LUNES X
Año I:
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro de Josué 1, 1-18
JOSUÉ, LLAMADO POR DIOS, EXHORTA AL PUEBLO A LA UNIDAD
Sucedió después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, que habló el Señor a
Josué, hijo de Nun y ayudante de Moisés, y le dijo:
«Moisés, mi siervo, ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa el Jordán, tú con
todo este pueblo, hacia la tierra que yo doy a los hijos de Israel. Os doy todo
lugar que sea hollado por la planta de vuestros pies, según declaré a Moisés.
Desde el desierto y desde el Líbano hasta el río grande, el Éufrates, y hasta el
mar grande de poniente será vuestro territorio. Nadie podrá resistir delante de
ti en todos los días de tu vida. Como estuve con Moisés, así estaré contigo; no
te dejaré ni te abandonaré.
Sé valiente y firme, porque tú vas a dar a este pueblo la posesión del país que
juré dar a sus padres. Sé, pues, valiente y muy firme, teniendo cuidado de
cumplir toda la ley que te dio mi siervo Moisés. No te apartes de ella ni a la
derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera que vayas. No se
aparte el libro de esta ley de tus labios; medítalo día y noche, procura obrar
en todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás suerte y éxito en tus
empresas. ¿No te he mandado que seas valiente y firme? No temas ni te acobardes,
porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.»
Josué, pues, dio a los escribas del pueblo la orden siguiente:
«Pasad por medio del campamento y dad esta orden al pueblo: "Haced provisiones,
porque dentro de tres días pasaréis el Jordán, para entrar a poseer la tierra
que el Señor vuestro Dios os ha dado en posesión."»
A los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés les habló así:
«Recordad la orden que os dio Moisés, siervo del Señor: el Señor vuestro Dios os
ha concedido descanso, dándoos esta tierra. Vuestras mujeres, vuestros pequeños
y vuestros rebaños se quedarán en la tierra que os ha dado Moisés al otro lado
del Jordán. Pero vosotros, todos los guerreros esforzados, pasaréis armados al
frente de vuestros hermanos y les ayudaréis hasta que el Señor conceda descanso
a vuestros hermanos igual que a vosotros, y también ellos tomen posesión de la
tierra que el Señor vuestro Dios les da. Entonces volveréis al país que os
pertenece, el que os dio Moisés, siervo del Señor, al lado oriental del Jordán.»
Ellos respondieron a Josué:
«Todo lo que nos has mandado lo haremos, dondequiera que nos envíes iremos. Lo
mismo que obedecimos en todo a Moisés, te obedeceremos a ti. Basta que el Señor
tu Dios esté contigo como estuvo con Moisés. Todo el que sea rebelde a tu voz y
no obedezca tus órdenes en cualquier cosa que le mandes morirá. Tú, sé valiente
y firme.»
Responsorio Jos 1, 5. 6. 9; Dt 31, 20
R. Como estuve con Moisés, así estaré contigo -dice el Señor-.
* Sé valiente y firme, pues tú vas a introducir a mi
pueblo en una tierra que mana leche y miel.
V. No temas ni te acobardes, porque yo estaré contigo
dondequiera que vayas; no te dejaré ni te abandonaré.
R. Sé valiente y firme, pues tú vas a introducir a mi
pueblo en una tierra que mana leche y miel.
Año II:
De la carta a los Filipenses 1, 12-26
CUALQUIER CIRCUNSTANCIA ES APTA PARA QUE CRISTO SEA GLORIFICADO
Quiero que sepáis, hermanos, que mi situación actual ha contribuido, más que
otra cosa, al progreso del Evangelio; tanto que en todo el pretorio y fuera de
él se ha hecho público que estoy encadenado por Cristo. Debido a esto, la mayor
parte de los hermanos, cobrando confianza en el Señor por mis cadenas, redoblan
su intrepidez para predicar sin miedo la palabra de Dios. Es cierto que algunos
van predicando a Cristo movidos por envidia y espíritu de rivalidad, pero otros
lo hacen con nobleza de sentimientos. Éstos lo hacen movidos por la caridad,
sabiendo que estoy puesto por Dios para defensa del Evangelio; pero aquéllos lo
hacen por rivalidad, con intenciones torcidas, pensando que añaden mayor
aflicción a mis cadenas.
Pero ¿qué importa? Como quiera que sea, con malas o buenas intenciones, Cristo
es predicado, y yo me alegro y me alegraré. Sé que esto redundará en provecho
mío, debido a vuestra oración y a la asistencia del Espíritu de Jesucristo.
Tengo la firme esperanza de que en ningún caso he de fracasar, y que con toda
seguridad, ahora como siempre, Cristo será enaltecido en mí, ya sea por mi vida
o ya sea por mi muerte. Que para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.
Pero si el vivir esta vida mortal supone para mí una labor fructífera, ¿qué voy
a escoger? No lo sé. Me encuentro en esta alternativa: por un lado, ansío partir
para estar con Cristo, que, sin duda alguna, es lo mejor para mí; pero, por
otro, comprendo que quedarme en esta vida es:.más provechoso para vosotros.
Convencido como estoy de esto, sé que me quedaré y estaré con todos vosotros
para vuestro progreso y júbilo en la fe. Así os procuraré, por mi nueva
presencia entre vosotros, nuevos motivos de gloria en Cristo Jesús.
Responsorio Flp 1, 20-21
R. Tengo la firme esperanza de que en ningún caso he de fracasar, y que con toda
seguridad, ahora como siempre,
* Cristo será enaltecido en mí, ya sea por mi vida o ya sea
por mi muerte.
V. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.
R. Cristo será enaltecido en mí, ya sea por mi vida o ya sea
por mi muerte.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Romanos.
(Cap. 3, 1-5, 3: Funk 1, 215-219)
SER CRISTIANO NO SÓLO DE NOMBRE, SINO DE HECHO
Nunca tuvisteis envidia de nadie, y así lo habéis enseñado a los demás. Lo que
yo ahora deseo es que lo que enseñáis y mandáis a otros lo mantengáis con
firmeza y lo practiquéis en esta ocasión. Lo único que para mí habéis de pedir
es que tenga fortaleza interior y exterior, para que no sólo hable, sino que
esté también interiormente decidido, a fin de que sea cristiano no sólo de
nombre, sino también de hecho. Si me porto como cristiano, tendré también
derecho a este nombre y, entonces, seré de verdad fiel a Cristo, cuando haya
desaparecido ya del mundo. Nada es bueno sólo por lo que aparece al exterior. El
mismo Jesucristo, nuestro Dios, ahora que está con su Padre, es cuando mejor se
manifiesta. Lo que necesita el cristianismo, cuando es odiado por el mundo, no
son palabras persuasivas, sino grandeza de alma.
Yo voy escribiendo a todas las Iglesias, y a todas les encarezco lo mismo: que
moriré de buena gana por Dios, con tal que vosotros no me lo impidáis. Os lo
pido por favor: no me demostréis una benevolencia inoportuna. Dejad que sea
pasto de las fieras, ya que ello me hará posible alcanzar a Dios. Soy trigo de
Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan
limpio de Cristo.
Halagad, más bien, a las fieras, para que sean mi sepulcro y no dejen nada de mi
cuerpo; así, después de muerto, no seré gravoso a nadie. Entonces seré de verdad
discípulo de Cristo, cuando el mundo no vea ya ni siquiera mi cuerpo. Rogad
por mí a Cristo, para que, por medio de esos instrumentos, llegue a ser una
víctima para Dios. No os doy yo mandatos como Pedro y Pablo. Ellos eran
apóstoles, yo no soy más que un condenado a muerte; ellos eran libres, yo no soy
al presente más que un esclavo. Pero, si logro sufrir el martirio, entonces seré
liberto de Jesucristo y resucitaré libre con él. Ahora, en medio de mis cadenas,
es cuando aprendo a no desear nada.
Desde Siria hasta Roma vengo luchando ya con las fieras, por tierra y por mar,
de noche y de día, atado como voy a diez leopardos, es decir, a un pelotón de
soldados que, cuantos más beneficios se les hace, peores se vuelven. Pero sus
malos tratos me ayudan a ser mejor, aunque no por eso me creo justificado.
Quiera Dios que tenga yo el gozo de ser devorado por las fieras que me están
destinadas; lo que deseo es que no se muestren remisas; yo las azuzaré para que
me devoren pronto, no suceda como en otras ocasiones que, atemorizadas, no se
han atrevido a tocar a sus víctimas. Si se resisten, yo mismo las obligaré.
Perdonadme lo que os digo; es que yo sé bien lo que me conviene. Ahora es cuando
empiezo a ser discípulo. Ninguna cosa, visible o invisible, me prive por envidia
de la posesión de Jesucristo. Vengan sobre mí el fuego, la cruz, manadas de
fieras, desgarramientos, amputaciones, descoyuntamiento de huesos,
seccionamiento de miembros, trituración de todo mi cuerpo, todos los crueles
tormentos del demonio, con tal de que esto me sirva para alcanzar a Jesucristo.
Responsorio Ga 2, 19-20
R. En virtud de la misma ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios.
Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios,
* que me amó hasta entregarse por mí.
V. Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo,
es Cristo quien vive en mí.
R. Que me amó hasta entregarse por mí.
Oración
Dios nuestro, de quien todo bien procede, concédenos seguir siempre tus inspiraciones,
para que tratemos de hacer continuamente lo que es recto y, con tu ayuda, lo llevemos
siempre a cabo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.