VIERNES III

PRIMERA LECTURA

Año I:


De la carta a los Romanos     11, 1-12

DIOS NO HA RECHAZADO A SU PUEBLO


    Hermanos: Pregunto yo: ¿Pero es que Dios ha rechazado a su pueblo? De ninguna manera. Que también yo )y israelita, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín. Dios no ha rechazado a su pueblo, al que desde n principio escogió. ¿No sabéis lo que dice la Escritura n la historia de Elías? Éste interpela así a Dios en contra de Israel: «Señor, han dado muerte a tus profetas, han derribado tus altares; me he quedado yo solo, me persiguen de muerte.» Pero, ¿qué le responde la voz divina? «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla ante la estatua de Baal.»
    Así también ha quedado en nuestros tiempos un resto escogido de Dios por pura gracia. Y, si lo es por gracia, ya no es por las obras de la ley. De otra manera la gracia ya no sería tal gracia. ¿Qué quiere decir esto? Que Israel no ha logrado lo que pretendía, mientras que lo ha conseguido el grupo de los elegidos. Aquéllos se encerraron en su obstinación, como dice la Escritura: «Dios les ha dado espíritu insensible, ojos que no contemplan y oídos que no oyen hasta el día de hoy.» Y también dice David: «Conviértase su mesa en lazo y trampa, en ocasión de ruina y en castigo. Queden sin luz sus ojos, y que no vean más. Y, tú, agobia sus espaldas sin cesar.»
    Y ahora pregunto: Pero, ¿es que han caído para no levantarse? Nada de eso. Sino que, por el traspiés que han dado, ha venido la salvación a los gentiles; y así Dios los provoca a emulación. Y, si su caída supone riquezas para el mundo, y su mengua, tesoros para los gentiles, ¿qué no supondrá la plenitud de su conversión?

Responsorio     Cf. Rm 11, 5. 7. 12

R.
Ha quedado un resto en Israel escogido por pura gracia, mientras que los demás se encerraron en su obstinación; * si su caída supone riquezas para el mundo, ¿qué no supondrá la plenitud de su conversión?
V. Israel no ha logrado lo que pretendía, mientras que lo ha conseguido el grupo de los elegidos.
R. Si su caída supone riquezas para el mundo, ¿qué no supondrá la plenitud de su conversión?


Año II:

Del libro del Génesis     24, 33-41. 49-67

ISAAC TOMA POR ESPOSA A REBECA


    En aquellos días, cuando ofrecieron de comer al criado de Abraham, él rehusó:
    «No comeré hasta explicar mi asunto.»
    Y le dijeron:
    «Habla.»
    Entonces él comenzó:
    «Soy criado de Abraham. El Señor ha bendecido inmensamente a mi amo y lo ha hecho rico; le ha dado ovejas y vacas, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos; Sara, la mujer de mi amo, siendo ya vieja, le ha dado un hijo, que lo hereda todo. Mi amo me tomó juramento:
    "Cuando le busques mujer a mi hijo, no la escogerás de los cananeos, en cuya tierra habito, sino que irás a casa de mi padre y mis parientes, y allí le buscarás mujer a mi hijo."
    Yo le contesté:
    "¿Y si la mujer no quiere venir conmigo?"
    Él replicó:
    "El Señor, en cuya presencia me muevo, enviará su ángel contigo, dará éxito a tu empresa, y encontrarás mujer para mi hijo en la casa de mi padre y mis parientes. Pero quedarás libre del juramento si, llegado a casa de mis parientes, no te la quieren dar; entonces quedarás libre del juramento."
    Por tanto, si queréis ser leales y sinceros con mi amo, decídmelo y, si no, decídmelo también, para actuar en consecuencia.»
    Labán y Betuel le contestaron:
    «El asunto viene del Señor, nosotros no podemos responderte bien o mal. Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete; y sea la mujer del hijo de tu amo, como el Señor ha dicho.»
    Cuando el criado de Abraham oyó esto, se postró en tierra ante el Señor. Después, sacó ajuar de plata y oro y vestidos, y se los ofreció a Rebeca; y ofreció regalos al hermano y a la madre. Comieron y bebieron él y sus compañeros, y, a la mañana siguiente, se levantaron y dijeron:
    «Dejadme volver a mi amo.»
    El hermano y la madre replicaron:
    «Deja que la chica se quede con nosotros unos diez días, después se marchará.»
    Pero él replicó:
    «No me detengáis, después que el Señor ha dado éxito a mi viaje: dejadme volver a mi amo.»
    Ellos dijeron:
    «Vamos a llamar a la chica y a preguntarle su opinión.»
    Llamaron a Rebeca y le preguntaron:
    «¿Quieres ir con este hombre?»
    Ella respondió:
    «Sí.»
    Entonces, despidieron a Rebeca y a su nodriza, al criado de Abraham y a sus compañeros. Y bendijeron a Rebeca:
    «Tú eres nuestra hermana: crece mil y mil veces, y que tu descendencia someta el poder de sus enemigos.»
    Rebeca y sus compañeras se levantaron, montaron en los camellos y siguieron al hombre; y así se llevó a Rebeca el criado de Abraham.
    Isaac se había trasladado del «Pozo del que vive y ve» al territorio del Negueb. Una tarde salió a pasear por el campo y, alzando la vista, vio acercarse unos camellos. También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, bajó del camello y dijo al criado:
    «¿Quién es aquel hombre que viene en dirección nuestra por el campo?»
    Respondió el criado:
    «Es mi amo.»
    Y ella tomó el velo y se cubrió. El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de Sara, su madre, la tomó por esposa y, con su amor, se consoló de la muerte de su madre.

Responsorio     Ct 2, 13. 14; cf. Gn 24, 67

R.
Levántate, amada mía, y ven; déjame escuchar tu voz, * porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
V. Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de su madre, la tomó por esposa y la amó.
R. Porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.


SEGUNDA LECTURA

Del Comentario de san Juan Fisher, obispo y mártir, sobre los salmos

(Salmo 101: Opera omnia, edición 1597, pp. 1588-1589)

LAS MARAVILLAS DE DIOS


    Primero Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, con grandes portentos y prodigios; los hizo pasar el mar Rojo a pie enjuto; en el desierto los alimentó con manjar llovido del cielo, el maná y las codornices; cuando padecían sed hizo salir de la piedra durísima un perenne manantial de agua; les concedió la victoria sobre todos los que guerreaban contra ellos; por un tiempo detuvo de su curso natural las aguas del Jordán; les repartió por suertes la tierra prometida, según sus tribus y familias. Pero aquellos hombres ingratos, olvidándose del amor y munificencia con que les había otorgado tales cosas, abandonaron el culto del Dios verdadero y se entregaron, una y otra vez, al crimen abominable de la idolatría.
    Después, también a nosotros, que, cuando éramos gentiles, nos dejábamos arrebatar a los pies de los ídolos mudos, como si fuésemos arrastrados por ellos, Dios nos arrancó del olivo silvestre de la gentilidad, al que pertenecíamos por naturaleza, nos injertó en el verdadero olivo del pueblo judío, desgajando para ello algunas de sus ramas naturales, y nos hizo partícipes de la raíz de su gracia y de la rica sustancia del olivo. Finalmente, no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, como oblación de suave fragancia, para redimirnos de toda iniquidad y para reservarse para sí, como posesión propia, un pueblo purificado.
    Todo ello, más que argumentos, son signos evidentes inmenso amor y bondad de Dios para con nosotros; y, sin embargo, nosotros, sumamente ingratos, más aún, traspasando todos los límites de la ingratitud, no tenemos en cuenta su amor ni reconocemos la magnitud de sus beneficios, sino que menospreciamos y tenemos casi en nada al autor y dador de tan grandes bienes; ni tan siquiera la extraordinaria misericordia de que usa continuamente con los pecadores nos mueve a ordenar nuestra vida y conducta conforme a sus mandamientos.
    Ciertamente es digno todo ello de que sea escrito las generaciones futuras, para memoria perpetua, de que todos los que en el futuro han de llamarse paganos reconozcan la inmensa benignidad de Dios con nosotros y no dejen nunca de cantar sus alabanzas.

Responsorio     Sal 67, 27; 95, 1

R.
En el bullicio de la fiesta bendecid a Dios, * bendecid al Señor, estirpe de Israel.
V. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra.
R. Bendecid al Señor, estirpe de Israel.


Oración

Dios todopoderoso y eterno, dirige nuestras acciones según tu voluntad, para que, invocando el nombre de tu Hijo, abundemos en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.