LUNES II
PRIMERA LECTURA
Año I:
De la carta a los Romanos 5, 1-11
LA JUSTIFICACIÓN DEL HOMBRE, POR MEDIO DE JESUCRISTO
Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con
Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el
acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos apoyados en la esperanza de
la gloria de los hijos de Dios. Y más aún, nos gloriamos hasta de las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra constancia; la constancia,
virtud acrisolada; y la virtud acrisolada, esperanza; y la esperanza no
defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el
Espíritu Santo que se nos ha dado.
Precisamente, cuando estábamos nosotros todavía sumidos en la impotencia del
pecado, murió Cristo por los pecadores, en el tiempo prefijado por el Padre. En
realidad, apenas habrá quien dé su vida por un justo; quizá por un bienhechor se
exponga alguno a perder la vida.
Pero Dios nos demuestra el amor que nos tiene en el hecho de que, siendo todavía
pecadores, murió Cristo por nosotros. Así que, con mayor razón, ahora que hemos
sido justificados por su sangre, seremos salvados
por él de la cólera divina.
Porque si, siendo aún enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
su Hijo, con mayor razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo eso. Hasta ponemos nuestra gloria y confianza en Dios gracias a
nuestro Señor Jesucristo, por cuyo medio hemos obtenido ahora la reconciliación.
Responsorio Rm 5, 8-9
R.
Dios nos demuestra el amor que nos tiene en el hecho de que,
* siendo todavía pecadores, murió Cristo por nosotros.
V. Con mayor razón, ahora que hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él de la cólera divina.
R. Siendo todavía pecadores, murió Cristo por nosotros.
Año II:
Del libro del Génesis 11, 1-26
LA DISPERSIÓN DEL GENERO HUMANO
El mundo entero hablaba la misma lengua con las mismas palabras. Al emigrar de oriente,
lo hombres encontraron una llanura en el país de Senaar, y se establecieron allí. Y se
dijeron unos a otros:
«Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos.»
Empleando ladrillos, en vez de piedras, y alquitrán, en vez de cemento. Y dijeron:
«Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos
y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.»
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y
se dijo:
«Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su
actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Vamos a bajar y
a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.»
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y dejaron de construir la
ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda
la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.
Descendientes de Sem:
Tenía Sem cien años, cuando engendró a Arfaxad dos años después del diluvio;
después vivió quinientos años, y engendró hijos e hijas.
Tenía Arfaxad treinta y cinco años, cuando engendró a Sela; después vivió
cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.
Tenía Sela treinta años, cuando engendró a Heber; después vivió cuatrocientos
tres años, y engendró hijos e hijas.
Tenía Heber treinta y cuatro año, 'uando engendro a Peleg; después vivió
cuatrocientos cincuenta años, y engendró hijos e hijas.
Tenía Peleg treinta años, cuando engendró a Reu; después vivió doscientos nueve
años, y engendró hijos e hijas.
Tenía Reu treinta y dos años, cuando engendró a Sarug; después vivió doscientos
siete años, y engendró hijos e hijas.
Tenía Sarug treinta años, cuando engendró a Najor;
después vivió doscientos años, engendró hijos e hijas.
Tenía Najor veintinueve año cuando engendró a Teraj; después vivió ciento diez
y nueve años, y engendró hijos e hijas.
Tenía Teraj setenta años, cu ido engendró a Abram, Najor y Harán.
Responsorio Is 66, 18; cf. Me 13, 27
R. Yo vendré para reunir a los pueblos de toda lengua:
* acudirán para ver mi gloria.
V. Entonces enviaré a mis ángeles para que reúnan a mis elegidos de los cuatro puntos cardinales.
R. Acudirán para ver mi gloria.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Efesios
(Cap. 13-18, 1: Funk 1, 183-187)
TENED FE Y CARIDAD PARA CON CRISTO
Procurad reuniros con más frecuencia para celebrar la acción de gracias y la
alabanza divina. Cuando os reunís con frecuencia en un mismo lugar, se debilita
el poder de Satanás, y la concordia de vuestra fe le impide causaros mal alguno.
Nada mejor que la paz, que pone fin a toda discordia en el cielo y en la tierra.
Nada de esto os es desconocido si mantenéis de un modo perfecto, en Jesucristo,
la fe y la caridad, que son el principio y el fin de la vida: el principio es la
fe, el fin la caridad. Cuando ambas virtudes van a la par se identifican con el
mismo Dios, y todo lo demás que contribuye al bien obrar se deriva de ellas. El
que profesa la fe no peca, y el que posee la caridad no odia. Por el fruto se
conoce el árbol; del mismo modo, los que hacen profesión de pertenecer a Cristo
se distinguen por sus obras. Lo que nos interesa ahora, más que hacer una
profesión de fe, es mantenernos firmes en esa fe hasta el fin.
Es mejor callar y obrar que hablar y no obrar. Buena cosa es enseñar, si el que
enseña también obra. Uno solo es el maestro, que lo dijo, y existió; pero
también es digno del Padre lo que enseñó sin palabras. El que posee la palabra
de Jesús es capaz de entender lo que él enseñó sin palabras y llegar así a la
perfección, obrando según lo que habla y dándose a conocer por lo que hace sin
hablar. Nada hay escondido para el Señor, sino que aun nuestros secretos más
íntimos no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes de que él
habita en nosotros, para que seamos templos suyos y él sea nuestro Dios en
nosotros, tal como es en realidad
y tal como se manifestará ante nuestra faz; por esto tenemos motivo más que
suficiente para amarlo.
No os engañéis, hermanos míos. Los que perturban las familias
no poseerán el
reino de Dios. Ahora bien, si los que así perturban el orden material son reos
de muerte, ¿cuánto más los que corrompen con sus falsas enseñanzas la fe que
proviene de Dios, por la cual fue crucificado Jesucristo? Estos tales, manchados
por su iniquidad, irán al fuego inextinguible, como también los que les hacen
caso. Para esto el Señor recibió el ungüento en su cabeza, para infundir en la
Iglesia la incorrupción. No os unjáis con el repugnante olor de las enseñanzas
del príncipe de este mundo, no sea que os lleve cautivos y os aparte de la vida
que tenemos prometida. ¿Por qué no somos todos prudentes, si hemos recibido el
conocimiento de Dios, que es Jesucristo? ¿Por qué nos perdemos neciamente, no
reconociendo el don que en verdad nos ha enviado el Señor?
Mi espíritu es el sacrificio expiatorio de la cruz, la cual para los incrédulos
es motivo de escándalo, mas para nosotros es la salvación y la vida eterna.
Responsorio Col 3, 17; 1Co 10, 31
R.
Todo lo que de palabra o de obra realicéis, * sea todo en nombre de Jesús,
ofreciendo la Acción de Gracias a Dios Padre por medio de él.
V. Haced todas las cosas a gloria de Dios.
R. Sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de Gracias a Dios Padre por medio de él.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha
paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida
transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.