NUESTRA  SEÑORA  DE  LUJÁN
Patrona de la República Argentina

Solemnidad

El culto a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján data del año 1630, cuando una imagen de la Inmaculada era transportada en una carreta desde Buenos Aires a Santiago del Estero. Poco después de pasar el río Luján, se produce el hecho singular que da origen a esta advocación. La Virgen elegía ese lugar para dispensar desde allí especial protección al suelo argentino. Al primitivo oratorio le fueron sucediendo capillas e iglesias. Entre 1890 y 1935 se construyó la actual basílica de estilo gótico, solemnemente dedicada el 6 de octubre de 1930.

 

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
    V.
Señor, abre mis labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

    A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
    Celebremos el patrocinio de santa María Virgen, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo, el Señor. Aleluya.

Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
    V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
    R.
Señor, date prisa en socorrerme.
         Gloria. Aleluya.

 

LECTURA - LAUDES - MEDIA - VÍSPERAS - COMPLETAS

 

oficio de lectura


HIMNO

Tú eres toda hermosa,
¡oh Madre del Señor!;
tú eres de Dios gloria,
la obra de su amor.

¡Oh rosa sin espinas,
oh vaso de elección!
de ti nació la vida,
por ti nos vino Dios.

Sellada fuente pura
de gracia y de piedad,
bendita cual ninguna,
sin culpa original.

Infunde en nuestro pecho
la fuerza de tu amor,
feliz Madre del Verbo,
custodia del Señor. Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Aleluya.

Salmo 23
ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO


Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede. subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en, falso.
Ese recibirá la  bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Ant. 1: Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Aleluya.


Ant. 2: El Señor te ha bendecido, santa Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. Aleluya.

Salmo 45
DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO


Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant. 2: El Señor te ha bendecido, santa Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. Aleluya.


Ant. 3: La santidad, Señor, es el adorno de tu casa. Aleluya.

Salmo 86
HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS


Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Ant. 3: La santidad, Señor, es el adorno de tu casa. Aleluya.

V. Dichosa tú, María, que has creído. Aleluya.
R. Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Aleluya.


PRIMERA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos     5, 12-21

DONDE ABUNDÓ EL PECADO SOBREABUNDÓ LA GRACIA

    Hermanos: Así como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y, por el pecado, la muerte, y, de este modo, la muerte pasó a todos los hombres, dado que todos han pecado...
    (Porque ya antes de la promulgación de la ley existía el pecado en el mundo, y sin embargo no puede imputarse pecado si no hay ley; vemos, empero, que, de hecho, la muerte reinó ya desde Adán a Moisés sobre todos los que pecaron, aun cuando su transgresión no fue en las mismas condiciones en que pecó Adán, el cual era figura del que había de venir.
    Sin embargo, con el don no sucedió como con el delito, pues, si por el delito de uno solo murió la multitud, ¡con cuánta mayor profusión, por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, se derramó sobre todos la bondad y el don de Dios! Ni fueron los efectos de este don como los efectos del pecado de aquel único hombre que pecó, porque la sentencia que llevó a la condenación vino por uno solo, en cambio, el don, partiendo de muchas transgresiones, lleva a la justificación.)
    ...Así pues (decía), si, por la falta de uno solo, la muerte estableció su reinado, también, con mucha mayor razón, por causa de uno solo, de Jesucristo, reinarán en la vida los que reciben la sobreabundancia de la gracia y el don de la justificación.
    Por consiguiente, así como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo procura a todos la justificación que da la vida. Y como por la desobediencia de un solo hombre todos los demás quedaron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos quedarán constituidos justos.
    La ley, ciertamente, fue ocasión de que se multiplicasen los delitos, pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia, para que así como reinó el pecado produciendo la muerte, así también reine la gracia dándonos vida eterna por Jesucristo, Señor nuestro.

Responsorio     Rm 5, 12; Lc 1, 30; cf. Sal 114, 8; cf. 17, 19

R.
Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y, por él, todos han pecado. Pero tú * no temas, María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios. Aleluya.
V. El Señor arrancó tu alma de la muerte, y fue tu apoyo contra tu adversario.
R. No temas, María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios. Aleluya.


SEGUNDA LECTURA

Del mensaje del papa Pío doce al Primer Congreso Mariano Nacional de la Argentina

(12 de octubre de 1947: AAS 39, 627)

QUE MARÍA SANTÍSIMA INSPIRE A TODOS FE Y CARIDAD


    El pueblo argentino, como todos los pueblos cristianos, sabe que el culto a la Madre de Dios, por ella misma profetizado, cuando anunció: Me felicitarán todas las generaciones, es un elemento fundamental en la vida cristiana.
    Efectivamente, ¿quién de los que por este mundo pasamos, cargados con el peso de tantas debilidades y expuestos a tantos peligros, no tendrá necesidad de ayuda? Pues oíd al Doctor Eximio que os dice: «Tenemos a la Virgen abogada universal para todo, porque es más poderosa en cualquier necesidad que los demás santos particulares.»
    Honrémosla, pues, reconociendo el brillo sin par de su hermosura, sus primores, su bondad y lo irresistible de su poder; por la excelsitud de sus virtudes y por la dignidad incomparable de su misión, reverenciémosla proclamando su grandeza, manifestándole nuestro respeto y pidiéndole su intercesión. Finalmente, imitémosla sin cesar en tan noble empeño, porque, para citar las palabras del gran pontífice mariano, del inmortal León trece: «Dios, bueno y providente, nos presentó en María el modelo más acabado de toda virtud, y nosotros, atraídos por la misma afinidad de la común naturaleza, nos esforzamos más confiadamente en imitarla.»
    Prometed a María dedicaros con todas vuestras fuerzas a conservar y favorecer la dignidad y santidad del matrimonio cristiano, la instrucción religiosa de la juventud en las escuelas, la aplicación de las enseñanzas de la Iglesia en la ordenación de las condiciones económicas y la solución de la cuestión social.
    Ser fieles a la Iglesia en estos puntos fundamentales de la civilización cristiana será hoy prueba palmaria del verdadero y genuino amor a María y a su divino Hijo. Prometedle también profundizar cada día más en su devoción, que, si es la que debe ser, no podrá menos de conduciros a la aplicación integral de los principios y las normas de la vida cristiana, sin incurrir en el error de los que quieren visiblemente pavonearse dándoselas de cristianos y, al mismo tiempo, sostener aquellas doctrinas que son incompatibles con el cristianismo.
    Que María Santísima proteja vuestro. pueblo argentino en sus diversas provincias, mantenga a todos en la fe católica, os dé sacerdotes celosos de vuestra salvación, autoridades honradas y cristianas, e inspire a todos fe, abnegación y caridad, y obtenga, por último, para el mundo una paz próxima, estable y justa.

Responsorio     Cf. 1R 9, 3; cf. Is 56, 7; Lc 19, 46

R.
He elegido y santificado esta casa, para que en ella permanezca mi nombre para siempre. * Mis ojos y mi corazón estarán siempre en ella. Aleluya.
V. Mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos. Aleluya.
R. Mis ojos y mi corazón estarán siempre en ella. Aleluya.


O bien esta otra:

De la relación del mercedario fray Pedro Nolasco de Santa María

(Año 1737: Archivo de la Basílica nacional de Luján)

ORIGEN DE LA ADVOCACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LUJAN


    En aquel tiempo que el reino de Portugal y el de Castilla se gobernaban por una Corona, con el mucho comercio que tenía esta ciudad con el Brasil, un portugués, vecino de Córdoba, que fundó la hacienda de Sumampa, pidió a un paisano suyo le trajese del Brasil una imagen pequeña de la Concepción, para colocar en una capilla que estaba fabricando en dicha su hacienda; y con este encargue le remitieron a un mismo tiempo dos, las cuales, encajonadas, cargó en su carretón. Y llegando al río de Luján hizo noche en lo de un paisano suyo, llamado fulano Rosendo.
    Queriendo proseguir su viaje, uncidos los bueyes por la mañana, no pudieron mover dicho carretón; por cuya causa le volvieron a descargar, y entonces le movieron los bueyes sin alguna dificultad. Y admirados todos de este prodigio, le preguntaron qué llevaba en la carga, que allí se había descargado, que pudiese servir de impedimento a su viaje; y él respondió que no llevaba cosa de impedimento, antes sí dos imágenes para darles culto.
    Y determinaron se embarcase en el carretón los dos cajoncitos de las imágenes e hiciesen caminar el carretón; y se hallaron con el impedimento primero; a que empezó a exclamar el devoto portugués a la Virgen Santísima que bien sabía el efecto, para qué la llevaba, que era para colocarla en la capilla que en su nombre tenía fabricada; y, persuadiéndole a que sacase él un cajón y dejase el otro, probaron a que caminase el carretón, y no se pudo mover de su lugar; volvieron a hacer la diligencia de sacar el cajón que había quedado y cargar el que habían bajado, y entonces se movió dicho carretón sin impedimento alguno; quedando el dueño muy contento con la imagen que se llevo, dejando la otra en el paraje, donde le mostraba quererse quedar.
    Ésta es la imagen de Nuestra Señora de Luján, que estuvo muchos años en lo de dicho Rosendo, en un oratorio muy corto, y muy venerada la imagen de todo el pago. y dicho Rosendo dedicó un negro, llamado Manuel, al culto de dicha imagen, quien cuidaba de la lámpara de dicha Señora, que incesantemente ardía.
    Y con el transcurso del tiempo y muerto el dueño de aquella estancia vino a quedar en casi despoblado. Y por ser mucha la frecuencia de devotos, que acudían movidos de sus muchos milagros, y no tener en dicha estancia dónde albergarse, pidió una señora. doña Ana de Matos, le diesen dicha imagen que la llevaría a su hacienda, que estaba en dicho río y colocóla en un oratorio; y con la asistencia y fervor del capellán don Pedro Montalbo y del mayordomo, don Manuel Casco de Mendoza, se enfervorizó la devoción de todo el pago y aun de las provincias remotas y se pusieron a fabricar la capilla, que hasta hoy permanece.

Responsorio

R.
Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de toda alabanza. * De ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya.
V. Celebremos con gozo esta fiesta de santa María Virgen.
R. De ti nació el sol de justicia. Cristo, nuestro Dios, por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya.

HIMNO FINAL
 
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
    a ti nuestra alabanza,
    a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
 
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
    y cantan sin cesar:
 
Santo, santo, santo es el Señor,
    Dios del universo;
    llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
 
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
    la multitud de los profetas te enaltece,
    y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
 
A ti la Iglesia santa,
    por todos los confines extendida,
    con júbilo te adora y canta tu grandeza:
 
Padre, infinitamente santo,
    Hijo eterno, unigénito de Dios,
    Santo Espíritu de amor y de consuelo.
 
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
    tú el Hijo y Palabra del Padre,
    tú el Rey de toda la creación.
 
Tú, para salvar al hombre,
    tomaste la condición de esclavo
    en el seno de una virgen.
 
Tú destruiste la muerte
    y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
 
Tú vives ahora,
    inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
 
Tú vendrás algún día,
    como juez universal.
 
Muéstrate, pues, amigo y defensor
    de los hombres que salvaste.
 
y recíbelos por siempre allá en tu reino,
    con tus santos y elegidos.
 
    La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
 
Salva a tu pueblo, Señor,
    y bendice a tu heredad.
 
Sé su pastor,
    y guíalos por siempre.
 
Día tras día te bendeciremos
    y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
 
Dígnate, Señor,
    guardamos de pecado en este día.
 
Ten piedad de nosotros, Señor,
    ten piedad de nosotros.
 
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
    como lo esperamos de ti.
 
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.


ORACIÓN

Señor, mira con bondad la fidelidad de tu pueblo y concédenos que, por los méritos e intercesión de la Santísima Virgen María, obtengamos los dones de tu gracia en la vida presente y la salvación eterna en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



Laudes


HIMNO

Salve divina María,
de la luz intacta Madre.
Salve, pues tienes por Hijo
al mismo Verbo del Padre.

Todas las generaciones
te bendicen a porfía,
y de un siglo a otro
repiten: «Ave María!»

Como Hija, Madre y Esposa
Dios te ha tenido consigo.
Cuán feliz eres, María,
porque el Señor es contigo.

Por milagro sin ejemplo
siendo Madre, Virgen eres.
Salve, mil veces bendita
entre todas las mujeres.

También para siempre sea
con gloria eterna ensalzado
Jesús, el fruto bendito
de tu vientre inmaculado. Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
¿Quién es esa que surge como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, imponente como escuadrón a banderas desplegadas? Aleluya.

Salmo 62, 2-9

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Ant. 1: ¿Quién es esa que surge como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, imponente como escuadrón a banderas desplegadas? Aleluya.


Ant. 2: Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el honor de nuestro pueblo. Aleluya.

Cántico Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el honor de nuestro pueblo. Aleluya.


Ant. 3: Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya.

Salmo 149

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Ant. 3: Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya.


LECTURA BREVE     Cf. Sir 50, 5-10

¡Qué majestuosa cuando salía detrás del velo! Como estrella matutina en medio de las nubes, como la luna en los días de plenilunio, como el sol cuando brilla sobre el templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria, como flor de rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como vaso de oro macizo adornado con piedras preciosas.


RESPONSORIO BREVE

V.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, aleluya.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo, Aleluya, aleluya.

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Aleluya, aleluya.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
He elegido y santificado este lugar, para que en él permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón. Aleluya.

Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

 
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Ant.: He elegido y santificado este lugar, para que en él permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón. Aleluya.


PRECES

Elevemos nuestras súplicas a Cristo, el Salvador del mundo que quiso darnos todos los bienes por mediación de María, y digámosle:

      Escucha, Señor, nuestras plegarias.

Bendito seas, Señor, que en tu inmensa bondad quisiste que tu Madre pusiera su trono en nuestras pampas, a orillas del río Luján,
      mira a tu pueblo que clama a ti y concédele los dones de la prosperidad y la paz.

Bendito seas, Señor, que quisiste mostrar tus favores primero a los humildes y sencillos,
      alivia a los necesitados, da pan a los hambrientos, consuelo a los afligidos, salud a los enfermos.

Bendito seas, Señor, que quisiste darnos un ejemplo de fidelidad y piedad en la persona del negro Manuel,
      haz que imitemos su sencillez y sepamos ser serviciales con nuestros hermanos.

Bendito seas, Señor, que por María abriste en Luján una fuente de gracia y bendición,
      mira a tu Iglesia, a nuestro santo padre, el papa N., a nuestros obispos, sacerdotes, gobernantes y pueblo, y conserva a todos en la unidad de la fe y la caridad.

Bendito seas, Señor, que constituiste a tu Madre señora y protectora de nuestra Patria,
      que su patrocinio nos alcance en la tierra los bienes que necesitamos y que un día gocemos de las alegrías eternas del cielo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Unidos fraternalmente bajo la protección maternal de María, digamos a Dios con profunda confianza filial: Padre nuestro.


Oración

Señor, mira con bondad la fidelidad de tu pueblo y concédenos que, por los méritos e intercesión de la Santísima Virgen María, obtengamos los dones de tu gracia en la vida presente y la salvación eterna en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



hora intermedia


V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. Aleluya.


HIMNO

Tercia


Al Señor confesamos, ¡aleluya!
en la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la palabra.

Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos,
marcó su nombre el nombre de los siglos,
y en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca seguidores y testigos.

Al Señor esperamos, ¡aleluya!
y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste ya ti vuelve. Amén.

O bien:

Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.

Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.

Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.

Sexta

Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.

Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.

Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.

O bien:

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador. nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.

Nona

Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya alado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.

Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, sepultado
y con hierro sellado y custodiado.

Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.

Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.

O bien:

Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.

Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.

Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.

Llévalos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.


SALMODIA

Antífona

Tercia:
Todos se dedicaban a la oración en común, con María, la madre de Jesús. Aleluya.
Sexta: Dijo la Madre de Jesús: "Haced lo que él os diga". Aleluya.
Nona: Pondré entre ellos mi morada, y enjugaré toda lágrima de sus ojos. Aleluya.

Los salmos se toman de la salmodia complementaria.


LECTURA BREVE

Tercia     Cfr. Sir 24, 25. 30b-31


En mí está la gracia para encontrar el camino y la verdad; en mí toda esperanza de vida y de fuerza. Los que se dejen conducir por mí no pecarán, y los que me hagan conocer poseerán la vida eterna.

V. Ave María Purísima. Aleluya.
R. Sin pecado concebida. Aleluya.

La oración conclusiva como en las Laudes.

Sexta     Sir 24, 11. 12. 13


Por todas partes busqué reposo y una heredad para instalarme. Entonces el Hacedor estableció el lugar de mi morada: «Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.»

V. Dichosos los que escuchan la palabra de Dios.
R. Y la cumplen. Aleluya.

La oración conclusiva como en las Laudes.

Nona     Cfr. Sir 24, 16


Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, y vivo en medio de la asamblea de los santos.

V. Bendita tú entre las mujeres. Aleluya.
R. Y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya.

La oración conclusiva como en las Laudes.


CONCLUSIÓN

V.
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



II Vísperas


V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. Aleluya.


HIMNO

Excelsa Reina de vírgenes,
de Dios Madre virginal,
puerta y dulzura del cielo,
esperanza del mortal.

Cándida flor entre espinas,
paloma de luz solar,
nacida de nuestra estirpe
donas medicina al mal.

Alcázar inexpugnable,
fúlgida estrella del mar,
desbarata los ardides,
guíenos tu claridad.

Sola inmaculada brillas
sin mancha original,
y triunfas de la serpiente
y su veneno letal.

Disipa sombras de errores,
aleja escollo fatal,
y el que fluctúa extraviado
halle en ti seguridad.

Se tribute excelsa gloria
a la augusta Trinidad
que te embelleció de gracias
y santidad singular. Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
Toda hermosa eres, María, y en tí no se encuentra la mancha original. Aleluya.

Salmo 121

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Ant. 1: Toda hermosa eres, María, y en tí no se encuentra la mancha original. Aleluya.


Ant. 2: Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Aleluya.

Salmo 126

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Ant. 2: Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Aleluya.


Ant. 3: El gorrión ha encontrado una casa, y la tórtola ha hallado un nido para colocar sus polluelos. Aleluya.

Cántico     Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Ant. 3: El gorrión ha encontrado una casa, y la tórtola ha hallado un nido para colocar sus polluelos. Aleluya.


LECTURA BREVE     Ap 21, 2-3

Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: "Esta es la morada de Dios con los hombres, y acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos."


RESPONSORIO BREVE

V. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. Aleluya, aleluya.
R. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. Aleluya, aleluya.

V. Porque el Señor obró en ella maravillas.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. Aleluya, aleluya.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Las aguas torrenciales no han podido apagar el amor, ni los ríos extinguirlo. Aleluya.

Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

 
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Ant.: Las aguas torrenciales no han podido apagar el amor, ni los ríos extinguirlo. Aleluya.


PRECES

Proclamemos, las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:

      Que la llena de gracia interceda por nosotros.

Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la  gloria de Jesucristo,
      haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.

Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos, socorro a los desamparados, unidad a los hogares
      y casa a los sin techo.

Tú que hiciste de María la madre de misericordia,
      haz que cuantos viven en peligros o están tentados sientan su protección maternal.

Tú que en tu madre, nuestra Señora de Luján, abriste en nuestra patria una fuente de bendición, mira benigno a nuestras autoridades y pueblo,
      y haz que la Iglesia crezca y se dilate en la verdadera fe y caridad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
      haz que nuestros queridos muertos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.

Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento de verdad y de pan: Padre nuestro.


Oración

Señor, mira con bondad la fidelidad de tu pueblo y concédenos que, por los méritos e intercesión de la Santísima Virgen María, obtengamos los dones de tu gracia en la vida presente y la salvación eterna en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



Completas


INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. Aleluya.


EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO


El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.

Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.

Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.

O bien:

En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.

En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.

Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.


SALMODIA

Ant.:
Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 90
A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE

Os he dado  potestad  para  pisotear
serpientes y escorpiones. (Lc 10,19)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: “Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.”

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.


LECTURA BREVE     Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.


RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Oración

Después de las II Vísperas del domingo y durante la octava de Pascua:


Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.

Después de las II Vísperas de las solemnidades que no coinciden en domingo:

Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.


CONCLUSIÓN

Bendición

V.
El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.


ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.