MIÉRCOLES XVI

PRIMERA LECTURA

Año I:


Del primer libro de las Crónicas     22, 5-19

DAVID PREPARA LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO


    En aquellos días, dijo David:
    «Mi hijo Salomón es todavía joven y débil, y la casa que ha de edificarse para el Señor debe ser grandiosa sobre. toda ponderación, para tener nombre y gloria en todos los países. Así que le haré yo los preparativos.»
    Hizo David, en efecto, grandes preparativos antes de su muerte. Después llamó a su hijo Salomón y le mandó que edificase una casa para el Señor, el Dios de Israel. Dijo David a Salomón:
    «Hijo mío, yo había deseado edificar una casa al nombre del Señor, mi Dios. Pero me fue dirigida la palabra del Señor que me dijo: "Tú has derramado mucha sangre y hecho grandes guerras; no podrás edificar tú la casa a mi nombre, porque has derramado en tierra mucha, sangre delante de mí. Mira que te va a nacer un hijo, que será hombre de paz; le concederé paz con todos sus enemigos en derredor, porque Salomón será su nombre y en sus días concederé paz y tranquilidad a Israel. Él edificará una casa a mi nombre; él será para mí un hijo y yo seré para él un padre y consolidaré el trono de su reino sobre Israel para siempre."
    Ahora, pues, hijo mío, que el Señor esté contigo, para que logres edificar la casa del Señor tu Dios, como él de ti lo ha predicho. Quiera el Señor concederte prudencia y entendimiento cuando te constituya sobre Israel, para que, guardes; la-ley. del Señor tu Dios. No prosperarás si no cuidas de cumplir los decretos y las normas que el Señor ha prescrito a Moisés para Israel. ¡Sé fuerte y ten buen ánimo! ¡No temas ni desmayes! Mira lo que yo he preparado en mi pequeñez para la casa del Señor: cien mil talentos de oro, un millón de talentos de plata y una cantidad de cobre y de hierro incalculable por su abundancia. He preparado también maderas y piedras que tú podrás aumentar. Y tienes a mano muchos obreros, canteros, artesanos en piedra y en madera, expertos en toda clase de obras. El oro, la plata, el bronce y el hierro son sin número. ¡Levántate, pues! Manos a la obra y que el Señor esté contigo.»
    Mandó David a todos los jefes de Israel que ayudasen a su hijo Salomón:
    «¿No está con vosotros el Señor vuestro Dios? ¿Y no os ha dado paz por todos lados? Pues él ha entregado en mis manos a los habitantes del país, y el país está sujeto ante el Señor y ante su pueblo. Aplicad ahora vuestro corazón y vuestra alma a buscar al Señor vuestro Dios. Levantaos y edificad el santuario del Señor Dios, para trasladar el arca de la alianza del Señor y los utensilios del santuario de Dios a la casa que ha de edificarse al nombre del Señor.»

Responsorio     lCro 22, 19; Sal 131, 7; Is 56, 7

R.
Aplicad vuestro corazón y vuestra alma a buscar al Señor; levantaos y edificad el santuario del Señor Dios. * Entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies.
V. Esto dice el Señor: «Mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.»
R. Entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies.


Año II:

Del libro de Job     18, 1-21

DISCURSO DE BILDAD. LA LUZ DEL MALVADO SE APAGA


    Bildad de Suj habló a su vez y dijo:
    «¿Hasta cuándo irás a caza de palabras? Reflexiona, y luego hablaremos. ¿Por qué nos consideras unas bestias y nos tienes por idiotas? Tú, que te despedazas con tu cólera, ¿podrás dejar la tierra deshabitada o mudar las rocas de su sitio?
    La luz del malvado se apaga, y no brilla la llama de su hogar; se oscurece la luz de su tienda, y se le apaga la lámpara; se acortan sus pasos vigorosos, y sus propios planes lo derriban; sus pies lo llevan a la red, y camina entre mallas; un lazo lo sujeta por los tobillos, y la trampa se cierra sobre él; hay nudos escondidos en el suelo; y trampas en su senda.
    Lo rodean terrores que lo espantan, y dispersan sus pasos; su vigor queda demacrado, y la desgracia está junto a su costado; la enfermedad se ceba en su piel, devora sus miembros el primogénito de la muerte; lo arrancan de la paz de su tienda, para conducirlo al Rey de los terrores; el fuego se asienta en su tienda, y esparcen azufre en su morada; por debajo se secan sus raíces, por arriba se marchita su ramaje.
    Su recuerdo se acaba en el país, y queda sin nombre a la redonda; expulsado de la luz a las tinieblas, desterrado del mundo, sin prole ni descendencia entre su pueblo, sin un superviviente en su territorio.
    De su destino se espantan los del poniente, y los del levante se llenan de horror: "¡Ésta es la morada del malvado, el lugar del que no reconoce a Dios!"»

Responsorio     Jb 19, 2. 3. 6. 9. 11

R.
¿Hasta cuándo seguiréis afligiéndome y aplastándome con palabras? Me sonrojáis y me ultrajáis sin reparo. * Sabed que es Dios quien me ha trastornado envolviéndome en sus redes.
V. Me ha despojado de mi honor; ardiendo en ira contra mí, me considera su enemigo.
R. Sabed que es Dios quien me ha trastornado envolviéndome en sus redes.


SEGUNDA LECTURA

Del libro de la Imitación de Cristo.

(Libro 2, 1-6)

EL REINO DE DIOS ES PAZ Y ALEGRÍA EN EL ESPÍRITU SANTO


    Conviértete a Dios de todo corazón, despréndete de este mundo miserable y tu alma encontrará la paz; pues el reino de Dios es paz y alegría en el Espíritu Santo. Cristo vendrá a ti y te dará a probar su consuelo, si le preparas una digna morada en tu interior.
    Toda su gloria y hermosura está en lo interior, y allí se complace. Tiene él un frecuente trato con el hombre interior, platica dulcemente con él, lo consuela suavemente, le infunde una paz profunda y tiene con él una familiaridad admirable en extremo.
    Ea, pues, alma fiel, prepara tu corazón a este Esposo, para que se digne venir a ti y habitar en ti. Pues él dice: Si alguno me ama guardará mi palabra, y vendremos a fijar en él nuestra morada. De modo que hazle en ti lugar a Cristo. Si posees a Cristo, serás rico y con él te bastará. Él será tu proveedor y fiel procurador en todo, de manera que no tendrás necesidad de esperar en los hombres.
    Pon en Dios toda tu confianza y sea él el objeto de tu veneración y de tu amor. Él responderá por ti y todo lo hará bien, como mejor convenga.
    No tienes aquí ciudad permanente. Dondequiera que estuvieres serás extranjero y peregrino; jamás tendrás reposo si no te unes íntimamente a Cristo.
    Pon tu pensamiento en el Altísimo y eleva a Cristo tu oración constantemente. Si no sabes meditar cosas sublimes y celestes, descansa en la pasión de Cristo, deleitándote en contemplar sus preciosas llagas. Sufre por Cristo y con Cristo, si quieres reinar con Cristo.
    Si una sola vez entrases perfectamente al interior de Jesús y gustases un poco de su ardiente amor, no te preocuparías ya de tus propias ventajas o desventajas; más bien te gozarías de las humillaciones que te hiciesen, porque el amor de Jesús hace que el hombre se menosprecie a sí mismo.

Responsorio     Sal 70, 1-2. 5

R.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; * tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo.
V. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
R. Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo.


Oración

Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.