San Antonio de Padua
presbítero y doctor de la Iglesia

Memoria


Nació en Lisboa, Portugal, a finales del siglo XII. Primero formó parte de los canónigos regulares de san Agustín, y poco después de su ordenación sacerdotal ingresó en la Orden de los frailes Menores, con la intención de dedicarse a propagar la fe cristiana en África. Sin embargo, fue en Francia y en Italia donde ejerció con gran provecho sus dotes de predicador, convirtiendo a muchos herejes. Fue el primero que enseñó teología en su Orden. Escribió muchos sermones llenos de doctrina y de unción. Murió en Padua el año 1231.

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
    V.
Señor, abre mis labios.
    R.
Y mi boca proclamará tu alabanza.

    Puede añadirse el salmo invitatorio, con la siguiente antífona:

    Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
    V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
    R.
Señor, date prisa en socorrerme.
         Gloria.


LECTURA - LAUDES - MEDIA - VÍSPERAS - COMPLETAS


Oficio de lectura


HIMNO

del Común de pastores:


Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino,
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.

Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios, que a todos ama.

Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.

La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de la verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.

o bien del Común de doctores:

Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.

Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

o bien del Común de santos varones:

Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.

Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

o bien de la feria:

A caminar sin ti, Señor, no atino;
tu palabra de fuego es mi sendero;
me encontraste cansado y prisionero
del desierto, del cardo y del espino.

Descansa aquí conmigo del camino,
que en Emaús hay trigo en el granero,
hay un poco de vino y un alero
que cobije tu sueño, Peregrino.

Yo contigo, Señor, herido y ciego;
tú conmigo, Señor, enfebrecido,
el aire quieto, el corazón en fuego.

Y en diálogo sediento y torturado
se encontrarán en un solo latido,
cara a cara, tu amor y mi pecado. Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
Sólo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Salmo 135
HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL ÉXODO

Alabar a Dios es narrar sus maravillas.
(Casiano)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

El afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.

Ant. 1: Sólo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.


Ant. 2: Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

II

El hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.

Ant. 2: Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.


Ant. 3: Dad gracias al Dios del cielo: él nos libró de nuestros opresores.

III

Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel, su siervo:
porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.

Ant. 3: Dad gracias al Dios del cielo: él nos libró de nuestros opresores.

V. Señor, enséñame tus caminos.
R. Instrúyeme en tus sendas.

PRIMERA LECTURA

Del libro de Josué     10, 1-14; 11, 15-17

EL PUEBLO DE DIOS TOMA POSESIÓN DE SU TIERRA

    Habiéndose enterado Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, de que Josué se había apoderado de Ay y la había consagrado al anatema, haciendo con Ay y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y de que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y habían quedado incorporados a él, se atemorizó mucho con ello, porque Gabaón era una ciudad grande, como una ciudad real, mayor que Ay, y todos sus hombres eran valientes. Entonces Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, mandó a decir a Hohán, rey de Hebrón, a Piram, rey de Yarmut, a Yafia, rey de Lakís, y a Debir, rey de Eglón:
    «Venid en mi auxilio para que derrotemos a Gabaón, pues han hecho las paces con Josué y con los israelitas.»
Se juntaron y se pusieron, en marcha los cinco reyes amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Yarmut, el rey de Lakís y el rey de Eglón, con todas sus tropas; asediaron a Gabaón y la atacaron. Los gabaonitas mandaron decir a Josué al campamento de Guilgal:
    «No dejes solos a tus siervos; sube aprisa hacia nosotros, sálvanos y socórrenos, porque se han aliado contra nosotros todos los reyes amorreos que habitan en la montaña.»
Josué subió de Guilgal con toda la gente de guerra y todos los guerreros esforzados. Y el Señor dijo a Josué:
    «No los temas, porque los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.»
    Josué cayó sobre ellos de improviso, tras haber caminado toda la noche desde Guilgal.
    El Señor los puso en fuga delante de Israel y les causó una gran derrota en Gabaón; los persiguió por el camino de la bajada de Bet-Jorón y los batió hasta Azecá y Maquedá. Mientras huían ante Israel por la pendiente de Bet-Jorón, el Señor lanzó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azecá, que hicieron morir a muchos. Y fueron más los que murieron por las piedras que los que mataron los israelitas a filo de espada.
    El día que el Señor entregó al amorreo en manos de los israelitas, Josué se dirigió al Señor y exclamó:
    «Detente, oh sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayalón.»
Y el sol se detuvo y la luna se esperó, hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro del Justo? El sol se detuvo en medio del cielo y dejó de correr un día entero hacia su ocaso. No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera el Señor a la voz de un hombre. Es que el Señor combatía por Israel.
    Tal como el Señor había ordenado a su siervo Moisés, Moisés se lo había ordenado a Josué, y Josué lo ejecutó: no dejó pasar una sola palabra de lo que el Señor había ordenado a Moisés. Josué se apoderó de todo el país: de la montaña, de todo el Negueb y de todo el país de Gosen, de la Tierra Baja, de la Arabá, de la montaña de Israel y de sus estribaciones.
    Desde el monte Escueto que sube hacia Seír hasta Baal-Gad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón, apresó a todos sus reyes y los hirió de muerte.

Responsorio     Ez 34, 13. 15

R.
Congregaré a mis ovejas de entre las naciones, las traeré a su tierra, * las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.
V. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a reposar.
R. Las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.

SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san Antonio de Padua, presbítero

(1, 226)

LA PALABRA TIENE FUERZA CUANDO VA ACOMPAÑADA DE LAS OBRAS


    El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza. la paciencia y la obediencia. que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras. Cesen, por favor, las palabras y sean las obras quienes hablen. Estamos repletos de palabras, pero vacíos de obras, y por esto el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. «La norma del predicador -dice san Gregorio- es poner por obra lo que predica.» En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana el que la contradice con sus obras.
    Pero los apóstoles hablaban según les hacía expresarse el Espíritu Santo. ¡Dichoso el que habla según le hace expresarse el Espíritu Santo y no según su propio sentir!
Porque hay algunos que hablan movidos por su propio espíritu, roban las palabras de los demás y las proponen como suyas, atribuyéndolas a sí mismos. De estos tales y de otros semejantes dice el Señor por boca de Jeremías: Aquí estoy yo contra los profetas que se roban mis palabras uno a otro. Aquí estoy yo contra los profetas -oráculo del Señor- que manejan la lengua para echar oráculos. Aquí estoy yo contra los profetas de sueños falsos -oráculo del Señor-, que los cuentan para extraviar a mi pueblo. con sus embustes y jactancias. Yo no los mandé ni los envié. por eso son inútiles a mi pueblo -oráculo del Señor-.
    Hablemos, pues, según nos haga expresarnos el Espíritu Santo. pidiéndole con humildad y devoción que infunda en nosotros su gracia, para que completemos el significado quincuagenario del día de Pentecostés, mediante el perfeccionamiento de nuestros cinco sentidos y la observancia de los diez mandamientos, y para que nos llenemos de la ráfaga de viento de la contrición. de manera que, encendidos e iluminados por los sagrados esplendores, podamos llegar a la contemplación del Dios uno y trino.

Responsorio     Cf. Os 14. 6; Sal 91, 13; Sir 24. 4

R.
El justo florecerá como un lirio * y se alegrará eternamente ante el Señor.
V. En medio de su pueblo se gloría.
R. Y se alegrará eternamente ante el Señor.


CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



Laudes


HIMNO

Para vosotros, el misterio del Padre;
con vosotros, la luz del Verbo;
en vosotros, la llama del Amor
que es fuego.

¡Hontanares de Dios!,
¡hombres del Evangelio!,
¡humildes inteligencias luminosas!,
¡grandes hombres de barro tierno!

El mundo tiene hambre de infinito
y sed de cielo;
las creaturas nos atan a lo efímero
y nos vamos perdiendo en el tiempo.

Para nosotros,
el misterio que aprendisteis del Padre;
con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el Amor ingénito.

¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!,
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error el miedo.

Dadnos una vida de rodillas
ante el misterio,
una visión de este mundo de muerte
y una esperanza de cielo.

Padre, te pedimos para la Iglesia
la ciencia de estos maestros. Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Salmo 91
ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA
DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES

Este  salmo  canta  las  maravillas
realizadas en Cristo. (S. Atanasio)

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Ant. 1: Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.


Ant. 2: Dad gloria a nuestro Dios.

Cántico     Dt 32, 1-12
BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO

¡Cuántas veces he querido agrupar a
tus  hijos  como la gallina cobija a los
los polluelos bajo las alas! (Mt 23,37)

Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.

Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?

¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.

Lo encontró en una tierra desierta
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de su ojos.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

El Señor solo los condujo,
no hubo dioses extraños con él.

Ant. 2: Dad gloria a nuestro Dios.


Ant. 3: ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!

Salmo 8
MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE

Todo lo puso bajo sus pies y lo
dio a la Iglesia  como  cabeza,
sobre todo. (Ef 1, 22)

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre las cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre los obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ant. 3: ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!


LECTURA BREVE     Sb 7, 13-14

Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.


RESPONSORIO BREVE

V.
El pueblo cuenta su sabiduría.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.

V. La asamblea pregona su alabanza.
R. Cuenta su sabiduría.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.

Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Ant.: Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.


PRECES

Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:

      Apacienta a tu pueblo, Señor.

Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
      haz que por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
      no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,
      haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.

Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,
      haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.


Oración

Dios todopoderoso y eterno, que diste a tu pueblo un predicador insigne del Evangelio en san Antonio de Padua, y un intercesor eficaz que lo asistiera en sus dificultades, concédenos, por su intercesión, que seamos fieles a las enseñanzas del Evangelio y que contemos con tu ayuda en todas las adversidades. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



hora intermedia


V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. Aleluya.


HIMNO

Se dice el himno según la Hora


SALMODIA

Ant. 1:
«El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán», dice el Señor.

Salmo 118, 81-88

Me consumo ansiando tu salvación,
y espero en tu palabra;
mis ojos se consumen ansiando tus promesas,
mientras digo: ¿cuándo me consolarás?
Estoy como un odre puesto al humo,
pero no olvido tus leyes.

¿Cuántos serán los días de tu siervo?
¿Cuándo harás justicia de mis perseguidores.
Me han cavado fosas los insolentes, ignorando tu voluntad;
todos tus mandatos son leales,
sin razón me persiguen, protégeme.

Casi dieron conmigo en la tumba,
pero yo no abandoné tus decretos; por tu bondad dame vida,
para que observe los preceptos de tu boca.

Ant. 1: «El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán», dice el Señor.


Ant. 2: Tú eres, Señor, mi refugio y mi bastión contra el enemigo.

Salmo 60
ORACIÓN DE UN DESTERRADO

Oración del justo que espera la vida
eterna. (S. Hilario)

Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi súplica;
te invoco desde el confín de la tierra
con el corazón abatido:

llévame a una roca inaccesible,
porque tú eres mi refugio
y mi bastión contra el enemigo.

Habitaré siempre en tu morada,
refugiado al amparo de tus alas;
porque tú, ¡oh Dios!, escucharás mis deseos
y me darás la heredad de los que veneran tu nombre.

Añade días a los días del rey,
que sus años alcancen varias generaciones;
que reine siempre en presencia de Dios,
que tu gracia y tu lealtad le hagan guardia.

Yo tañeré siempre en tu honor,
e iré cumpliendo mis votos día tras día.

Ant. 2: Tú eres, Señor, mi refugio y mi bastión contra el enemigo.


Ant. 3: Protege mi vida, Señor, del terrible enemigo.

Salmo 63
SÚPLICA CONTRA LOS ENEMIGOS

Este salmo se aplica especialmente
a la pasión  del  Señor. (S. Agustín)

Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?»
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

Ant. 3: Protege mi vida, Señor, del terrible enemigo.


LECTURA BREVE

Tercia     Dt 8, 5b-6


El Señor, tu Dios, te ha educado como un padre educa a su hijo; para que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, sigas sus caminos y lo temas.

V. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable.
R. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

Oremos:

Señor Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo para que, libres de toda adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza. Por Cristo nuestro Señor.

Sexta     1R 2, 2b-3

Esfuérzate y sé hombre. Sé fiel al Señor tu Dios marchando por sus caminos, guardando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, como están escritos en la ley de Moisés, para que seas afortunado en cuanto hicieras y dondequiera que vayas.

V. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
R. Porque ella es mi gozo.

Oremos:

Señor, fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te amemos a ti sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por Cristo nuestro Señor.

Nona     Jr 6, 16

Poneos en los caminos y mirad, preguntad a las sendas antiguas: «¿Es éste el buen camino?» Caminad por él, y hallaréis reposo para vuestra alma.

V. Tus preceptos son mi herencia perpetua.
R. La alegría de mi corazón.

Oremos:

Escucha, Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por intercesión de la santísima Virgen María, después de haberte servido durante toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Cristo nuestro Señor.


CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



I Vísperas de la solemnidad del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo


INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. Aleluya.


HIMNO

Publica, lengua, y canta
el misterio del cuerpo glorioso
y de la sangre santa
que dio por mi reposo
el fruto de aquel vientre generoso.

A todos nos fue dado,
de la Virgen purísima María
por todos engendrado;
y mientras acá vivía
su celestial doctrina esparcía.

De allí en nueva manera
dio fin maravilloso a su jornada
la noche ya postrera,
la noche deseada,
estando ya la cena aparejada.

Convida a sus hermanos,
y, cumplida la sombra y ley primero,
con sus sagradas manos
por el legal cordero
les da a comer su cuerpo verdadero.

Aquella criadora
Palabra, con palabra, sin mudarse,
lo que era pan agora
en carne hace tornarse
y el vino en propia sangre trastornarse.

Y puesto que el grosero
sentido se acobarda y desfallece,
el corazón insano
por eso no enflaquece,
porque la fe le anima y favorece.

Honremos pues, echados
por tierra, tan divino sacramento,
y queden desechados,
pues vino el cumplimiento,
los ritos del antiguo Testamento.

Y si el sentido queda
pasmado de tan alta y nueva cosa,
lo que él no puede pueda,
ose lo que él no osa,
la fe determinada y animosa.

¡Gloria al Omnipotente,
y al gran Engendrador y al Engendrado,
y al inefablemente
de entrambos inspirado
igual loor, igual honor sea dado! Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
El Señor es clemente, él da alimento a sus fieles en memoria de sus maravillas.

Salmo 110.
GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor,  Dios  omnipotente.   (Ap 15, 3)

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su poder,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

Ant. 1: El Señor es clemente, él da alimento a sus fieles en memoria de sus maravillas.


Ant. 2: El Señor da la paz a su Iglesia, la sacia con flor de harina.

Salmo 147.
RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN

Ven  y te mostraré la  desposada,
la esposa del Cordero. (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Ant. 2: El Señor da la paz a su Iglesia, la sacia con flor de harina.


Ant. 3: Yo lo digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.

Cántico del libro del Apocalipsis     11, 17-18; 12, 10b-12a
EL JUICIO DE DIOS


Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su Vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Ant. 3: Yo lo digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.


LECTURA BREVE     1Co 10, 16-17

El cáliz bendito que consagramos es la comunión de la sangre de Cristo; y el pan que partimos es la comunión del cuerpo del Señor. Y, puesto que es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; ya que todos participamos de ese único pan.


RESPONSORIO BREVE

V.
Les ha dado pan del cielo. Aleluya, aleluya.
R. Les ha dado pan del cielo. Aleluya, aleluya.

V. El hombre ha comido pan de ángeles.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Les ha dado pan del cielo. Aleluya, aleluya.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Señor, cuán suave es tu Espíritu; para hacer sentir tu dulzura a tus hijos, los llenas de bienes con un pan delicioso que les mandas del cielo; dejas, en cambio, sin nada a los ricos insolentes.

Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Ant.: Señor, cuán suave es tu Espíritu; para hacer sentir tu dulzura a tus hijos, los llenas de bienes con un pan delicioso que les mandas del cielo; dejas, en cambio, sin nada a los ricos insolentes.


PRECES

Acudamos a Cristo, que invita a todos a su Cena y en ella entrega su cuerpo y su sangre para la vida del mundo; digámosle:

      Cristo, pan bajado del cielo, danos la vida eterna

Cristo, Hijo de Dios vivo, que nos mandaste celebrar la eucaristía como memorial tuyo,
      enriquece a tu Iglesia con la celebración de tus misterios.

Cristo, Señor nuestro, sacerdote único del Dios altísimo, que has querido que tus ministros te representaran en la cena eucarística,
      haz que los que presiden nuestras asambleas imiten en su manera de vivir lo que celebran en el sacramento.

Cristo, maná bajado del cielo, que haces un solo cuerpo de cuantos participan de un mismo pan,
      aumenta la unidad y la concordia entre los que creen en ti.

Cristo Jesús, médico enviado por el Padre, que por el pan de la eucaristía nos das el remedio de inmortalidad y el germen de la resurrección,
      da salud a los enfermos y esperanza a los pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Cristo Señor, rey al que esperamos, tú que nos mandaste celebrar la eucaristía para anunciar tu muerte y pedir tu retorno,
      haz participar en tu resurrección a los que han muerto estando en tu amor.

Pidamos al Padre, como Cristo nos enseñó, nuestro pan de cada día: Padre nuestro.


Oración

Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas.


CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.
Amén.



Completas


INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. Aleluya.


EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO


Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4
ACCIÓN DE GRACIAS

El Señor hizo maravillas al resucitar a  Je-
sucristo de entre los muertos. (S. Agustín)

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: “¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?”

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me hacer vivir tranquilo.

Ant. 1: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.


Ant. 2: Durante la noche, bendecid al Señor.

Salmo 133
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

Alabad al Señor, sus siervos todos, los que
le teméis,  pequeños y grandes.  (Ap 19, 5)

Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:

Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.

Ant. 2: Durante la noche, bendecid al Señor.


LECTURA BREVE     Dt 6, 4-7

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.


RESPONSORIO BREVE

V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Oración

Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.


CONCLUSIÓN

V.
El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.



ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

I


Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

II

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

III

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

IV

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.