MIÉRCOLES XVIII
PRIMERA LECTURA
Año I:
Del segundo libro de las Crónicas 20,1-9.13-24
ADMIRABLE PROTECCIÓN DE DIOS SOBRE EL FIEL REY JOSAFAT
En aquellos días, los hijos de Moab y los hijos de Ammón, y con ellos algunos
maonitas, marcharon contra Josafat para atacarlo. Vinieron mensajeros que
avisaron a Josafat, diciendo:
«Viene contra ti una gran muchedumbre de gentes de allende el mar, de Edom, que
están ya en Jasasón-Tamar, o sea Engadí.»
Josafat tuvo miedo y se dispuso a buscar al Señor, promulgando un ayuno para
todo Judá. Congregóse Judá para implorar al Señor, y también de todas las
ciudades de Judá vino gente a suplicar al Señor. Entonces Josafat, puesto en pie
en medio de la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa del Señor, delante
del atrio nuevo, dijo:
«Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en el cielo, y no dominas tú
en todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano el poder y la
fortaleza, sin que nadie pueda resistirte? ¿No has sido tú, Dios nuestro, el que
expulsaste a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la
diste a la posteridad de tu amigo Abraham para siempre? Ellos la han habitado, y
han edificado un santuario a tu nombre, diciendo: "Si viene sobre nosotros algún
mal, espada, castigo, peste o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y
delante de ti, porque tu nombre reside en esta casa; clamaremos a ti en nuestra
angustia, y tú oirás y nos salvarás."»
Todo Judá estaba en pie ante el Señor con sus niños y sus mujeres. Vino el
espíritu del Señor sobre Yajaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benanías, hijo de
Yeiel, hijo de Mattanías, levita, de los hijos de Asaf, que estaba en medio. de
la asamblea, y dijo:
«¡Atended, vosotros, Judá entero y habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey
Josafat! Así os dice el Señor: No temáis ni os asustéis ante esa gran
muchedumbre; porque esta guerra no es vuestra, sino de Dios. Bajad contra ellos
mañana; mirad, ellos van a subir por la cuesta de Sis. Los encontraréis en el
valle de Sof, junto al desierto de Yeruel. No tendréis que pelear en esta
ocasión. Apostaos y quedaos quietos, y veréis la salvación del Señor que vendrá
sobre vosotros, oh Judá y Jerusalén. ¡No temáis ni os asustéis! Salid mañana al
encuentro de ellos, pues el Señor estará con vosotros.»
Josafat se inclinó rostro en tierra; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén
se postraron ante el Señor para adorarlo. Y los levitas, de los hijos de los
quehatitas y de la estirpe de los coreítas, se levantaron para, alabar con gran
clamor al Señor, el Dios de Israel. Al día siguiente se levantaron temprano y
salieron al desierto de Técoa. Mientras iban saliendo, Josafat, puesto en pie,
dijo:
«¡Oídme, Judá y habitantes de Jerusalén! Tened confianza en el Señor, vuestro
Dios, y estaréis seguros; tened confianza en sus profetas y triunfaréis.»
Después, habiendo deliberado con el pueblo, señaló cantores que, vestidos de
ornamentos sagrados y marchando al frente de los guerreros, cantasen en honor
del Señor:
«¡Alabad al Señor porque su amor es eterno!»
Y en el momento en que comenzaron las aclamaciones y las alabanzas, el Señor
puso emboscadas entre los hijos de Ammón, de Moab y del monte Seír, que habían
venido contra Judá, y fueron derrotados. Porque -se levantaron los hijos de
Ammón y Moab contra los moradores del monte Seír, para entregarlos al anatema y
aniquilarlos, y cuando hubieron acabado con los moradores de Seír, se aplicaron
a destruirse mutuamente.
Cuando Judá llegó a la cima que domina el desierto y volvieron sus ojos hacia la
multitud, no había más que cadáveres tendidos por tierra; ninguno pudo escapar.
Responsorio Ef 6, 12. 14; 2Cro 20, 17
R. Nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados y potestades, contra los espíritus del mal.
* Tened, pues, ceñida vuestra cintura con la verdad.
V. Tened confianza, y veréis la salvación del Señor que vendrá sobre vosotros.
R. Tened, pues, ceñida vuestra cintura con la verdad.
Año II:
Del libro del profeta Joel 2, 28-3, 8
EL JUICIO FINAL
Esto dice el Señor:
«Derramaré mi espíritu sobre toda carne: profetizarán vuestros hijos y vuestras
hijas, vuestros ancianos soñarán sueños y vuestros jóvenes tendrán visiones.
Hasta sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.
Haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego, columnas de humo. El
sol se oscurecerá, la luna aparecerá sangrienta, antes de que llegue el día del
Señor, grande y terrible.
Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará, porque en el monte de Sión
y en Jerusalén quedará un resto, como lo ha prometido el Señor, y entre los
supervivientes estarán también aquellos que llame el Señor.
Porque en el tiempo aquél, cuando yo cambie la suerte de Judá y Jerusalén,
congregaré a todas las naciones y las haré bajar al valle de Josafat. Haré
juicio contra ellas, a favor de mi pueblo, mi heredad, Israel, al que
dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi heredad. Se sorteaban mi
pueblo, cambiaban un muchacho por una prostituta, vendían una muchacha por vino
y se lo bebían.
¿Qué queréis conmigo, Tiro y Sidón, provincias de Filistea? ¿Quisisteis vengaros
de mí, quisisteis que os las pagara? Muy pronto haré recaer la paga sobre
vuestras cabezas. Me robasteis mi oro y mi plata, llevasteis a
vuestros templos mis objetos preciosos; vendisteis los hijos de Judá y Jerusalén
a los griegos, alejándolos de su tierra. Pero yo los haré salir del país donde
los vendisteis, haré recaer vuestra acción sobre vosotros; venderé vuestros
hijos e hijas a los judíos, y ellos los venderán al pueblo remoto de los sabeos»
-lo ha dicho el Señor-.
Responsorio Cf. Jl 2, 32; Ab 21
R. Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará,
* porque en el monte de Sión y en Jerusalén quedará un resto, los supervivientes que llame el Señor.
V. Subirán vencedores al monte de Sión, y el reino será del Señor.
R. Porque en el monte de Sión y en Jerusalén quedará un resto, los supervivientes que llame el Señor.
SEGUNDA LECTURA
De la carta llamada de Bernabé
(Cap. 19, 1-3. 5-7. 8-12: Funk 1, 53-57)
EL CAMINO DE LA LUZ
El camino de la luz es como sigue: el que quiera llegar al lugar
prefijado ha de esforzarse en hacerlo con sus obras. Ahora bien, se nos ha dado
a conocer cómo debemos andar este camino. Ama a Dios, que te creó; venera al que
te formó; glorifica al que te redimió de la muerte; sé sencillo de corazón y
rico en el espíritu; no te juntes a los que van por el camino que lleva a la
muerte; odia todo aquello que desagrada a Dios; odia toda simulación; no olvides
los mandamientos del Señor. No te ensalces a ti mismo, sé humilde en todo; no te
arrogues la gloria a ti mismo. No maquines el mal contra tu prójimo; guarda tu
alma de la arrogancia.
Ama a tu prójimo más que a tu propia vida. No cometas aborto, ni mates tampoco
al recién nacido. No descuides la educación de tu hijo o hija, sino enséñales
desde su infancia el temor; de Dios. No desees los bienes de tu prójimo ni seas
avaro; tampoco te juntes de buen grado con los soberbios, antes procura
frecuentar el trato de los humildes y justos.
Cualquier cosa que te suceda recíbela como un bien, consciente de que nada pasa
sin que Dios lo haya dispuesto. No seas inconstante ni hipócrita, porque la
hipocresía es un lazo mortal.
Comunica todas las cosas con tu prójimo y no tengas nada como tuyo, pues si
todos sois copropietarios de los bienes incorruptibles, ¿cuánto más no debéis
serlo de los corruptibles? No seas precipitado en el hablar, porque la boca es
un lazo mortal. Procura al máximo la castidad, en bien de tu alma. No seas fácil
en abrir tu mano para recibir y en cerrarla para dar. A todo el que te comunica
la palabra de Dios ámalo como a las niñas de tus ojos.
Recuerda día y noche el día del juicio y busca constantemente la presencia de
los santos, ya sea argumentando, exhortando y meditando con qué palabras podrás
salvar un alma, ya sea trabajando con tus manos para obtener la redención de tus
pecados.
No seas reacio para dar, ni des de mala gana, sino ten presente cuán bueno es el
que te ha de remunerar por tus dádivas. Conserva la doctrina recibida, sin
añadirle ni quitarle nada. El malo ha de serte siempre odioso. Juzga con
justicia. No seas causa de desavenencias, antes procura reconciliar a los que
contienden entre sí. Confiesa tus pecados. No vayas a la oración con mala
conciencia. Éste es el camino de la luz.
Responsorio Sal 118, 101-102
R. Aparto mi pie de toda senda mala,
* para guardar tu palabra, Señor.
V. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.
R. Para guardar tu palabra, Señor.
Oración
Señor, danos tu misericordia y atiende a las súplicas de tus hijos;
concede la tranquilidad y la paz a los que nos gloriamos de tenerte
como creador y como guía, y consérvalas en nosotros para siempre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.