No te alegres, Israel, no te regocijes como otros pueblos, porque te has
prostituido abandonando a tu Dios. Vendiste tu amor por salario en todas las
eras de trigo; la era y el lagar no los alimentarán, el vino les fallará. No
habitarán en la tierra del Señor: Efraím volverá a Egipto, en Asiria comerán
manjares profanos. No harán libaciones de vino al Señor, no le ofrecerán
sacrificios. Comerán el pan del duelo, manjar impuro. Su pan les quitará el
hambre, pero no entrará en la casa del Señor. ¿Qué haréis el día de la
solemnidad, el día de la fiesta del Señor? Pues si escapan de la catástrofe,
Egipto los congregará, Menfis los sepultará; su plata codiciada será ortigas,
los cardos crecerán en sus tiendas.
Llegan los días de la cuenta, llegan los días de la retribución; que lo sepa
Israel. Necio es el profeta, ridículo el hombre de espíritu; por la muchedumbre
de tus iniquidades, por la abundancia de tus rebeliones. El profeta de mi pueblo
vigila sobre Efraím; es red extendida en su camino, rebelión en el templo de su
Dios. Se han corrompido profundamente, como en los días de Gabá: pero el Señor
recordará sus iniquidades, castigará su pecado.
Como uvas en el desierto encontré a Israel, como breva en la higuera descubrí a
vuestros padres. Pero ellos fueron a Baal-Fegor, se consagraron a la ignominia y
se hicieron abominables como el que amaban. La gloria de Efraím emigra como un
pájaro, desde el nacimiento, desde el vientre, desde la concepción; aunque se
multipliquen sus hijos, los dejaré sin herederos. ¡Ay de ellos, cuando de ellos
me aparte! Yo he visto a Efraím plantado en el prado, Efraím, para entregar al
verdugo a sus hijos. Dales, Señor; y ¿qué les darás? Dales vientres estériles y
pechos áridos.
Responsorio Os 9, 1; 14, 2; 13, 9
R. No te alegres, Israel, no te regocijes como otros pueblos,
porque te has prostituido abandonando a tu Dios. *
Conviértete al Señor tu Dios, pues por tu pecado has sucumbido.
V. Te matan, Israel, porque sólo en mí está tu auxilio.
R. Conviértete al Señor tu Dios, pues por tu pecado has sucumbido.
Año II
Del libro de Ester
AMAN OBTIENE LA SENTENCIA DE EXTERMINIO CONTRA TODOS LOS JUDÍOS
En aquellos días, el rey Asuero elevó al poder a Amán, hijo de Hamdatá, del país
de Agag; lo encumbró, y colocó su asiento por encima de todos los dignatarios
que estaban con él; todos los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real,
doblaban la rodilla y se postraban ante Amán, porque así lo había ordenado el
rey.
Pero Mardoqueo ni doblaba la rodilla ni se postraba. Los servidores del rey,
adscritos a la Puerta Real, dijeron a Mardoqueo:
¿Por qué traspasas la orden del rey?»
Y como se lo repitieran día tras día y él no les hiciera caso, se lo comunicaron
a Amán, para ver si Mardoqueo persistía en su palabra, pues les había
manifestado que él era judío.
Vio Amán que, efectivamente, Mardoqueo no doblaba la rodilla ni se postraba ante
él, y se llenó de ira. Y, cuando le notificaron a qué pueblo pertenecía
Mardoqueo, no contentándose con poner la mano sobre él solo, intentó exterminar,
junto con él, a todos los judíos de todo el reino de Asuero.
El año doce del rey Asuero, el mes primero, que es el mes de Nisán, se sacó el
«Pur» (es decir, la suerte) en presencia de Amán, para determinar el día y el
mes. Salió el doce, que es el mes de Adar. Amán dijo al rey Asuero:
«Hay un pueblo, disperso y diseminado entre los pueblos de todas las provincias
de tu reino, con sus leyes, distintas de las de todos los pueblos, y que no cumple
las leyes reales. No conviene al rey dejarlos en paz. Si el rey juzga conveniente
publicar un decreto para exterminarlos, yo haré que se entreguen diez mil talentos
de plata a los intendentes, para que los ingresen en la cámara del tesoro.»
Entonces el rey, sacándose el anillo de su dedo, se lo entregó a Aman, hijo de
Hamdatá, el de Agag, y enemigo de los judíos, y le dijo:
«La plata te la regalo; en cuanto a ese pueblo, haz lo que te parezca.»
El día trece del primer mes fueron convocados los secretarios del rey para
escribir, según lo ordenado por Amán, a los sátrapas del rey, a los inspectores
de cada provincia y a los jefes de todos los pueblos; a cada provincia según su
escritura y a cada pueblo según su lengua. Se escribió en nombre del rey Asuero,
se selló con el anillo del rey y se enviaron las cartas, por medio de los
correos, a todas las provincias del rey, para exterminar, matar y aniquilar a
todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, y para saquear sus
bienes, en el espacio de un solo día, el trece del mes doce, que es el mes de
Adar.
El texto de este escrito debía ser promulgado como ley en todas las provincias,
y fue puesto en conocimiento de todos los pueblos, a fin de que estuviesen
preparados para aquel día. Por orden del rey, partieron los correos
apresuradamente. El decreto fue publicado también en la ciudadela de Susa.
Mientras el rey y Amán banqueteaban, en Susa reinaba la consternación.
Responsorio Est 13, 9; Sal 43, 26; Est 13, 17
R. Señor, Rey omnipotente, todo está sometido a tu poder y no hay quien pueda
resistir a tu voluntad. * Redímenos por tu misericordia.
V. Escucha nuestra oración y convierte nuestro duelo en alegría.
R. Redímenos por tu misericordia.
SEGUNDA LECTURA
Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores
(Sermón 46, 3-4: CCL 41, 530-531)
LOS PASTORES QUE SE APACIENTAN, A SÍ MISMOS
Veamos, pues, lo que dice a los pastores que se apacientan a sí mismos la
palabra divina que a nadie adula:
Os bebéis su leche, os vestís con su lana; y matáis a las mejor alimentadas,
pero no apacentáis las ovejas. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las
enfermas, ni vendáis a las heridas; no recogéis las descarriadas ni buscáis a
las perdidas, y las habéis dominado con crueldad y violencia. Al no tener
pastor, se desperdigaron mis ovejas.
De estos pastores que se apacientan a sí mismos y no a las ovejas se dice aquí
lo que buscan y lo que, por el contrario, olvidan. ¿Qué es lo que buscan? Os
bebéis su leche, os vestís con su lana. Sobre ello dice el Apóstol: ¿Quién
planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta un rebaño y no se
aprovecha de la leche? Los bienes, por tanto, que el pueblo ofrece para el
sustento de la vida corporal de sus prelados son como la leche del rebaño. Pues
de esto precisamente hablaba el Apóstol en el lugar que os he recordado.
Si bien el Apóstol eligió para sí trabajar con sus propias manos, con el fin de
no tener que buscar ni tan sólo la leche de sus ovejas, afirmó, con todo, que
tenía derecho a recibir esta leche, como lo había establecido el Señor al decir
que quienes anuncian el Evangelio vivan del Evangelio; y en otro lugar afirma
también que otros coapóstoles suyos usaron de este derecho que les había sido
dado y que no habían usurpado. Al renunciar él a este su derecho fue más allá de
su obligación, pero no exigió que los otros hicieran lo mismo. Quizá se refiera
también a esto mismo aquello que se nos dice del buen samaritano que condujo al
que había encontrado herido a la posada y dijo al posadero: Si gastas algo más,
ya te lo abonaré a mi vuelta.
¿Qué más debemos añadir sobre estos pastores que no andan tras la leche de sus
rebaños? Sin duda debemos afirmar que son más misericordiosos o, mejor dicho,
que realizan con más largueza su deber de mostrar misericordia. Pueden obrar así
y, según esta posibilidad que tienen, así obran.
Alabemos a los que actúan de esta manera, pero no condenemos a los que se
comportan de otro modo. Ya que el mismo Apóstol, aunque no buscaba los bienes
que se le ofrecían, deseaba, sin embargo, que las ovejas dieran su fruto y no
las quería estériles
ni sin leche.
Responsorio Ez 34, 15-16
R. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo las haré sestear -dice el Señor-.
* Buscaré las ovejas perdidas, recogeré las descarriadas.
V. Curaré a las enfermas y cuidaré de las fuertes y robustas.
R. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré las descarriadas.
Oración
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos de
bondad y haz que te sirvamos con todo el corazón, para que experimentemos los
efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.