VIERNES XXXII
PRIMERA LECTURA
Año I
Del libro del profeta Ezequiel 13, 1-16
ORÁCULO CONTRA LOS FALSOS PROFETAS
En aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:
«Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel,
profetiza diciéndoles: Escuchad la palabra del Señor. Esto dice el Señor:
¡Ay de los profetas necios que se inventan profecías, cosas que nunca vieron,
siguiendo su inspiración! (Como raposas entre ruinas son tus profetas, Israel.)
No acudieron a la brecha ni levantaron cerca en torno a la casa de Israel, para
que resistiera en la batalla, el día del Señor. Visionarios falsos, adivinos de
embustes, que decían: "Oráculo del Señor", cuando el Señor no los enviaba,
esperando que cumpliera su palabra. Vosotros habéis visto visiones vanas y
habéis pronunciado oráculos falsos, diciendo: "Oráculo del Señor", cuando el
Señor no hablaba.
Por tanto, esto dice el Señor: Por haber dicho mentiras y haber visto engaños,
por eso, aquí estoy contra vosotros -oráculo del Señor-. Extenderé mi mano
contra los profetas y visionarios falsos y adivinos de embustes; no tomarán
parte en la asamblea de mi pueblo, ni serán inscritos en el censo de la casa de
Israel, ni entrarán en la tierra de Israel; y sabréis que yo soy el Señor. Sí,
porque habéis extraviado a mi pueblo, anunciando paz, cuando no había paz, y,
mientras ellos construían la tapia, vosotros la ibais enluciendo.
Diles a los enlucidores: Vendrá una lluvia torrencial, caerá pedrisco, se
desencadenará un vendaval. Cuando la pared se derrumbe, os dirán: "¿Qué fue del
enlucido que echasteis?" Por tanto, esto dice el Señor: Con furia desencadenaré
un vendaval, una lluvia torrencial mandaré con ira, y pedrisco, en el colmo de
mi furia. Derribaré la pared que enlucisteis, la tiraré al suelo, quedarán al
desnudo sus cimientos; se desplomará y pereceréis debajo, y sabréis que yo soy
el Señor.
Cuando agote mi cólera en el muro y en los que lo enlucieron, os dirán: "¿Qué
fue del muro y de los que lo enlucieron: de los profetas de Israel que
profetizaban para Jerusalén, que tenían para ella visiones de paz, cuando no
había paz?" -oráculo del Señor-.»
Responsorio Mt 7, 15; 24, 11. 24
R. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros disfrazados de ovejas,
* pero por dentro son lobos rapaces.
V. Surgirán muchos falsos profetas, que obrarán grandes señales y prodigios y engañarán a muchos.
R. Pero por dentro son lobos rapaces.
Año II:
Del primer libro de los Macabeos 2, 1. 15-28. 42-50. 65-70
REBELIÓN DE MATATÍAS
En aquellos días, Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, y sacerdote del linaje
de Yehoyarib, dejó Jerusalén y fue a establecerse en Modín.
Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad
de Modín para exigir los sacrificios. Muchos israelitas acudieron a ellos.
También Matatías y sus hijos fueron convocados. Tomando entonces la palabra, los
enviados del rey se dirigieron a Matatías y le dijeron:
«Tú eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás bien apoyado por hijos y
hermanos. Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han
cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en
Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis contados entre los amigos del rey, y
os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas dádivas.»
Matatías contestó con voz firme:
«Aunque todas las naciones que forman el imperio del rey lo obedezcan hasta
abandonar cada uno el culto de sus padres y acaten sus órdenes, yo, mis hijos y
mis hermanos nos mantendremos en la alianza de nuestros padres. El cielo nos
guarde de abandonar la ley y los preceptos. No obedeceremos las órdenes del rey
para desviarnos de nuestro culto ni a la derecha ni a la izquierda.»
Apenas había concluido de pronunciar estas palabras,
cuando un judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de
Modín, conforme al decreto real. Al verlo Matatías, se inflamó en celo y se
estremecieron sus entrañas. Encendido en justa cólera, corrió hasta el judío y
lo degolló sobre el altar. Al punto mató también al enviado del rey que obligaba
a sacrificar y destruyó el altar. Emuló en su celo por la ley la gesta de Pinjás
contra Zimrí, el hijo de Salú. Luego, a grandes voces, gritó en medio de la
ciudad:
«Todo aquel que sienta celo por la ley y mantenga la alianza que me siga.»
Y, dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las montañas.
Se les unió por entonces el grupo de los asideos, israelitas valientes y
entregados de corazón a la ley. Además, todos aquellos que querían escapar de
los males se les juntaron y les ofrecieron su apoyo. Formaron así un ejército e
hirieron en su ira a los pecadores y a los impíos en su furor. Los restantes
tuvieron que huir a tierra de gentiles buscando su salvación.
Matatías y sus amigos hicieron correrías por el país, destruyendo altares,
obligando a circuncidar cuantos niños incircuncisos hallaron en el territorio de
Israel y persiguiendo a los insolentes. La empresa prosperó en sus manos:
arrancaron la ley de mano de gentiles y reyes, y no consintieron que el pecador
se impusiera. Cuando la vida de Matatías tocó a su fin, dijo a sus hijos:
«Ahora reina la insolencia y la reprobación, es tiempo de ruina y de violenta
cólera. Ahora, hijos, mostrad vuestro celo por la ley; dad vuestra vida por la
alianza de nuestros padres. Ahí tenéis a Simeón, vuestro hermano. Sé que es
hombre sensato; escuchadlo siempre: él será vuestro padre. Tenéis a Judas
Macabeo, valiente desde su mocedad: él será jefe del ejército y dirigirá la
guerra contra los pueblos. Vosotros, atraeos a cuantos observan la ley, vengad a
vuestro pueblo, devolved a los gentiles el mal que os han hecho y observad los
preceptos de la ley.»
A continuación, los bendijo y fue a reunirse con sus padres. Murió el año ciento
cuarenta y seis y fue sepultado en Modín, en el sepulcro de sus padres. Todo
Israel hizo gran duelo por él.
Responsorio 1M 2, 51. 64
R. Recordad las hazañas que en su tiempo nuestros padres realizaron,
* y alcanzaréis inmensa gloria y un nombre inmortal.
V. Sed fuertes y manteneos firmes en la ley, que ella os
cubrirá de esplendor.
R. Y alcanzaréis inmensa gloria y un nombre inmortal.
SEGUNDA LECTURA
De la Homilía de un autor del siglo segundo
(Cap. 15, 1-17, 2: Funk 1, 161-167)
CONVIRTÁMONOS A DIOS, QUE NOS LLAMA
Creo que vale la pena tener en cuenta el consejo que os he dado acerca de la continencia;
el que lo siga no se arrepentirá, sino que se salvará a sí mismo por haberlo seguido y me
salvará a mí por habérselo dado. No es pequeño el premio reservado al que hace volver al
buen camino a un alma descarriada y perdida. La mejor muestra de agradecimiento que podemos
tributar a Dios, que nos ha creado, consiste en que tanto el que habla como el que escucha
lo hagan con fe y con caridad.
Mantengámonos firmes en nuestra fe, justos y santos, para que así podamos confiadamente
rogar a Dios, pues él nos asegura: Clamarás y te responderé: «Aquí estoy.»
Estas palabras incluyen una gran promesa, pues nos demuestran que el Señor está más dispuesto
a dar que nosotros a pedir. Ya que nos beneficiamos todos de una benignidad tan grande, no nos
envidiemos unos a otros por los bienes recibidos. Estas palabras son motivo de alegría para los
que las cumplen, de condenación para los que las rechazan.
Así pues, hermanos, ya que se nos ofrece esta magnífica ocasión de arrepentirnos, mientras aún
es tiempo convirtámonos a Dios, que nos llama y se muestra dispuesto a acogernos. Si renunciamos
a los placeres terrenales y dominamos nuestras tendencias pecaminosas, nos beneficiaremos de la
misericordia de Jesús. Daos cuenta que ya llega el día del juicio, ardiente como un horno,
y desaparecerán los cielos con estruendo y toda la tierra se licuará como el plomo en el fuego,
y entonces se pondrán al descubierto nuestras obras, aun las más ocultas. Buena cosa es la limosna
como penitencia del pecado; mejor el ayuno que la oración, pero mejor que ambos la limosna;
la caridad cubre la multitud de los pecados, pero la oración que sale de un corazón recto libra de
la muerte. Dichoso el que sea hallado perfecto en estas cosas, porque la limosna atenúa los efectos
del pecado.
Arrepintámonos de todo corazón, para que no se pierda ninguno de nosotros. Si hemos recibido el
encargo de apartar a los idólatras de sus errores, ¡cuánto más debemos procurar no perdernos nosotros
que ya conocemos a Dios! Ayudémonos, pues, unos a otros en el camino del bien, sin olvidar a los más
débiles, y exhortémonos mutuamente a la conversión.
Responsorio Jds 21; Tt 2, 12
R. Conservaos en la caridad de Dios,
* esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna.
V. Desechando la impiedad y las ambiciones del mundo, vivamos con sensatez,
justicia y religiosidad en esta vida.
R. Esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna.
Oración
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que,
con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos libremente cumplir tu voluntad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.