JUEVES XXX
PRIMERA LECTURA
Año I:
Del libro del profeta Jeremías 27, 1-15
EL PUEBLO LLEVARÁ EL YUGO DEL REY DE BABILONIA
El año cuarto del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, recibió
Jeremías esta palabra del Señor. El Señor me dijo:
«Fabrícate unas coyundas y un yugo, y póntelas al cuello; y envía un mensaje a
los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón, por medió de los embajadores que
han venido a Jerusalén a visitar al rey Sedecías. Les mandarás que informen a
sus señores: Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Decid a
vuestros señores:
"Yo he creado la tierra y los hombres y los animales sobre la superficie de la
tierra, con mi gran poder, con brazo extendido: y la doy a quien me parece.
Ahora yo entrego todas estas tierras en manos de Nabucodonosor, rey de
Babilonia, mi siervo; incluso las bestias del campo le daré por vasallos. Serán
sus vasallos todas las naciones, y también de su hijo y de su nieto; hasta que
le llegue también a su país la hora de ser vasallo de pueblos numerosos, de
reyes poderosos.
Si una nación y su rey no se someten a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no
rinden el cuello al rey de Babilonia, con espada y hambre y peste castigaré a
esa nación, hasta entregarla en sus manos -oráculo del Señor-.
Y vosotros no hagáis caso a vuestros profetas, adivinos, agoreros, intérpretes
de sueños y magos, que os dicen: 'No seréis esclavos del rey de Babilonia';
porque ellos os profetizan mentiras, para alejaros de vuestros campos, para que
yo os disperse y os destruya. Pero el pueblo que rinda el cuello y se someta al
rey de Babilonia, lo dejaré en su tierra, para que la cultive y habite en ella
-oráculo del Señor-."»
A Sedecías, rey de Judá, le hablé en los mismos términos:
«Rendid el cuello al yugo del rey de Babilonia; someteos él y a su, pueblo,
y viviréis; así no moriréis a espada, de hambre y de peste; según anunció el
Señor a las naciones que no se sometan al rey de Babilonia. No hagáis caso a los
profetas que os dicen: "No seréis esclavos del rey de Babilonia", porque os
profetizan mentiras. Yo no los envié -oráculo del Señor-, y ellos profetizan en
mi nombre falsamente, para hacer que yo os disperse y os destruya, a vosotros
con los profetas que os profetizan.»
Responsorio Dt 28, 15. 48. 64
R. Si no escuchas la voz del Señor, tu Dios, servirás al enemigo que mande el Señor contra ti;
* él te pondrá en los hombros un yugo de hierro.
V. El Señor os dispersará entre todos los pueblos, de un extremo a otro de la tierra.
R. El te pondrá en los hombros un yugo de hierro.
Año II:
Del libro de la Sabiduría 5, 1-24
LOS HOMBRES IMPÍOS SON CONDENADOS POR DIOS
El justo estará en pie sin temor, en presencia de los que lo afligieron y
despreciaron sus trabajos. Ellos al verlo se estremecerán de pavor, atónitos
ante la salvación imprevista; dirán entre sí, arrepentidos, entre sollozos de
angustia:
«Éste es aquel de quien un día nos reíamos con coplas injuriosas, nosotros
insensatos; su vida nos pareció una locura, su muerte una deshonra. ¿Cómo ahora
lo cuentan entre los hijos de Dios y comparte la herencia con los santos?
Luego, equivocamos el camino de la verdad; la luz de la justicia no nos
alumbró, no salió el sol para nosotros. Nos hartamos de andar por sendas de
impiedad y perdición, atravesamos desiertos intransitables; pero el camino del
Señor no lo conocimos.
¿De qué nos sirvió nuestro orgullo? ¿De qué la riqueza y la jactancia? Todo
aquello pasó como una sombra, como noticia que va corriendo; como nave que rompe
el mar agitado, y no es posible descubrir la huella de su
paso ni la estela de su quilla en las olas; como pájaro que volando atraviesa el
aire, y de su vuelo no se encuentra vestigio alguno: moviendo sus remos golpea
el aire ligero, lo corta con agudo silbido, se abre camino batiendo las alas y
después no se descubre señal de su paso; como flecha disparada al blanco: el
aire hendido refluye al instante sobre sí y no se sabe el camino que la flecha
siguió.
Lo mismo nosotros: apenas nacidos, dejamos de existir, y no podemos mostrar
vestigio alguno de virtud; nos consumimos en nuestra maldad.»
En efecto, la esperanza del impío es como brizna llevada por el viento, como
espuma ligera arrebatada por el huracán, como humo disipado por el viento; se
desvanece como el recuerdo del huésped de un día. Los justos, en cambio, viven
eternamente, reciben de Dios su recompensa, el Altísimo cuida de ellos.
Recibirán la noble corona, la rica diadema de manos del Señor; con su diestra
los cubrirá, con su brazo izquierdo los escudará.
Tomará la armadura de su celo y armará a la creación para vengarse de sus
enemigos; vestirá la coraza de la justicia, se pondrá como casco un juicio
insobornable; empuñará como escudo su santidad inexpugnable; afilará la espada
de su ira implacable y el universo peleará a su lado contra los insensatos.
Saldrán certeras ráfagas de rayos del arco bien tenso de las nubes y volarán
hacia el, blanco; la catapulta de su ira lanzará espeso pedrisco; las aguas del
mar se embravecerán contra ellos, los ríos los anegarán sin piedad; se levantará
contra ellos su aliento poderoso que los aventará como un huracán; la iniquidad
arrasará toda la tierra y los crímenes derrocarán los tronos de los soberanos.
Responsorio 1Jn 3, 7. 8. 10
R. Que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo.
* Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio.
V. En esto se reconocen los hijos de Dios y los del diablo.
R. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Atanasio, obispo, Contra los arrianos.
(Disertación 2, 78. 79: PG 26, 311. 314)
LAS OBRAS DE LA CREACIÓN REFLEJO DE LA SABIDURÍA ETERNA
En nosotros y en todos los seres hay una imagen creada de la Sabiduría
eterna. Por ello, no sin razón, el que es la verdadera Sabiduría de quien todo
procede, contemplando en las creaturas como una imagen de su propio ser
exclama: El Señor me creó al comienzo de sus obras. En efecto, el Señor
considera toda la sabiduría que hay y se manifiesta en nosotros como algo que
pertenece a su propio ser.
Pero esto no porque el Creador de todas las cosas sea él mismo creado, sino
porque él contempla en sus creaturas como una imagen creada de su propio ser.
Ésta es la razón por la que afirmó también el Señor: El que a vosotros recibe a
mí me recibe, pues aunque él no forma parte de la creación, sin embargo en las
obras de sus manos hay como una impronta y una imagen de su mismo ser, y por
ello, como si se tratara de sí mismo, afirma: El Señor me creó al principio de
sus tareas, al comienzo de sus obras.
Por esta razón precisamente la impronta de la sabiduría divina ha quedado
impresa en las obras de la creación para que el mundo, reconociendo en esta
sabiduría al Verbo, su Creador, llegue por él al conocimiento del Padre. Es esto
lo que enseña el apóstol san Pablo: Son manifiestas a ellos las verdades que se
pueden conocer acerca de Dios. Bien claro se las manifestó él. Así, desde la
creación del mundo, lo invisible de Dios es conocido mediante las obras. Por
esto, el Verbo, en cuanto tal, de ninguna manera es creatura, sino el arquetipo
de aquella sabiduría de la cual se afirma que existe y que está realmente en
nosotros.
Los que no quieren admitir lo que decimos deben responder a esta pregunta:
¿existe o no alguna clase de sabiduría en las creaturas? Si nos dicen que no existe,
¿por qué arguye, san Pablo diciendo que, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo
conoció por el camino de la sabiduría? Y si no existe ninguna sabiduría en las
creaturas, ¿cómo es que la Escritura alude a tan gran número de sabios? Pues en ella
le afirma: El sabio, lleno de temor, se aparta del mal y con sabiduría edifica su
casa.
Y dice también el Eclesiastés: La sabiduría del hombre hace brillar su rostro;
y el mismo autor increpa a los temerarios con estas palabras: No digas: ¿cómo es
que el tiempo pasado fue mejor que el presente? Pues no es de sabios preguntar sobre
ello.
Que exista la sabiduría en las cosas creadas queda patente también por las palabras
del hijo de Sirac. La derramó sobre todas sus obras, la repartió; entre los
vivientes, según su generosidad, la regaló a los que lo aman; pero esta efusión
de sabiduría no se refiere, en, manera alguna, al que es la misma Sabiduría por
naturaleza, el cual existe en sí mismo y es el Unigénito, sino más bien a aquella
sabiduría que aparece como su reflejo en las obras de la creación. ¿Por qué, pues,
vamos a pensar que es imposible que la misma Sabiduría creadora, cuyos reflejos
constituyen la sabiduría y la ciencia derramadas en la creación, diga de sí misma:
El Señor me creó al comienzo de sus obras? No hay que decir, sin embargo,
que la sabiduría que hay en el mundo sea creadora; ella, por el contrario, ha sido
creada, según aquello del salmo: El cielo proclama la gloria de Dios, el
firmamento pregona la obra de sus manos.
Responsorio Sb 7, 22. 23; ICo 2, 10
R. Hay en la sabiduría un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, perspicaz,
amante del bien, incoercible, firme, seguro, sereno;
* él todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los espíritus.
V. El Espíritu todo lo penetra, hasta la profundidad de Dios.
R. Él todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los espíritus.
Oración
Dios todopoderoso y eterna, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad,
y para que alcancemos lo que nos prometes haz que amemos lo que nos mandas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.