Pascua - Viernes I
INVITATORIO
Si Laudes es la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
A continuación se dice el salmo
Invitatorio, con la antífona:
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
LECTURA - LAUDES - MEDIA - VÍSPERAS - COMPLETAS
oficio de lectura
HIMNO
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Dad gracias al Señor; sólo él hizo grandes maravillas. Aleluya.
Salmo 135
I
Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.
Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.
Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.
Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.
Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.
El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.
La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.
Ant. 1: Dad gracias al Señor; sólo él hizo grandes maravillas. Aleluya.
Ant. 2: Sacó a Israel del país de Egipto: porque es eterna su misericordia. Aleluya.
II
Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.
y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.
Con mano poderosa. con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.
Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.
y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.
Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.
Ant. 2: Sacó a Israel del país de Egipto: porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant. 3: El Señor nos libró de nuestros opresores. Aleluya.
III
Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.
Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.
Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.
A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.
y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.
Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.
En heredad a Israel su siervo:
porque es eterna su misericordia.
En nuestra humillación se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.
y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.
Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.
Ant. 3: El Señor nos libró de nuestros opresores. Aleluya.
V. Dios nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Aleluya.
R. Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Año I:
De la primera carta del apóstol san Pedro 1Pe 3, 18 -4, 11
LA EXPECTACIÓN DE LA VENIDA DE CRISTO
Hermanos: Cristo murió una sola vez por nuestros pecados, siendo justo murió por
nosotros los injustos, para llevarnos a Dios. Fue entregado a la muerte según la
carne, pero fue resucitado según el espíritu; y así, en espíritu, fue a
predicar también a los espíritus que estaban
en cautividad, los que habían sido incrédulos en otro tiempo, cuando los
esperaba la inagotable paciencia de Dios en los días de Noé, mientras éste iba
preparando el arca, en la cual unas cuantas personas, ocho nada más, entraron
para salvarse por medio del agua.
Lo que estaba prefigurado en esta agua es el bautismo que os salva también ahora
a vosotros, el cual no es remoción de las manchas del cuerpo, sino la petición
que hace a Dios una buena conciencia, en virtud de la resurrección de
Jesucristo. Él, después de subir al cielo, está a la diestra de Dios y le están
sometidos los ángeles, las dominaciones y las potestades.
Por consiguiente, ya que Cristo padeció en su vida mortal, armaos también
vosotros de este mismo pensamiento: que quien ha padecido en esta vida mortal
ha terminado con el pecado. Así viviréis el resto de vuestra vida no según las
pasiones humanas, sino en conformidad con la voluntad de Dios. Ya es bastante
haber vivido el tiempo pasado a estilo de los paganos, el haberos entregado a
desenfrenos, liviandades, borracheras, orgías, embriagueces y a nefandas idolatrías.
Por eso se extrañan y os insultan, porque no concurrís a ese desbordamiento de
libertinaje. Pero tendrán que rendir cuentas al que está ya preparado para
juzgar a vivos y muertos. Por esto fue anunciada la buena nueva hasta a. los muertos,
para que, condenados como hombres que no vivían sino una vida puramente natural,
tengan vida por el espíritu según la voluntad de Dios.
El fin de todo está cercano. Sed, pues, cuerdos y velad en la oración. Ante todo
teneos una constante caridad unos con otros, porque la caridad cubre la multitud
de los pecados.
Practicad la caridad unos con otros sin daros a la murmuración. Que cada uno,
con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios. El que toma la palabra que
hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio que lo haga en virtud del
encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de
Jesucristo, Señor nuestro, cuya es la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. Amén.
Responsorio 1Pe 3, 18. 22
R. Cristo murió una sola vez por nuestros pecados, siendo justo murió por nosotros los injustos, para llevarnos a Dios.
* Fue entregado a la muerte según la carne, pero fue resucitado según el espíritu. Aleluya.
V. Está a la diestra de Dios, después de haber aceptado la muerte, para hacernos herederos de la vida eterna.
R. Fue entregado a la muerte según la carne, pero fue resucitado según el espíritu. Aleluya.
Año II:
De los Hechos de los apóstoles 3, 12 -- 4, 4
DISCURSO DE PEDRO SOBRE LA GLORIFICACIÓN DE JESÚS, HIJO DE DIOS
En aquellos días, Pedro dirigió al pueblo este discurso:
«Hombres de
Israel, ¿a qué sorprenderos por lo ocurrido? ¿A qué viene el mirarnos tanto,
como si el haber hecho andar a este hombre hubiese sido por nuestro poder o por
nuestra virtud? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros
padres, ha glorificado a Jesús, su siervo, a quien vosotros entregasteis a la
muerte y reprobasteis en el tribunal de Pilato, después que éste había decidido
dejarlo en libertad. Vosotros rechazasteis al santo y al justo y, en cambio,
pedisteis que se os dejara en libertad a un asesino. Disteis muerte al autor de
la vida, pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos; nosotros somos
testigos de ello. Y a este hombre, que vosotros veis y conocéis, él le ha dado
energía y vitalidad, por haber tenido fe; es, pues, la fe, que de él viene, la
que lo ha restablecido totalmente ante vuestros mismos ojos.
Ahora bien,
hermanos, ya sé que habéis obrado con ignorancia, lo mismo que vuestros jefes.
Pero, de este modo, Dios ha dado cumplimiento a lo que ya antes había anunciado
por boca de todos los profetas: la pasión de su Mesías. Por lo tanto,
arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; así llegarán de
parte del Señor los tiempos de la consolación mesiánica, y él os enviará a
Jesús, a quien predestinó y constituyó Mesías para vuestra salud. Él debe quedar
en el cielo hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de la que
Dios habló, ya desde muy antiguo, por boca de sus santos profetas. Y así, por
una parte, dijo Moisés: "El Señor, vuestro Dios, suscitará de entre vuestros
hermanos un profeta, como me suscitó a mí; daréis oídos a cuanto os dijere. Todo
aquel que no escuchare a este profeta será exterminado del pueblo." Por otra
parte, los demás profetas a partir de Samuel, todos cuantos profetizaron, dieron
también uno tras otro el anuncio de estos días.
Vosotros
sois hijos de los profetas y de la alianza que estableció Dios con vuestros
padres, cuando dijo a Abraham: "En tu descendencia serán bendecidas todas las
naciones de la tierra." Para vosotros en primer lugar, para vuestra salud,
suscitó Dios a su siervo y os lo envió para que os colmara de bendiciones, a la
vez que os apartara a todos de vuestras maldades.»
Mientras
hablaban ellos al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el prefecto del templo
y los saduceos. Todos éstos llevaron muy a mal el que estuvieran enseñando al
pueblo y anunciando que la resurrección de los muertos se había verificado en
Jesús. Los apresaron y los metieron en la cárcel hasta la mañana siguiente,
porque era ya tarde. Muchos de los que habían escuchado el discurso abrazaron la
fe; su número llegó a unos cinco mil hombres.
RESPONSORIO Hch 3, 18-19; Is 53, 12b
R. Dios ha dado cumplimiento a lo que ya antes había anunciado por boca de todos los profetas: la pasión de su Mesías.
* Por lo tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados. Aleluya.
V. Él tomó sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió por los pecadores.
R. Por lo tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis de Jerusalén
(Catequesis 21 [Mistagógica 31. 1-3: PG 33. 1087.1091)
LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
Bautizados en Cristo y habiéndoos revestido de Cristo, habéis adquirido una
condición semejante a la del Hijo de Dios. Pues Dios, que nos predestinó a la
adopción de hijos suyos, nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo. Por
esto, hechos partícipes de Cristo (que significa Ungido), no sin razón sois
llamados ungidos; y es refiriéndose a vosotros que dijo el Señor: No toquéis a
mis ungidos.
Fuisteis hechos cristos (o ungidos) cuando recibisteis el signo del Espíritu
Santo; todo se realizó en vosotros en imagen, ya que sois imagen de Cristo. Él,
en efecto, al ser bautizado en el río Jordán, salió del agua, después de haberle
comunicado a ella el efluvio fragante de su divinidad, y entonces bajó sobre él
el Espíritu Santo en persona, y se posó sobre él como sobre su semejante.
De manera similar vosotros, después que subisteis de la piscina bautismal,
recibisteis el crisma, símbolo del Espíritu Santo con que fue ungido Cristo.
Respecto a lo cual, Isaías, en una profecía relativa a sí mismo, pero en cuanto
que representaba al Señor, dice: El Espíritu del Señor está sobre mi, porque el
Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres.
Cristo no fue ungido por los hombres con aceite o ungüento material, sino que el
Padre, al señalarlo como salvador de todo el mundo, lo ungió con el Espíritu Santo.
Como dice Pedro: Dios ungió a Jesús de Nazaret con poder del Espíritu Santo; y
en los salmos de David hallamos estas palabras: Tu trono, ¡oh Dios!, permanece
para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado
la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre
todos tus compañeros.
El Señor fue ungido con un aceite de júbilo espiritual, esto es, con el Espíritu
Santo, el cual es llamado aceite de júbilo porque es el autor del júbilo
espiritual; pero vosotros, al ser ungidos materialmente, habéis sido hechos
partícipes de la naturaleza de Cristo.
Por lo demás. no pienses que es éste un ungüento común y corriente.
Pues, del mismo modo que el pan eucarístico, después de la invocación del Espíritu
Santo, no es pan corriente, sino el cuerpo de Cristo, así también este santo ungüento,
después de la invocación, ya no es un ungüento simple o común, sino el don de Cristo y
del Espíritu Santo, ya que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que
significa. Tu frente y los sentidos de tu cuerpo son ungidos simbólicamente y, por esta
unción visible de tu cuerpo, el alma es santificada por el Espíritu Santo, dador de vida.
Responsorio Ef 1, 13-14: 2Co 1, 21-22
R. Al abrazar la fe, habéis sido sellados con el sello del Espíritu Santo prometido, prenda de nuestra herencia,
* para la redención del pueblo que Dios adquirió para sí. Aleluya.
V. Dios nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
R. Para la redención del pueblo que Dios adquirió para sí. Aleluya.
HIMNO FINAL
En los domingos, en las solemnidades y en las fiestal después del segundo responsorio, se dice el siguiente himno:
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del
cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los
profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y
canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardamos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Laudes
HIMNO
Tu cuerpo es lazo de amores,
de Dios y el hombre atadura;
amor que a tu cuerpo acude
como tu cuerpo perdura.
Tu cuerpo, surco de penas,
hoy es de luz y rocío;
que lo vean los que lloran
con ojos enrojecidos.
Tu cuerpo espiritual
es la Iglesia congregada;
tan fuerte como tu cruz,
tan bella como tu Pascua.
Tu cuerpo sacramental
es de tu carne y tu sangre,
y la Iglesia, que es tu Esposa,
se acerca para abrazarte. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.
Salmo 62, 2-9
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Ant. 1: Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.
Ant. 2: Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Cántico Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. 2: Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Ant. 3. Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya.
Salmo 149
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Ant. 3: Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo había anunciado. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis
colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y
salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados.
Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le
obedecen.
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea Él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Ésta fue la tercera vez que se apareció Jesús a los discípulos
después de su resurrección de entre los muertos. Aleluya.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Ant.: Ésta fue la tercera vez que se apareció Jesús a los discípulos
después de su resurrección de entre los muertos. Aleluya.
PRECES
Dirijamos nuestra oración a Dios Padre, que por la resurrección de Jesucristo
nos ha dado vida nueva, y digámosle:
Ilumínanos, Señor, con la claridad de Jesucristo.
Señor, Padre clementísimo, tú que nos has revelado tu plan de salvación,
proyectado desde antes de la creación del mundo y eres fiel en todas tus promesas,
escucha con amor nuestras plegarias.
Purifícanos con tu verdad y encamina nuestros pasos por las sendas de la
santidad,
para que hagamos siempre el bien según tu agrado.
Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
para que, libres de todo mal, nos saciemos con los bienes de tu casa.
Tú que por Cristo nos reconciliaste contigo,
danos la paz a nosotros y a todos los hombres del mundo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros: Padre nuestro.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que por el misterio pascual restableciste tu
alianza con los hombres, concédenos realizar en nuestra vida lo que en estas
fiestas proclama nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
hora intermedia
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Tercia
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
en la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la palabra.
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos,
marcó su nombre el nombre de los siglos,
y en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca seguidores y testigos.
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste ya ti vuelve. Amén.
O bien:
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
Sexta
Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda
nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de
ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
O bien:
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán
en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador. nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
Nona
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya alado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
O bien:
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévalos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Tercia: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
Sexta: Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación. Aleluya.
Nona: Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. Aleluya.
Salmo 118, 25-32
Mi alma está pegada al polvo:
reanímame con tus palabras;
te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus leyes;
instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas.
Mi alma llora de tristeza,
consuélame con tus promesas;
apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.
Me apegué a tus preceptos,
Señor, no me defraudes;
correré por el camino de tus mandatos
cuando me ensanches el corazón.
Salmo 75
I
Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.
Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de
Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.
II
Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.
La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.
Tercia: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
Sexta: Fue entregado a la muerte por nuestros
pecados, y resucitado para nuestra justificación. Aleluya.
Nona: Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. Aleluya.
LECTURA BREVE
Tercia Hch 2, 32. 36
Dios ha resucitado a Jesús; testigos somos todos nosotros. Así, pues, que todo
el pueblo de Israel lo sepa con absoluta certeza: Dios ha constituido Señor y
Mesías a este mismo Jesús, a quien vosotros habéis crucificado.
V. Éste es es el día en que actuó el Señor.
R. Sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Sexta Ga 3, 27-28
Todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya
no hay distinción entre judío y gentil, ni entre libre y esclavo, ni entre
hombre y mujer: todos sois uno en Cristo Jesús.
V. Éste es es el día en que actuó el Señor.
R. Sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Nona 1Co 5, 7-8
Tirad fuera la levadura vieja para que seáis una masa nueva, ya que ahora sois
panes ázimos, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así, pues,
celebremos nuestra fiesta no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y
perversidad, sino con los panes ázimos de pureza y verdad.
V. Éste es es el día en que actuó el Señor.
R. Sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Vísperas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Tu cuerpo es preciosa lámpara,
llagado y resucitado,
tu rostro es la luz del mundo,
nuestra casa, tu costado.
Tu cuerpo es ramo de abril
y blanca flor del espino,
y el fruto que nadie sabe
tras la flor eres tú mismo.
Tu cuerpo es salud sin fin,
joven, sin daño de días;
para el que busca vivir
es la raíz de la vida. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7
EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE
Él debe reinar hasta poner todos sus
enemigos bajo sus pies. (1Co 15,25)
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Ant. 1: María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.
Ant. 2: Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.
Salmo 113 A
ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO;
LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO
Reconoced que también vosotros,
los que renunciasteis al mundo, ha-
béis salido de Egipto. (S. Agustín)
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Ant. 2: Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.
Ant. 3: Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis
hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Aleluya.
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado.
Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya
sólo al principio y al final de cada estrofa.
Cántico Ap. 19, 1-2. 5-7
LAS BODAS DEL CORDERO
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.
(R. Aleluya)
Porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya.)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero.
(R. Aleluya.)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Ant. 3: Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis
hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 5, 8-10
Cristo, aunque era Hijo de Dios, aprendió por experiencia, en sus padecimientos,
la obediencia y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió
en causa de salvación para todos los que lo obedecen, proclamado por Dios sumo
sacerdote «según el rito de Melquisedec».
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Éste es el día en que actuó el Señor: sea Él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: El discípulo predilecto de Jesús dijo: «¡Es el Señor!» Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Ant.: El discípulo predilecto de Jesús dijo: «¡Es el Señor!» Aleluya.
PRECES
Invoquemos a Cristo, camino, verdad y vida, y digámosle:
Hijo de Dios vivo, bendice a tu pueblo.
Te rogamos, Señor, por los ministros de tu Iglesia: que, al distribuir entre sus hermanos el pan de vida,
encuentren también ellos en el pan que distribuyen su alimento y fortaleza.
Te pedimos por todo el pueblo cristiano: que viva, Señor, como pide la vocación a que ha sido convocado
y se esfuerce por mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Te pedimos por los que rigen los destinos de las naciones: que cumplan su misión con espíritu de justicia y con amor,
para que haya paz y concordia entre los pueblos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Señor, que podamos celebrar tu santa resurrección con tus ángeles y tus santos
y que nuestros hermanos difuntos, a quienes encomendamos a tu bondad, se alegren también en tu reino.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que por el misterio pascual restableciste tu
alianza con los hombres, concédenos realizar en nuestra vida lo que en estas
fiestas proclama nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amen
Completas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen
de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con
alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
HIMNO
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
O bien:
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 4
ACCIÓN DE GRACIAS
El Señor hizo maravillas al resucitar a Je-
sucristo de entre los muertos. (S. Agustín)
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: ¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me hacer vivir tranquilo.
Salmo 133
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Alabad al Señor, sus siervos todos, los que
le teméis, pequeños y grandes. (Ap 19, 5)
Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:
Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.
El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor,
tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las
palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos
y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo;
que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición
permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.