La Anunciación del Señor

INVITATORIO

Si Laudes es la primera celebración del día:
    V.
Señor, abre mis labios.
    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:

    Adoremos al que es la Palabra y se ha hecho carne por nosotros. (T. P. Aleluya.)

Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
    V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
    R. Señor, date prisa en socorrerme.
         Gloria. (T. P. Aleluya.)

 

LECTURA - LAUDES - MEDIA - VÍSPERAS - COMPLETAS

 

Oficio de lectura


HIMNO

¿Por qué bajaste a nosotros?
¿Por qué nos salvas, oh Cristo?
Desde el antiguo pecado,
desde el antiguo castigo,
llevamos la vida triste,
tenemos roto el camino.
Desde la serpiente artera,
desde el orgullo maldito,
la frente sólo sudores
y el campo da sólo espinos.

¿Por qué bajaste a nosotros?
¿Por qué nos salvas, oh Cristo?
En este mundo de vida
la muerte lanza su grito.
El Padre escuchó el lamento
desgarrador e infinito,
y en su locura de amor,
nos envió a su propio Hijo.

Tomó nuestra pobre carne,
se convirtió en nuestro amigo,
para matar en su cuerpo
la grandeza del delito.

¿Por qué bajaste a nosotros?
¿Por qué nos salvas, oh Cristo,
si tú nos lo diste todo
y nosotros lo perdimos?
Sabemos que por tu sangre
compraste un fruto perdido:
hombres de todas las razas
y de todos los caminos,
e hiciste de ellos un reino
de sacerdotes, oh Cristo.

Tómanos entre tus brazos,
que entre llantos y gemidos
tus creaturas esperamos
volver a tu paraíso.
¡Entréganos a tu Padre,
santo y eterno Principio! Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. (T. P. Aleluya.)

Salmo 2


¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo.»

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Ant. 1: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. (T. P. Aleluya.)


Ant. 2:
Al entrar en este mundo, dice: «Me has preparado un cuerpo; ya estoy aquí, oh Dios, para cumplir tu voluntad.» (T. P. Aleluya.)

Salmo 18 A


El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Ant. 2: Al entrar en este mundo, dice: «Me has preparado un cuerpo; ya estoy aquí, oh Dios, para cumplir tu voluntad.» (T. P. Aleluya.)


Ant. 3:
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. (T. P. Aleluya.)

Salmo 44


Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.

Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.

Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.

Tu trono, ¡oh dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna:
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.

«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»

Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.

Ant. 3: En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. (T. P. Aleluya.)

V.
La Palabra se hizo carne. (T. P. Aleluya.)
R.
Y puso su morada entre nosotros. (T. P. Aleluya.)


PRIMERA LECTURA

Del primer libro de las Crónicas     17, l5

PROFECÍA SOBRE EL HIJO DE DAVID

    En aquellos días, morando ya David en su casa, dijo a Natán, profeta:
    «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el arca de la alianza del Señor está bajo pieles.» Respondió Natán a David:
    «Haz todo cuanto tienes en tu corazón, porque Dios está contigo.»
    Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán en estos términos:
    «Vete y di a mi siervo David:
    "Así dice el Señor: No serás tú quien me edifique casa para que habite yo en ella. Pues no he habitado en casa alguna desde el día en que hice subir a los hijos de Israel hasta el día de hoy; sino que he andado de tienda en tienda y de morada en morada. En todo d tiempo que he ido de un lado para otro con todo Israel, ¿he dicho acaso a alguno de los jueces de Israel, a los que mandé me apacentaran a mi pueblo: 'Por qué no me edificáis una casa de cedro'?"
    Di, pues, esto a mi siervo David:
    "Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te he sacado del campo, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel. He estado contigo en todas tus empresas, he eliminado a todos tus enemigos de delante de ti Y voy a hacerte un nombre grande como el nombre de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar a mi pueblo Israel, y lo plantaré allí para que more en él; no será ya perturbado, y los malhechores no seguirán oprimiéndolo como al principio, y como en los días en que instituí Jueces sobre mi pueblo Israel. Someteré a todos tus enemigos. Yo te haré grande y el Señor te edificará una casa. Cuando se cumplan tus días para ir con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas y consolidaré su reino. Él me edificará una casa y yo afirmaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo, y no apartaré de tí mi amor, como lo aparté de aquel que fue antes de ti. Yo lo estableceré en mi casa y en mi reino para siempre, y su trono estará firme eternamente."»
    Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, habló Natán a David.

Responsorio     Cf. Lc 1, 26-32

R.
Fue enviado el ángel Gabriel a una virgen desposada con un hombre llamado José, para anunciarle el mensaje; y se turbó la Virgen ante su resplandor. «No temas, María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios: * concebirás y darás a luz un hijo, el cual será llamado Hijo del Altísimo.» (T. P. Aleluya.)
V.
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Concebirás y darás a luz un hijo, el cual será llamado Hijo del Altísimo. (T. P. Aleluya.)


SEGUNDA LECTURA


De las Cartas de san León Magno, papa

(Carta 28, a Flaviano, 3-4: PL 54, 763-767)

EL MISTERIO DE NUESTRA RECONCILIACIÓN


    La majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contraída por nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza pasible; de este modo, tal como convenía para nuestro remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él, pudo ser a la vez inmortal, por la conjunción en él de esta doble condición.
    El que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana. Y, al decir nuestra esencia humana, nos referimos a la que fue plasmada en nosotros por el Creador, y que él asume para restaurarla.
    Esta naturaleza nuestra quedó viciada cuando el hombre se dejó engañar por el maligno, pero ningún vestigio de este vicio original hallamos en la naturaleza asumida por el Salvador. Él, en efecto, aunque hizo suya nuestra misma debilidad, no por esto se hizo partícipe de nuestros pecados.
    Tomó la condición de esclavo, pero libre de la sordidez del pecado, ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento suyo -por el cual, él, que era invisible, se hizo visible, y él, que es el Creador y Señor de todas las cosas, quiso ser uno más entre los mortales- fue una dignación de su misericordia, no una falta de poder. Por tanto, el mismo que, permaneciendo en su condición divina, hizo al hombre es el mismo que se hace él mismo hombre, tomando la condición de esclavo.
    Y, así, el Hijo de Dios hace su entrada en la bajeza de este mundo, bajando desde el trono celestial, sin dejar la gloria que tiene junto al Padre, siendo engendrado en un nuevo orden de cosas.
    En un nuevo orden de cosas, porque el que era invisible por su naturaleza se hace visible en la nuestra, el que era inaccesible a nuestra mente quiso hacerse accesible, el que existía antes del tiempo empezó a existir en el tiempo, el Señor de todo el universo, velando la inmensidad de su majestad, asume la condición de esclavo, el Dios impasible e inmortal se digna hacerse hombre pasible y sujeto a las leyes de la muerte.
    El mismo que es Dios verdadero es también hombre verdadero, y en él, con toda verdad, se unen la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios.
    Ni Dios sufre cambio alguno con esta dignación de su piedad, ni el hombre queda destruido al ser elevado a esta dignidad. Cada una de las dos naturalezas realiza sus actos propios en comunión con la otra, a saber, la Palabra realiza lo que es propio de la Palabra, y la carne lo que es propio de la carne.
    En cuanto que es la Palabra, brilla por sus milagros; en cuanto que es carne, sucumbe a las injurias. Y así como la Palabra retiene su gloria igual al Padre, así también su carne conserva la naturaleza propia de nuestra raza.
    La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es verdaderamente Hijo de Dios y verdaderamente hijo del hombre. Es Dios, porque ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; es hombre, porque la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.

Responsorio     Cf. Lc 1, 31. 42

R.
Recibe la palabra, Virgen María, que el Señor te anuncia por medio del ángel: concebirás y darás a luz al Dios hecho hombre, * para que te llamen bendita entre las mujeres. (T. P. Aleluya.)
V.
Darás a luz un hijo sin perder tu virginidad, concebirás en tu seno y serás madre siempre intacta.
R. Para que te llamen bendita entre las mujeres. (T. P. Aleluya.)


HIMNO FINAL

En los domingos, en las solemnidades y en las fiestal después del segundo responsorio, se dice el siguiente himno:


Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
    a ti nuestra alabanza,
    a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
    y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
    Dios del universo;
    llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
    la multitud de los profetas te enaltece,
    y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
    por todos los confines extendida,
    con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
    Hijo eterno, unigénito de Dios,
    Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
    tú el Hijo y Palabra del Padre,
    tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
    tomaste la condición de esclavo
    en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
    y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
    inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
    como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
    de los hombres que salvaste.

y recíbelos por siempre allá en tu reino,
    con tus santos y elegidos.

    La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
    y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
    y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
    y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
    guardamos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
    ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
    como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.


Oración

Señor Dios nuestro, que quisiste que tu Verbo se hiciera hombre en el seno de la Virgen María, concede a quienes proclamamos  que nuestro Redentor es realmente Dios y hombre que lleguemos a ser partícipes de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



Laudes


HIMNO

Que hoy bajó Dios a la tierra
es cierto; pero más cierto
es que, bajando a María,
bajó Dios a mejor cielo.

Conveniencia fue de todos
este divino misterio,
pues el hombre, de fortuna,
y Dios mejoró de asiento.

Su sangre le dio María
a logro, porque a su tiempo
la que recibe encarnando
restituya redimiendo.

Un arcángel a pedir
bajó su consentimiento,
guardándole, en ser rogada,
de reina sus privilegios.

¡Oh grandeza de María,
que cuando usa el Padre eterno
de dominio con su Hijo,
use con ella de ruego!

A estrecha cárcel reduce
de su grandeza lo inmenso
y en breve morada cabe
quien sólo cabe en sí mismo. Amén.


SALMODIA

Ant. 1: Fue enviado el ángel Gabriel a una virgen desposada con un hombre llamado José. (T. P. Aleluya.)

Salmo 62, 2-9


¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Ant. 1:
Fue enviado el ángel Gabriel a una virgen desposada con un hombre llamado José. (T. P. Aleluya.)


Ant. 2:
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. (T. P. Aleluya.)

Cántico Dn 3, 57-88. 56


Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. (T. P. Aleluya.)


Ant. 3:
Con su consentimiento la Virgen concibió y permaneciendo virgen, dio a luz al Salvador. (T. P. Aleluya.)

Salmo 149


Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Ant. 3: Con su consentimiento la Virgen concibió y permaneciendo virgen, dio a luz al Salvador. (T. P. Aleluya.)


LECTURA BREVE     Flp 2, 6-7


Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.


RESPONSORIO BREVE

V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. (T. P. Aleluya, aleluya.)
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. (T. P. Aleluya, aleluya.)

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo. / (T. P. Aleluya, aleluya.)

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. (T. P. Aleluya, aleluya)


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Por el gran amor con que Dios nos amó nos envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado. (T. P. Aleluya.)

Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Ant.: Por el gran amor con que Dios nos amó nos envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado. (T. P. Aleluya.)


PRECES


Al celebrar en este día de la Anunciación los comienzos de la salvación de los hombres, llenos de alegría, oremos, diciendo:

      Que la santa Madre de Dios interceda por nosotros.

Señor, haz que recibamos a nuestro Salvador
      con la misma alegría con que María recibió alegre el anuncio del ángel.

Tú que miraste la humillación de tu esclava,
     acuérdate también de nosotros y socórrenos.

Que sepamos conformarnos siempre a tu voluntad,
      como María, la nueva Eva, se sometió siempre a tu palabra.

Que santa María socorra a los pobres, levante a los decaídos, consuele a los tristes,
      interceda por las vírgenes, por las madres y esposas, y por todas las jóvenes y niñas.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro.


Oración

Señor Dios nuestro, que quisiste que tu Verbo se hiciera hombre en el seno de la Virgen María, concede a quienes proclamamos  que nuestro Redentor es realmente Dios y hombre que lleguemos a ser partícipes de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



hora intermedia


V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. (T. P. Aleluya.)


HIMNO

Tercia


Amigo de los hombres, Jesucristo,
tú solo das sentido a nuestra historia,
y, con los ojos fijos al futuro,
la Iglesia vive fiel a tu memoria.

Este tiempo de ayuno te presenta
de nosotros la parte más oscura,
y tus manos clavadas al madero
nos devuelven tu paz y tu ternura.

A lo largo del día no nos dejes,
no nos falte la luz de tu mirada:
llena de amor los pasos que caminan
de este mundo a la luz de tu alborada. Amén.

O bien:

Como el fuego calcina
la madera reseca,
cuando el pecado nos domina,
Espíritu de Dios,
purifícanos.

Como el río derrama
por la tierra sus aguas
y hay flor y fruto en la rama,
Espíritu de Dios,
vivifícanos.

Como tu fuerte viento
hizo en el mar camino,
cuando haya duda y desaliento,
Espíritu de Dios,
ayúdanos.

Luz, Amor, Viento, Fuego,
los caminos de éxodo
enseña al hombre pobre y ciego.
Espíritu de Dios,
condúcenos. Amén.

Sexta

Jesús, contigo iremos al desierto
en medio de la villa populosa,
y tú nos brindarás el pan sabroso
que alimentó tu alma silenciosa

Contigo pasaremos el mar Rojo,
beberemos el agua de la roca;
tú serás el pastor y, en la montaña,
tú serás nuestra gracia esplendorosa.

Contigo humildemente hasta el Calvario,
contigo por la vía dolorosa,
y al final, oh Jesús, por tu promesa,
contigo viviremos en tu gloria. Amén.

O bien:

Por el pecado primero
entró la muerte a la vida,
y la muerte fue vencida
por la vida del Cordero.

El Padre lo hizo pecado
para salvar al caído;
el que nunca había sufrido
se quiso crucificado.

La humanidad pecadora
está bien representada,
mas la culpa fue lavada
por la sangre redentora. Amén.

Nona

Ojos de aquel publicano
hasta la tierra caídos,
el Dios de la luz os mira,
miradle con regocijo.

Mano que pide clemencia
hiriendo el pecho contrito,
el Señor te abre la puerta
de su pecho compasivo.

Lengua que en bajo murmullo,
dices tu dolor sentido,
el Juez que sabe juzgar
ha escuchado complacido.

Padre del octavo día,
glorioso siendo propicio,
perdónanos, purifícanos,
por el honor de tu Hijo. Amén.

O bien:

Cada tarde se nos van los días,
y cada tarde el tiempo pasa;
se acaba nuestra vida cada tarde
y miramos la muerte más cercana.

Déjame todavía gozar el milagro
de tu luz, de tu sol, de tus albas;
déjame gozar el milagro de sentirme vivo
y de nacer para ti cada mañana.

Déjame, Señor, gozar de tu milagro
al llegar una vez más la tarde mansa,
porque tú eres el Dios de nuestras horas,
el Dios oculto de nuestra esperanza. Amén.


SALMODIA

Tercia:
Del tronco de Jesé brotó la Virgen María, y en su tálamo penetró el Espíritu de Dios. (T. P. Aleluya.)
Sexta: Mirad: la Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. (T. P. Aleluya.)
Nona: Se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y él será nuestra paz. (T. P. Aleluya.)

Los salmos se toman de la salmodia complementaria


LECTURA BREVE

Tercia     Ef 1, 9b-10


Éste es al plan que Dios había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tenga a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra.

V. El ángel del Señor anunció a María. (T. P. Aleluya.)
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

La oración conclusiva como en las Laudes.

Sexta     1Jn 4, 10


En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación de nuestros pecados.

V. Aquí está la esclava del Señor. (T. P. Aleluya.)
R. Hágase en mí según tu palabra. (T. P. Aleluya.)

La oración conclusiva como en las Laudes.

Nona     1Tm 2, 5-6a


Hay un solo Dios, y único es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él, el cual se entregó a si mismo como precio de rescate por todos.

V. La Palabra se hizo carne. (T. P. Aleluya.)
R. Y puso su morada entre nosotros. (T. P. Aleluya.)

La oración conclusiva como en las Laudes.



CONCLUSIÓN

V.
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.



II Vísperas


INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. (T. P. Aleluya.)


HIMNO

Hoy es del divino amor
la encarnación amorosa,
fineza que es tan costosa
que a las demás da valor.

¿Qué bien al mundo no ha dado
la encarnación amorosa,
si aun la culpa fue dichosa
por haberla ocasionado?

Ni ella sola ser podía
causa, que, si se repara,
para que Dios encarnara
bastaba sólo María.

Aunque de ser encarnado
pudo ser doble el motivo:
de todos por compasivo,
de ella por enamorado.

Y así, al bajar este día
al suelo por varios modos
fue por la culpa de todos
y la gracia de María. Amén.


SALMODIA

Ant. 1:
El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

Salmo     109, 1-5. 7

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Ant. 1: El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)


Ant. 2:
No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y se llamará Hijo del Altísimo. (T. P. Aleluya.)

Salmo 129

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Ant. 2: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y se llamará Hijo del Altísimo. (T. P. Aleluya.)


Ant. 3:
Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. (T. P. Aleluya.)

Cántico     Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio,
el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo,

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Ant. 3: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. (T. P. Aleluya.)


LECTURA BREVE     1Jn 1, 1-3a


Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida (porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado): lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, a fin de que viváis en comunión con nosotros.


RESPONSORIO BREVE

V.
La Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros. (T. P. Aleluya, aleluya.)
R.
La Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros. (T. P. Aleluya, aleluya.)

V.
Ya al principio estaba con Dios.
R. Y puso su morada entre nosotros. / (T. P. Aleluya, aleluya.)

V.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros. (T. P. Aleluya, aleluya.)


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
El ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.» (T. P. Aleluya.)

Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Ant.: El ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.» (T. P. Aleluya.)


PRECES


Acudamos a Dios Padre, que por medio del ángel anunció hoy a María su designio de salvarnos, y digámosle confiados:

      Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros.

Tú que elegiste a la Virgen María para madre de tu Hijo,
      ten piedad de todos los que esperamos la redención de Jesucristo.

Tú que por boca de Gabriel anunciaste a María el gozo y la paz,
      concede a todo el mundo la alegría de la salvación y el don de una paz verdadera.

Tú que por la aceptación de María y por obra del Espíritu Santo hiciste que tu Verbo habitara entre nosotros,
      haz que nosotros recibamos siempre a Cristo como lo recibió María.

Tú que enalteces a los humildes y a los pobres lo colmas de bienes,
      conforta a los que se sienten abatidos, socorre a los necesitados y ayuda a los moribundos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que eres el único que realizas maravillas y el Dios para quien nada hay imposible,
      resucita a los muertos en el último día.

Ya que Cristo al hacerse hombre nos ha hermanado a todos, digamos a nuestro Padre común: Padre nuestro.


Oración

Señor Dios nuestro, que quisiste que tu Verbo se hiciera hombre en el seno de la Virgen María, concede a quienes proclamamos  que nuestro Redentor es realmente Dios y hombre que lleguemos a ser partícipes de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amen



Completas


INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
     Gloria. (T. P. Aleluya.)


EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO

Tiempo de Cuaresma:


Cuando llegó el instante de tu muerte
inclinaste la frente hacia la tierra,
como todos los mortales;
mas no eras tú el hombre derribado,
sino el Hijo que muerto nos contempla.

Cuando me llegue el tránsito esperado
y siga sin retorno por mi senda,
como todos los mortales,
el sueño de tu rostro será lumbre
y tu gloria mi gloria venidera.

El silencio sagrado de la noche
tu paz y tu venida nos recuerdan,
Cristo, luz de los mortales;
acepta nuestro sueño necesario
como secreto amor que a ti se llega. Amén.

O bien:

Tú, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche. Amén.

Tiempo pascual:

El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
 
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
 
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
 
O bien:

En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
 
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
 
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.


SALMODIA

Tiempo de Cuaresma:

Ant.:
Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Tiempo pascual: Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 90
A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE

Os he dado  potestad  para  pisotear
serpientes y escorpiones. (Lc 10,19)

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: “Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.”

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»

Tiempo de Cuaresma:

Ant.:
Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

Tiempo pascual: Aleluya, aleluya, aleluya.


LECTURA BREVE     Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.


RESPONSORIO BREVE

V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. (T. P. Aleluya, aleluya.)
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. (T. P. Aleluya, aleluya.)

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu. (T. P. Aleluya, aleluya.)

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. / (T. P. Aleluya, aleluya.)


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya, aleluya.)

Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya, aleluya.)


Oración

Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.


CONCLUSIÓN

V.
El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.



ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Tiempo de Cuaresma:

I


Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

II

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

III

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
 
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
 
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

IV

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

Tiempo pascual:

Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.