MIÉRCOLES XXIII
PRIMERA LECTURA
Año I:
Comienza el libro del profeta Oseas 1, 1-9; 3, 1-5
EL PROFETA OSEAS, SÍMBOLO DEL AMOR DE DIOS HACIA SU PUEBLO
Palabra del Señor que recibió Oseas, hijo de Beerí, durante los reinados de Ozías,
Yotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel.
Comienzan las palabras del Señor a Oseas: Dijo el Señor a Oseas:
«Anda, toma una mujer prostituta, y engendra hijos de prostitución; porque toda la
tierra se ha prostituido, apartándose del Señor.»
El fue y tomó a Gomer, hija de Dibláyim, la cual concibió y le parió un hijo. El
Señor le dijo:
«Llámalo Yizreel, porque muy pronto tomaré cuentas de la sangre de Yizreel a la casa
de Jehú y pondré fin al reino de Israel. Aquel día romperé el arco de Israel en el
valle de Yizreel.»
Ella volvió a concebir y parió una hija. El Señor le dijo:
«Llámala "No-compadecida" porque ya no me compadeceré de la casa de Israel.
Pero de la casa de Judá me compadeceré y la salvaré por el Señor su Dios: No los
salvaré con arcos ni espadas ni batallas ni caballos ni jinetes.»
Gomer destetó a «No-compadecida», y concibió y parió un hijo. Dijo el Señor:
«Llámalo "No-es-mi-pueblo", porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré para
vosotros "El-que-soy".»
Volvió a decirme el Señor:
«Anda, ama a una mujer amante de otro y adúltera: así ama el Señor a los israelitas,
y ellos se entregan a dioses ajenos y les gustan las tortas de uvas.»
Yo me la compré por quince monedas de plata y fanega y media de cebada, y le dije:
«Por incontables días vivirás conmigo: no adulterarás ni serás de otro y yo seré tuyo.»
Porque por incontables días vivirán los israelitas sin rey ni príncipe, sin sacrificios ni
altares, sin ornamentos ni imágenes. Después volverán los israelitas buscando al Señor,
su Dios, y a David, su rey, y adorarán al Señor, su bien, al fin de los tiempos.
Responsorio 1Pe 2, 9. 10; Rm 9, 26
R. Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio.
* Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios.
V. Ahí donde se dijo: «No sois mi pueblo», serán llamados «hijos del Dios vivo».
R. Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios.
Año II
De la segunda carta del apóstol san Pedro 2, 9-22
REPROBACIÓN DE LOS CORROMPIDOS Y ENGAÑADORES
Hermanos: El Señor sabe librar de la prueba a los hombres justos y reserva a los
malvados para castigarlos en el día del juicio. Sobre todo castigará a los que,
por deseos impuros, andan tras la carne y desprecian la soberanía del Señor.
Son osados, pagados de sí mismos, no temen insultar a los seres gloriosos,
cuando ni los mismos ángeles, superiores en fuerza y poder, se atreven a
pronunciar en el tribunal de Dios ninguna acusación injuriosa contra tales seres
gloriosos. Estos hombres, por el contrario, son como animales desprovistos de
razón, nacidos para ser capturados y destruidos. Vituperan cosas que no
entienden; serán destruidos igual que los animales, sufriendo así el castigo
merecido por su iniquidad.
Se complacen en entregarse desvergonzadamente al libertinaje en pleno día,
¡hombres corrompidos e inmundos!, y se gozan en engañaros mientras están con
vosotros en las comidas comunitarias. Brillan sus ojos de pasión por la adúltera
y no se hartan de pecado, seducen a las almas vacilantes, tienen entregado el
corazón a la avaricia, son hijos de maldición. Abandonando el
camino recto, se extraviaron y siguieron la senda de Balaam, hijo de Beor, que
prefirió la iniquidad de la recompensa, pero recibió una reprensión por su
maldad, pues una muda bestia de carga, expresándose en palabras humanas,
reprimió la insensatez del profeta.
Éstos son fuentes sin agua, nubes empujadas por el huracán: para ellos está
reservada la oscuridad de las tinieblas. Pronunciando discursos ampulosos y sin
sustancia, seducen a la concupiscencia de la carne y al libertinaje a los que
apenas se habían escapado de los que viven en el error. Les prometen la
libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, porque cada cual es
esclavo del que lo ha vencido.
Si, después de haber huido de las torpezas del mundo mediante el perfecto
conocimiento del Señor y Salvador, Jesucristo, vuelven a enredarse en ellas y se
dejan dominar, su situación última será peor que la primera. Mejor les fuera no
haber conocido el camino del bien que, después de haberlo conocido, abandonar la
doctrina del Señor que les fue comunicada. En ellos se cumple exactamente lo que
dice el proverbio: «Volvióse el perro a su propio vómito.» Y también: «Lavóse la
puerca para revolcarse en el lodo.»
Responsorio Flp 4, S. 9; 1Co 16, 13
R. Tomad en consideración todo lo que es verdadero, noble y puro;
* seguid practicando esto, y el Dios de la paz estará con vosotros.
V. Estad en vela y manteneos firmes en la fe, portaos varonilmente y con toda fortaleza.
R. Seguid practicando esto, y el Dios de la paz estará con vosotros.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 26, 4-6: CCL 36, 261-263)
YO SALVARÉ A MI PUEBLO
Nadie puede venir a mí, si no es atraído por el Padre. No vayas a creer que eres atraído
contra tu voluntad; el alma es atraída también por el amor. Ni debemos temer el reproche
que, en razón de estas palabras evangélicas de la Escritura, pudieran hacernos algunos
hombres, los cuales, fijándose sólo en la materialidad de las palabras, están muy ajenos
al verdadero sentido de las cosas divinas. En efecto, tal vez nos dirán: «¿Cómo puedo
creer libremente si soy atraído?» Y yo les respondo «Me parece poco decir que somos
atraídos libremente hay que decir que somos atraídos incluso con placer.»
¿Qué significa ser atraídos con placer? Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide
tu corazón. Existe un apetito en el alma al que este pan del cielo le sabe dulcísimo. Por
otra parte, si el poeta pudo decir: «Cada cual va en pos de su apetito», no por necesidad,
sino por placer, no por obligación, sino por gusto, ¿no podremos decir nosotros, con mayor
razón, que el hombre se siente atraído por Cristo, si sabemos que el deleite del hombre es
la verdad, la justicia, la vida sin fin, y todo esto es Cristo?
¿Acaso tendrán los sentidos sus deleites y dejará de tenerlos el alma? Si el
alma no tuviera sus deleites, ¿cómo podría decirse: Los humanos se acogen a
la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del
torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva y tu luz nos hace ver
la luz?
Preséntame un corazón amante y comprenderá lo que digo. Preséntame un corazón
inflamado en deseos, un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y
desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria
eterna, preséntame un tal corazón v asentirá en lo que digo. Si, por el
contrario, hablo a un corazón frío, éste nada sabe, nada comprende de lo que
estoy diciendo.
Muestra una rama verde a una oveja y verás cómo atraes a la oveja; enséñale
nueces a un niño y verás cómo lo atraes también y viene corriendo hacia el lugar
a donde es atraído; es atraído por el amor, es atraído sin que se violente su
cuerpo, es atraído por aquello que desea. Si, pues, estos objetos, que no son
más que deleites y aficiones terrenas, atraen, por su simple contemplación, a
los que tales cosas aman, porque es cierto que «cada cual va en pos de su
apetito», ¿no va a atraernos Cristo revelado por el Padre? ¿Qué otra cosa desea
nuestra alma con más vehemencia que la verdad? ¿De qué
otra cosa el hombre está más hambriento? Y ¿para que desea tener sano el paladar
de la inteligencia sino para descubrir y juzgar lo que es verdadero, para comer
y beber la sabiduría, la justicia, la verdad y la eternidad?
Dichosos, por tanto, dice, los que tienen hambre y sed de ser justos
-entiende, aquí en la tierra-, porque -allí, en el cielo- ellos quedarán
saciados. Les doy ya lo que aman, les doy ya lo que desean; después verán aquello
en lo que creyeron aun sin haberlo visto; comerán y se saciarán de aquellos bienes
de los que estuvieron hambrientos y sedientos. ¿Dónde? En la resurrección de los
muertos, porque yo los resucitaré en el último día.
Responsorio Jn 6, 44-45
R. Nadie puede venir a mí, si no es atraído por el Padre, que me ha enviado.
* Todo el que escucha al Padre y se deja instruir por él viene a mí.
V. Está escrito en los profetas: «Todos tendrán por maestro al mismo Dios.»
R. Todo el que escucha al Padre y se deja instruir por él viene a mí.
Oración
Dios nuestro, que nos has enviado la redención y concedido la filiación adoptiva,
protege con bondad a los hijos que tanto amas, y concédenos, por nuestra fe en Cristo,
la verdadera libertad y la herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.