MARTES VIII
PRIMERA LECTURA
Año I:
De la primera carta a los Corintios 15, 20-34
LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Lo mismo
que por un hombre hubo muerte, por otro hombre hay resurrección de los muertos.
Y lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a
la vida. Pero cada uno en su puesto: primero, Cristo; después, en su Parusía,
los de Cristo. Después será la consumación: cuando devuelva el reino a Dios
Padre, después de aniquilar todo principado, poder y fuerza.
Pues él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. El último
enemigo aniquilado será la muerte. Porque ha sometido todas las cosas bajo sus
pies. Mas cuando él dice que «todo está sometido», es evidente que se excluye a
aquel que ha sometido a él todas las cosas. Cuando hayan sido sometidas a él
todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a aquel que ha sometido a
él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.
De no ser así, ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no
resucitan en manera alguna, ¿por qué bautizarse por ellos? Y nosotros mismos,
¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? Os juro, hermanos, por el orgullo
que siento por vosotros en Cristo Jesús, Señor nuestro, que cada día estoy en
peligro de muerte. Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias,
¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana
moriremos. No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas
costumbres.» Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros
quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.
Responsorio 1Co 15, 25-26; cf. Ap 20, 13. 14
R. Cristo debe reinar hasta que Dios ponga todos sus enemigos bajo sus pies.
* El último enemigo aniquilado será la muerte.
V. Entonces la muerte v el hades devolverán los muertos,
y la muerte y el hades serán arrojados al lago de fuego.
R. El último enemigo aniquilado será la muerte.
Año II:
De la segunda carta a los Corintios 9, 1-15
FRUTOS ESPIRITUALES DE LA COLECTA
Hermanos: En verdad no hace falta que os escriba más sobre esta ayuda en favor
de los fieles (de Jerusalén). Conozco vuestra buena voluntad y de ella me ufano
ante los macedonios, diciéndoles: «Acaya está preparada para la colecta desde el
año pasado.» Y así, vuestro interés ha estimulado a muchísimos.
Con todo, envío a los hermanos, no vaya a ser que la jactancia que hemos
demostrado por vosotros se reduzca a nada, y para que estéis preparados, como os
decía. No sea que al llegar conmigo los de Macedonia, y encontraros
desprevenidos, nos veamos nosotros -por no decir vosotros- avergonzados de la
confianza que en vosotros depositamos.
Así que he creído necesario rogar a los hermanos que vayan antes que nosotros y
organicen esa larga bendición de generosidad que prometisteis. Así preparada,
será, en verdad, una generosa bendición, y no una ruindad.
Mirad: quien poco siembra poco cosechará, y quien siembra en abundancia en
abundancia cosechará. Que cada uno dé según el dictamen de-su corazón, y no de
mala gana ni forzado, que Dios ama al que da con alegría. Poderoso es Dios para
colmaros de todo género de gracias, de suerte que, teniendo siempre y en toda
ocasión lo suficiente, tengáis en abundancia para todo género de obras buenas.
Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante.»
Dios, que provee de semilla al sembrador y de pan para su alimento, os dará
también a vosotros semilla en abundancia y multiplicará los frutos de vuestra
justificación. Así os enriqueceréis en todo, para poder dedicaros a toda obra de
generosidad, lo que hará que se eleven, por mediación vuestra, acciones de
gracias a Dios.
Porque la prestación de este oficio sagrado no sólo va remediando la indigencia
de los fieles, sino que va también suscitando en ellos numerosas acciones de
gracias a Dios. Al experimentar en sí mismos este servicio vuestro, glorifican a
Dios, porque ven vuestra docilidad en cumplir el mensaje de Cristo, y vuestra
generosidad en comunicar los bienes con ellos y con todos. También ellos, con
sus oraciones, os muestran el afecto que os tienen a causa de esta
sobreabundante gracia de Dios que se descubre en vosotros.
Gracias sean dadas a Dios por su don inefable.
Responsorio Lc 6, 38; 2Co 9, 7
R. Dad y se os dará: se os echará en vuestro regazo una medida abundante,
bien apretada y bien colmada hasta rebosar.
* Con la medida con que midáis se os medirá a vosotros.
V. Dé cada uno según el dictamen de su corazón,
no de mala gana ni forzado.
R. Con la medida con que midáis se os medirá a vosotros.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ambrosio, obispo, Sobre los misterios.
(Núms. 12-16. 19: SC 25 bis, 162-164)
TODAS ESTAS COSAS LES ACONTECÍAN A ELLOS EN FIGURA
Te enseña el Apóstol que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, que
todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el
mar. Y en el cántico de Moisés leemos: Sopló tu aliento y los cubrió el
mar. Te das cuenta de que el paso del mar Rojo por los hebreos era ya una
figura del santo bautismo, ya que en él murieron los egipcios y escaparon los
hebreos. Esto mismo nos enseña cada día este sacramento, a saber, que en él
queda sumergido el pecado y destruido el error, y en cambio la piedad y la
inocencia lo atraviesan indemnes.
Oyes cómo nuestros padres estuvieron bajo la nube, y una nube ciertamente
beneficiosa, ya que refrigeraba los ardores de las pasiones carnales; la nube
que los cubría era el Espíritu Santo. Él vino después sobre la Virgen María, y
la virtud del Altísimo la cubrió con su sombra, cuando engendró al Redentor del
género humano. Y aquel milagro en tiempo de Moisés aconteció en figura. Si,
pues, en la figura estaba el Espíritu, ¿no estará en la verdad, siendo así que
la Escritura te enseña
que la ley se nos dio por mediación de Moisés, pero la gracia y la verdad nos
han venido por Jesucristo?
El agua de Mara era amarga, pero Moisés echó en ella un madero y se volvió
dulce. De modo semejante,
el agua, sin la proclamación de la cruz del Señor, no sirve en absoluto para la
salvación; pero cuando ha sido consagrada por el misterio de la cruz salvadora,
entonces se vuelve apta para el baño espiritual y para la bebida saludable. Pues
del mismo modo que Moisés, el profeta, echó un madero en aquella agua, así ahora
el sacerdote echa en ésta la proclamación de la cruz del Señor y el- agua se
vuelve dulce para la gracia.
No creas, pues, solamente lo que ven tus ojos corporales; más segura es la
visión de lo invisible, porque lo que se ve es temporal, lo que no se ve eterno.
La visión interna de la mente es superior a la mera visión ocular.
Finalmente, aprende lo que te enseña una lectura del libro de los Reyes. Naamán
era sirio y estaba leproso, sin que nadie pudiera curarlo. Entonces, una
jovencita de entre los cautivos explicó que en Israel había un profeta que podía
limpiarlo de la infección de la lepra. Naamán, habiendo tomado oro y plata, se
fue a ver al rey de Israel. Éste, al saber el motivo de su venida, rasgó sus
vestiduras, diciendo que le buscaban querella al pedirle una cosa que no estaba
en su regio poder. Pero Elíseo mandó decir al rey que le enviase al sirio, para
que supiera que había un Dios en Israel. Y cuando vino a él, le mandó que se
sumergiera siete veces en el río Jordán. Entonces Naamán empezó a decirse a sí
mismo que eran mejores las aguas de los ríos de su patria, en los cuales se
había bañado muchas veces sin que lo hubiesen limpiado de su lepra, y se
marchaba de allí sin hacer lo que le había dicho el profeta. Pero sus siervos lo
persuadieron por fin y se bañó, y, al verse curado, entendió al momento que lo
que purifica no es el agua, sino el don de Dios.
Él dudó antes de ser curado; pero tú, que ya estás curado, no debes dudar.
Responsorio Sal 77, 52. 53; 1Co 10, 2
R. Sacó el Señor como un rebaño a su pueblo, los condujo seguros, sin alarmas;
* mientras el mar cubría a sus enemigos.
V. Todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar.
R. Mientras el mar cubría a sus enemigos.
Oración
Dirige, Señor, la marcha del mundo, según tu voluntad, por los caminos de la paz,
y que tu Iglesia se regocije con la alegría de tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo.