SÁBADO XXX
PRIMERA LECTURA
Año I:
Del libro del profeta Jeremías 29, 1-14
CARTA DE JEREMÍAS A LOS DESTERRADOS EN BABILONIA
Texto de la carta que envió Jeremías desde Jerusalén a los ancianos deportados,
a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo, a quienes Nabucodonosor había
deportado de Jerusalén a Babilonia. (Fue después de marcharse el rey Jeconías
con la reina madre, y los eunucos y los dignatarios de Judá y Jerusalén, y los
herreros y cerrajeros de Jerusalén.) La envió por mano de Elasa, hijo de Safán,
y Gamarías, hijo de Helcías, a quienes Sedecías, rey de Jerusalén, había enviado
a Nabucodonosor, rey de Babilonia:
«Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los deportados que
deporté de Jerusalén a Babilonia: Construid casas y habitadlas, plantad huertos
y comed sus frutos; tomad esposas y engendrad hijos e hijas, tomad esposas para
vuestros hijos, dad vuestras hijas en matrimonio, para que engendren hijos e
hijas: multiplicaos allí y no disminuyáis. Buscad la prosperidad del país adonde
os he deportado y rogad por él al Señor, porque su prosperidad será la vuestra.
Porque así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Que no os engañen los
profetas que viven entre vosotros, ni vuestros adivinos: No hagáis caso de los
sueños que ellos sueñan, porque os profetizan falsamente en mi nombre, sin que
yo los envíe -oráculo del Señor-.
Porque así dice el Señor: Cuando se cumplan en Babilonia setenta años, os
visitaré y cumpliré en vosotros mi palabra salvadora, trayéndoos a este lugar.
Porque sé muy bien lo que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de
aflicción, daros un porvenir y una esperanza. Me invocaréis, iréis a suplicarme
y yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis si me buscáis de todo corazón.
Me dejaré encontrar y cambiaré vuestra
suerte. Os congregaré sacándoos de los países y comarcas por donde os dispersé
-oráculo del Señor- y os devolveré al lugar de donde os deporté.»
Responsorio Sal 104, 1. 4; Sir 2, 11
R. Dad gracias al Señor, invocad su nombre.
* Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.
V. Quien confió en el Señor no quedó defraudado.
R. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.
Año II:
Del libro de la Sabiduría 7, 15-30
LA SABIDURÍA ES IMAGEN DE DIOS
Concédame Dios hablar según él quiere y concebir pensamientos dignos de sus
dones, porque él es quien guía a la sabiduría y quien dirige a los sabios; que
en sus magos estamos nosotros y nuestras palabras y toda la prudencia y la
pericia de nuestras obras. Fue, él quien me concedió el conocimiento verdadero
de cuanto existe, quien me dio a conocer la estructura del mundo y las
propiedades de los elementos, el principio, el fin y el medio de los tiempos,
los cambios de los solsticios y la sucesión de las estaciones, los ciclos del
año y la posición de los astros, la naturaleza de los animales y los instintos
de las fieras, el poder de los espíritus y los pensamientos de los hombres, las
variedades de las plantas y las virtudes de- las raíces. Cuanto está oculto y
cuanto se ve, todo lo conocí, porque la que todo lo hizo, la sabiduría, me lo
enseñó.
Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil,
perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo, incoercible,
bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, todo
lo observa, penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más
sutiles. Porque a todo movimiento supera en movilidad la sabiduría, todo lo
atraviesa y penetra en virtud de su pureza.
Es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso,
por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un reflejo de la luz eterna, un
espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad. Aun siendo
sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, todo lo renueva; en todas las edades
entra en las almas santas y forma en ellas amigos de Dios y profetas, porque Dios
no ama sino a quien vive con la sabiduría. Es ella, en efecto, más bella que el
sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale vencedora,
porque a la luz sucede la noche, pero contra la sabiduría no prevalece la maldad.
Responsorio Col 1, 15-16; Sb 7, 26
R. Jesucristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas.
V. Él es un reflejo de la luz eterna, una imagen de la bondad de Dios.
R. Pues por medio de él fueron creadas todas las cosas.
SEGUNDA LECTURA
Del Diálogo de santa Catalina de Siena, virgen, Sobre la divina providencia
(Cap. 134: edición latina, Ingolstadt 1583, ff. 215v-216)
CUAN BUENO Y CUAN SUAVE ES, SEÑOR, TU ESPÍRITU PARA CON TODOS NOSOTROS
El Padre eterno puso, con inefable benignidad, los ojos de su amor en aquella
alma y empezó a hablarle de esta manera:
«¡Hija mía muy querida! Firmísimamente he determinado usar de misericordia para
con todo el mundo y proveer a todas las necesidades de los hombres. Pero el
hombre ignorante convierte en muerte lo que yo le doy para que tenga vida, y de
este modo se vuelve en extremo cruel para consigo mismo. Pero yo, a pesar de
ello, no dejo de cuidar de él, y quiero que sepas que todo cuanto tiene el
hombre proviene de mi gran providencia para con él. Y así, cuando por mi suma
providencia quise crearlo, al contemplarme a mí mismo en él, quedé enamorado de
mi creatura y me complací en crearlo a mi imagen y semejanza, con suma
providencia. Quise, además, darle memoria para que pudiera recordar mis dones, y
le di parte en mi poder de Padre eterno.
Lo enriquecí también al darle inteligencia, para que en la sabiduría de mi Hijo
comprendiera y conociera cuáles mi voluntad, pues yo, inflamado en fuego intenso
de amor paternal, creo toda gracia y distribuyo todo bien. Di también al hombre
la voluntad, para que pudiera amar y así tuviera parte en aquel amor que es el
mismo Espíritu Santo; así le es posible amar aquello que con su inteligencia
conoce y contempla.
Esto es lo que hizo mi inefable providencia para con el hombre, para que así el
hombre fuese capaz de entenderme, gustar de mí y llegar así al gozo inefable de
mi contemplación eterna. Pero, como ya te he dicho otras muchas veces, el cielo
estaba cerrado a causa de la desobediencia de vuestro primer padre, Adán; por
esta desobediencia vinieron y siguen viniendo al mundo todos los males.
Pues bien, para alejar del hombre la muerte causada por, su desobediencia, yo,
con gran amor, vine en vuestra ayuda, entregándoos con gran providencia a mi Hijo
unigénito, para socorrer, por medio de él, vuestra necesidad. Y a él le exigí
una gran obediencia, para que así el género humano se viera libre de aquel
veneno con el cual fue infectado el mundo a causa de la desobediencia de
vuestro primer padre. Por eso, mi Hijo unigénito, enamorado de mi voluntad,
quiso ser verdadera y totalmente obediente y se entregó, con toda prontitud, a
la muerte afrentosa de la cruz y con esta santísima muerte os dio a vosotros la
vida, no con la fuerza de su naturaleza, humana, sino con el poder de su
divinidad.»
Responsorio Sal 16, 8. 7
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos,
* a la sombra de tus alas escóndenos.
V. Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas a quien se refugia a tu derecha.
R. A la sombra de tus alas escóndenos.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad,
y para que alcancemos lo que nos prometes haz que amemos lo que nos mandas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.