanos; con trabajos
y fatigas, con muchas noches sin dormir, con hambre y con sed, con ayunos
frecuentes, con frío y sin ropa.
Y, además de muchas otras cosas, la responsabilidad que pesa sobre mí
diariamente, mi preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién sufre angustias sin
que yo las comparta? ¿Quién es impugnado por el enemigo sin que esté yo en
ascuas?
Responsorio Ga 1, 11. 12; cf. 2Co 11, 10. 7
R. El Evangelio anunciado por mí no es cosa humana;
* y no lo recibí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
V. Por la verdad de Cristo que en mí reside, os aseguro que os he anunciado el Evangelio de Dios.
R. Y no lo recibí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ambrosio, obispo, Sobre los misterios.
(Núms. 29-30. 34-35. 37. 42: SC 25 bis, 172-178)
CATEQUESIS DE LOS RITOS QUE SIGUEN AL BAUTISMO.
Al salir de la piscina bautismal fuiste al sacerdote. Considera lo que vino a
continuación. Es lo que dice el salmista: Es ungüento precioso en la cabeza,
que va bajando por la barba, que baja por la barba de Aarón. Es el ungüento
del que dice el Cantar de los cantares: Es tu nombre un ungüento cuyo perfume
se difunde; por eso te aman las doncellas. ¡Cuántas son hoy las almas renovadas
que, llenas de amor a ti, Señor Jesús, te dicen: Arrástranos tras de ti; correremos
tras el olor de tus vestidos, atraídas por el olor de tu resurrección!
Esfuérzate en penetrar el significado de este rito, porque el sabio tiene sus
ojos en la frente. Este ungüento va bajando por la barba, esto es, por tu
juventud renovada, y por la barba de Aarón, porque te convierte en linaje
escogido, sacerdotal, precioso. Todos, en efecto, somos ungidos por la gracia
del Espíritu para ser miembros del reino de Dios y formar parte de su sacerdocio.
Después de esto, recibiste la vestidura blanca como señal de que te habías
despojado de la envoltura del pecado y te habías vestido con la casta ropa de la
inocencia, de conformidad con lo que dice el salmista: Rocíame con el hisopo:
quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. En efecto, tanto la ley
antigua como el Evangelio aluden a la limpieza espiritual del que ha sido
bautizado: la ley antigua, porque Moisés roció con la sangre del cordero
sirviéndose de un ramo de hisopo-, el Evangelio, porque las vestiduras de Cristo
eran blancas como la nieve, cuando mostró la gloria de su resurrección. Aquel a
quien se le perdonan los pecados queda más blanco que la nieve. Por esto dice el
Señor por boca de Isaías: Aunque vuestros pecados sean como la grana,
blanquearán como la nieve.
La Iglesia, engalanada con estas vestiduras gracias al baño de regeneración,
dice con palabras del Cantar de los cantares: Soy negra pero hermosa, hijas de
Jerusalén. Negra por la fragilidad de su condición humana, hermosa por la
gracia; negra porque consta de hombres pecadores, hermosa por el sacramento de
la fe. Las hijas de Jerusalén, estupefactas al ver estas vestiduras, dicen:
«¿Quién es ésta que sube resplandeciente de blancura? Antes era negra, ¿de dónde
esta repentina blancura?»
Y Cristo, al contemplar a su Iglesia con blancas vestiduras -él, que por su amor
tomó unas sórdidas vestiduras, como dice el libro del profeta Zacarías-, al
contemplar al alma limpia y lavada por el baño de regeneración, dice: ¡Qué
hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! Tus ojos son como palomas, bajo cuya
apariencia bajó del cielo el Espíritu Santo.
Recuerda, pues, que has recibido el sello del Espíritu, espíritu de sabiduría y
de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de
piedad, espíritu del santo temor, y conserva lo que has recibido. Dios Padre te
ha sellado, Cristo el Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón, como
prenda suya, el Espíritu, como te enseña el Apóstol.
Responsorio Ef 1, 13-14; 2Co 1, 21-22
R. Al abrazar la fe, habéis sido sellados con el sello del Espíritu Santo prometido, prenda de nuestra herencia,
* para la redención del pueblo que Dios adquirió para sí.
V. Dios nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
R. Para la redención del pueblo que Dios adquirió para sí.
Oración
Dirige, Señor, la marcha del mundo, según tu voluntad, por los caminos de la paz, y que tu Iglesia
se regocije con la alegría de tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.