JUEVES XII
PRIMERA LECTURA
Año I:
Del primer libro de Samuel 2, 22-36
CONDENA DE LA FAMILIA DE ELI
En aquellos días, Elí era muy viejo. A veces oía cómo trataban sus hijos a todos
los israelitas, y que se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de
la tienda del encuentro. Y les decía:
«¿Por qué hacéis eso? La gente me cuenta lo mal que os portáis. No, hijos, no
está bien lo que me cuentan; estáis escandalizando al pueblo del Señor. Si un
hombre ofende a otro, Dios puede hacer de árbitro: pero, si un hombre ofende al
Señor, ¿quién intercederá por él?»
Pero ellos no hacían caso a su padre, porque el Señor había decidido que
murieran. En cambio, el niño Samuel
iba creciendo, y lo apreciaban el Señor y los hombres. Un profeta se presentó a
Elí y le dijo:
«Así dice el Señor: Yo me revelé a la familia de tu padre cuando eran todavía
esclavos del Faraón en Egipto. Entre todas las tribus de Israel, me lo elegí
para que fuera sacerdote, subiera a mi altar, quemara mi incienso y llevara el
efod en mi presencia; y concedí a la familia de tu padre participar en las
oblaciones de los israelitas. ¿Por qué habéis tratado con desprecio mi altar y
las ofrendas que mandé hacer en mi templo? ¿Por qué tienes más respeto a tus
hijos que a mí, cebándolos con las primicias de mi pueblo Israel, ante mis
mismos ojos?
Por eso -oráculo del Señor, Dios de Israel-, aunque yo te prometí que tu
familia y la familia de tu padre estarían siempre en mi presencia, ahora
-oráculo del Señor- no será así. Porque yo honro a los que me honran, y serán
humillados los que me desprecian.
Mira, llegará un día en que arrancaré tus brotes y los de la familia de tu
padre, y nadie llegará a viejo en tu familia. Mirarás con envidia todo el bien
que voy a hacer; nadie llegará a viejo en tu familia. Y, si dejo a alguno de los
tuyos que sirva a mi altar, se le consumirán los ojos y se irá acabando. Pero la
mayor parte de tu familia morirá a espada de hombres. Será una señal para ti lo
que les va a pasar a tus dos hijos Jofní y Fineés: los dos morirán el mismo día.
Yo me nombraré un sacerdote fiel, que hará lo que yo quiero y deseo; le daré una
familia estable y vivirá siempre en presencia de mi Ungido. Y los que sobrevivan
de tu familia vendrán a prosternarse ante él para mendigar algún dinero y una
hogaza de pan, rogándole: "Por favor, dame un empleo cualquiera como sacerdote,
para poder comer un pedazo de pan."»
Responsorio Os 4, 6
R. Perece mi pueblo por falta de conocimiento.
* Porque has rehusado el conocimiento, yo te rehusaré el sacerdocio.
V. Te olvidaste de la ley del Señor, también yo me olvidaré de tus hijos.
R. Porque has rehusado el conocimiento, yo te rehusaré el sacerdocio.
Año II:
Del libro de Esdras 9, 1-9. 15-10, 5
DISOLUCIÓN DE LOS MATRIMONIOS PROHIBIDOS POR LA LEY
En aquellos días, se acercaron a mí, Esdras, las autoridades, para decirme:
«El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas han cometido las mismas
abominaciones que los pueblos paganos, cananeos, hititas, fereceos, jebuseos,
amonitas, moabitas, egipcios y amorreos; ellos y sus hijos se han casado con
extranjeras, y la raza santa se ha mezclado con pueblos paganos. Los jefes y
los consejeros han sido los primeros en cometer esta infamia.»
Cuando me enteré de esto, me rasgué los vestidos y el manto, me afeité la cabeza
y la barba y me senté desolado. Todos los que respetaban la ley del Dios de
Israel se reunieron junto a mí al enterarse de esta infamia de los deportados.
Permanecí abatido hasta la hora de la oblación de la tarde. Pero, al llegar ese
instante, acabé mi penitencia y, con el vestido y el manto rasgados, me
arrodillé y alcé las manos al Señor, mi Dios, diciendo:
«Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque
nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza, y nuestra culpa llega al cielo.
Desde los tiempos de nuestros padres hasta hoy hemos sido reos de grandes culpas,
y, por nuestros delitos, nosotros, con nuestros reyes y sacerdotes, hemos sido
entregados a reyes extranjeros, a la espada, al destierro, al saqueo y a la
ignominia, que es la situación actual. Pero ahora el Señor, nuestro Dios, nos ha
concedido un momento de gracia, dejándonos un resto y una estaca en su lugar santo,
dando luz a nuestros ojos y concediéndonos respiro en nuestra esclavitud. Porque
éramos esclavos, pero nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud; nos
granjeó el favor de los reyes de Persia, nos dio respiro para levantar el templo
de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y nos dio una tapia en Judá y Jerusalén.
Señor, Dios de Israel, este resto que hoy sigue con vida demuestra que eres justo.
Nos presentamos ante ti como reos, pues, después de lo ocurrido, no podemos
enfrentarnos contigo.»
Mientras Esdras, llorando y postrado ante el templo de Dios, oraba y hacía esta
confesión, una gran multitud de israelitas -hombres, mujeres y niños- se reunió
junto a él, llorando sin parar. Entonces, Secanías, hijo de Yejiel, descendiente
de Elam, tomó la palabra y dijo a Esdras:
«Hemos sido infieles a nuestro Dios, al casarnos con mujeres extranjeras de los
pueblos paganos. Pero todavía hay esperanza, para Israel. Nos comprometeremos
con nuestro Dios a despedir a todas las mujeres extranjeras y a los niños que
hemos tenido de ellas, según decidas tú y los que respetan los preceptos de
nuestro Dios. Cúmplase la ley. Levántate, que este asunto es competencia tuya y
nosotros te apoyaremos. Actúa con energía.»
Esdras se puso en pie e hizo jurar a los príncipes de los sacerdotes, a los
levitas y a todo Israel que actuarían de esa forma. Ellos lo juraron.
Responsorio Esd 9, 6. 10; Sal 129, 3
R. Nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza, y nuestra culpa llega al cielo,
* porque hemos abandonado los preceptos que nos diste.
V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
R. Porque hemos abandonado los preceptos que nos diste.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Gregorio de Nisa, obispo.
(Homilía 6 Sobre las bienaventuranzas: PG 44, 1263-1266)
DIOS ES COMO UNA ROCA INACCESIBLE
Lo mismo que suele acontecer al que desde la cumbre de un alto monte mira algún
dilatado mar, esto mismo le sucede a mi mente cuando desde las alturas de la voz
divina, como desde la cima de un monte, mira la inexplicable profundidad de su
contenido.
Sucede, en efecto, lo mismo que en muchos lugares marítimos, en los cuales, al
contemplar un monte por el lado que mira al mar, lo vemos como cortado por la
mitad y completamente liso desde su cima hasta la base, y como si su cumbre
estuviera suspendida sobre el abismo; la misma impresión que causa al que mira
desde tan elevada altura a lo profundo del mar, la misma sensación de vértigo
experimento yo al quedar como en suspenso por la grandeza de esta afirmación del
Señor: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dios se deja contemplar por los que tienen el corazón purificado. Nadie ha visto
jamás a Dios, dice san Juan; y Pablo confirma esta sentencia con aquellas
palabras tan elevadas: A quien ningún hombre vio ni puede ver. Esta es aquella
piedra leve, lisa y escarpada, que aparece como privada de todo sustentáculo y
aguante intelectual; de ella afirmó también Moisés en sus decretos que era
inaccesible, de manera que nuestra mente nunca puede acercarse a ella por más
que se esfuerce en alcanzarla, ni puede nadie subir por sus laderas escarpadas,
según aquella sentencia: Nadie puede ver al Señor y seguir viviendo.
Y, sin embargo, la vida eterna consiste en ver a Dios. Y que esta visión es
imposible lo afirman las columnas de la fe, Juan, Pablo y Moisés. ¿Te das cuenta
del vértigo que produce en el alma la consideración de las profundidades que
contemplamos en estas palabras? Si Dios es la vida, el que no ve a Dios no ve la
vida. Y que Dios no puede ser visto lo atestiguan, movidos por el Espíritu
divino, tanto los profetas como los apóstoles. ¿En qué angustias, pues, no se
debate la esperanza del hombre? Pero el Señor levanta y sustenta esta esperanza
que vacila. Como hizo en la persona de Pedro cuando estaba a punto de hundirse,
al volver a consolidar sus pies sobre las aguas.
Por lo tanto, si también a nosotros nos da la mano aquel que es la Palabra, si,
viéndonos vacilar en el abismo de nuestras especulaciones, nos otorga la
estabilidad, iluminando un poco nuestra inteligencia, entonces ya no temeremos,
si caminamos cogidos de su mano. Porque dice: Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Responsorio Jn 1, 18; Sal 144, 3
R. Nadie ha visto jamás a Dios;
* el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
V. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza.
R. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
Oración
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque
jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.