Pascua - Domingo IV
INVITATORIO
Si Laudes es la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
A continuación se dice el salmo
Invitatorio, con la antífona:
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
LECTURA - LAUDES - MEDIA - VÍSPERAS - COMPLETAS
oficio de lectura
HIMNO
Oh perpetuo Pastor que purificas
a tu grey con las aguas bautismales,
en las que hallan limpieza nuestras mentes
y sepulcro final nuestras maldades.
Oh tú que, al ver manchada nuestra especie
por obra del demonio y de sus fraudes,
asumiste la carne de los hombres
y su forma perdida reformaste.
Oh tú que, en una cruz clavado un día,
llegaste por amor a extremos tales,
que pagaste la deuda de los hombres
con el precio divino de tu sangre.
Oh Jesucristo, libra de la muerte
a cuantos hoy reviven y renacen,
para que seas el perenne gozo
pascual de nuestras mentes inmortales.
Gloria al Padre celeste y gloria al Hijo,
que de la muerte resurgió triunfante,
y gloria con entrambos al divino Paracleto,
por siglos incesantes. Amén.
SALMODIA
Ant.1: Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.
Salmo 23
ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO
Las puertas del cielo se abren
ante Cristo que como hombre
sube al cielo. (S. Ireneo)
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la
fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
El es el Rey de la gloria.
Ant.1: Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.
Ant. 2: Aleluya. ¿ A quién buscas, mujer?, ¿al que está vivo entre los muertos? Aleluya.
Salmo 65
HIMNO PARA UN SACRIFICO DE ACCIÓN DE GRACIAS
Este salmo habla de la resurrec-
ción de Cristo y de la conversión
de los gentiles. (Hesiquio)
I
Aclama al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras,
por tu inmenso poder tus enemigos se rinden!
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres:
transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente;
sus ojos vigilan a las naciones,
para que no se subleven los rebeldes.
Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.
¡Oh Dios!, nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata;
nos empujaste a la trampa,
nos echaste a cuestas un fardo:
sobre nuestro cuello cabalgaban,
pasamos por fuego y por agua,
pero nos has dado respiro.
Ant. 2: Aleluya. ¿ A quién buscas, mujer?, ¿al que está vivo entre los muertos? Aleluya.
Ant. 3: Aleluya. No llores, María; ha resucitado el Señor. Aleluya.
II
Entraré en tu casa con víctimas,
para cumplirte mis votos:
los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro.
Te ofreceré víctimas cebadas,
te quemaré carneros,
inmolaré bueyes y cabras
.
Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.
Si hubiera tenido yo mala intención,
el Señor no me habría escuchado;
pero Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.
Ant. 3: Aleluya. No llores, María; ha resucitado el Señor. Aleluya.
V. Mi corazón se alegra. Aleluya.
R. y te canto agradecido. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Año I:
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan; 12, 1-18
LA SEÑAL DE LA MUJER
Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del
sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza;
está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz.
Apareció otra señal en el cielo: una gran Serpiente roja. con siete cabezas y
diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera
parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. La Serpiente
se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz. para devorar a su Hijo en
cuanto lo diera a luz.
La Mujer dio a luz un Hijo varón. el que ha de regir todas
las naciones con cetro de hierro; y su Hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su
trono. La Mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para
ser allí alimentada mil doscientos sesenta días.
Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus
ángeles combatieron con la Serpiente. También la Serpiente y sus ángeles
combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.
Fue arrojada la gran Serpiente, la Serpiente antigua. el llamado Diablo y
Satanás. el seductor del mundo entero; fue arrojada a la tierra y sus ángeles
fueron arrojados con ella. Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo:
«Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de
nuestro Dios. y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de
nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos lo
vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que
dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad
alegres, cielos. y los que moráis en sus tiendas. ¡Ay de la tierra y del mar!,
porque el Diablo ha bajado donde vosotros con gran furor, sabiendo que le queda
poco tiempo.»
Cuando la Serpiente vio que había sido arrojada a la tierra,
persiguió a la Mujer que había dado a luz al Hijo varón. Pero se le dieron a la
Mujer las dos alas del águila grande para volar al desierto, a su lugar, lejos
de la Serpiente. donde tiene que ser alimentada un tiempo y tiempos y medio
tiempo.
Entonces la Serpiente vomitó de su boca detrás de la Mujer
como un río de agua, para arrastrarla con su corriente. Pero la tierra vino en
auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó al río vomitado de la boca
de la Serpiente. Entonces, despechada la Serpiente contra la Mujer, se fue a
hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios
y mantienen el testimonio de Jesús. Y se apostó sobre la arena del mar.
Responsorio Ap 12, 11. 12; 2M 7, 36
R. Ellos vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra
del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
* Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis
en sus tiendas. Aleluya.
V. Después de haber soportado una corta pena, beben
de la vida perenne bajo la alianza de Dios.
R. Por esto, estad alegres, cielos, y los que
moráis en sus tiendas. Aleluya.
Año II:
De los Hechos de los apóstoles 12, 1-23
PEDRO ES LIBERADO DE LA CÁRCEL POR UN ÁNGEL
Por aquel tiempo, el rey Herodes se apoderó de algunos fieles de la Iglesia con
el fin de hacerles daño, e hizo morir por la espada a Santiago, hermano de Juan.
Y, viendo que esto era del agrado de los judíos, resolvió prender también a
Pedro. Era por los días de los panes ázimos. Una vez que se apoderó de él, lo
hizo meter en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro escuadras de
cuatro soldados cada una. Tenía el propósito de hacerlo comparecer en juicio
ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba detenido en la
cárcel, la Iglesia oraba incesantemente por él.
La noche anterior al día en que Herodes iba a hacerlo comparecer en su tribunal,
se hallaba Pedro atado con dos cadenas y durmiendo entre dos soldados. Mientras
tanto, los centinelas hacían guardia ante las puertas de la cárcel. De repente,
se presentó un ángel del Señor, y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a
Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:
"Levántate en seguida.»
Y, al momento, cayeron las cadenas de sus manos.
Le dijo el ángel:
"Ponte el ceñidor y las sandalias.»
Él obedeció. En seguida el ángel añadió:
Envuélvete en tu manto y sígueme.»
Salió Pedro fuera, detrás de él; pero no se daba cuenta de si era realidad lo
que estaba haciendo el ángel; le parecía que estaba viendo un sueño. Después
de atravesar la primera y segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que
daba a la ciudad; la puerta se abrió por sí misma. Salieron y avanzaron por una
calle, y, de pronto, el ángel desapareció. Pedro, dándose cuenta de la realidad,
exclamó:
"Ahora comprendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha
librado de las garras de Herodes y de todo lo que el pueblo judío esperaba.»
Después de pensar un momento, se dirigió a casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos,
donde había muchos fieles reunidos en oración. Golpeó la puerta del vestíbulo, y salió a abrir una criada, llamada
Rode. Ésta, al reconocer la voz de Pedro, fuera de sí de alegría, no abrió la puerta, sino que entró corriendo a
avisar que Pedro estaba en el vestíbulo. Ellos le dijeron:
"Tú estás loca.»
Pero ella afirmaba con insistencia que era verdad. Entonces dijeron:
"Será su ángel.»
Mientras tanto, Pedro seguía llamando. Abriéronle por fin y, al verlo, quedaron estupefactos. Haciéndoles
señas con la mano de que callasen, les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Luego añadió:
«Comunicad esto a Santiago y a los demás hermanos.»
y se marchó a otro lugar. Cuando se hizo de día, se produjo
gran alarma entre los soldados, porque no sabían qué había sido de Pedro.
Herodes lo hizo buscar y, al no hallarlo, sometió a interrogatorio a los
guardias y los mandó ajusticiar. Luego, bajó de Judea a Cesarea y se quedó allí.
Estaba muy irritado contra los tirios y los sidonios. Éstos, de común acuerdo,
vinieron a presentarse ante él, y, por medio de Blasto, tesorero real, a quien
se habían ganado con dinero, pidieron hacer las paces; pues el país de los
tirios y los sidonios dependía económicamente del territorio real de Herodes. El
día señalado, Herodes, vestido regiamente y sentado en su trono, les dirigió una
alocución. Y el pueblo allí reunido comenzó a decir a grandes voces:
«Es un dios, no un hombre, el que está hablando.»
Pero, al instante, lo hirió un ángel del Señor, porque no
había dado gloria a Dios; y luego, comido de gusanos, expiró.
Responsorio Cf. Hch 12, 7
R. Levántate, Pedro, y vístete; recibe la fortaleza para salvar a las naciones.
* Porque han caído las cadenas de tus manos. Aleluya.
V. Se presentó un ángel del Señor, y el calabozo se llenó de luz.
El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: «Levántate en seguida.»
R. Porque han caído las cadenas de tus manos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Gregario Magno, papa, sobre los Evangelios
(Homilía 14, 3.6: PL 76, 1129.1130)
CRISTO EL BUEN PASTOR
Yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas, es decir,
las amo, y ellas me conocen a mi. Es como si dijese con toda claridad:
«Los que me aman me obedecen.» Pues el que no ama la verdad es que todavía
no la conoce.
Ya que habéis oído, hermanos, cuál sea nuestro peligro,
pensad también, por estas palabras del Señor, cuál es el vuestro. Ved si
sois verdaderamente ovejas suyas, ved si de verdad lo conocéis, ved si
percibís la luz de la verdad. Me refiero a la percepción no por la fe, sino
por el amor y por las obras. Pues el mismo evangelista Juan, de quien son
estas palabras, afirma también: Quien dice: «Yo conozco a Dios»,
y no guarda sus mandamientos, miente.
Por esto el Señor añade, en este mismo texto: Como el
Padre me conoce a mi, yo conozco al Padre y doy mi vida por mis ovejas, lo
que equivale a decir: «En esto consiste mi conocimiento del Padre y el
conocimiento que el Padre tiene de mí, en que doy mi vida por mis ovejas; esto
es, el amor que me hace morir por mis ovejas demuestra hasta qué punto amo al Padre.»
Referente a sus ovejas, dice también: Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco
y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Y un poco antes había dicho
también acerca de ellas: El que entre por mi se salvará, disfrutará de
libertad para entrar y salir, y encontrará pastos abundantes. Entrará, en
efecto, al abrirse a la fe, saldrá al pasar de la fe a la visión y la
contemplación, encontrará pastos en el banquete eterno.
Sus ovejas encontrarán pastos, porque todo aquel que lo sigue
con un corazón sencillo es alimentado con un pasto siempre verde. ¿Y cuál es el
pasto de estas ovejas, sino el gozo íntimo de un paraíso siempre lozano? El
pasto de los elegidos es la presencia del rostro de Dios, que, al ser
contemplado ya sin obstáculo alguno, sacia para siempre el espíritu con el
alimento de vida.
Busquemos, pues, queridos hermanos, estos pastos, para
alegrarnos en ellos junto con la multitud de los ciudadanos del cielo. La misma
alegría de los que ya disfrutan de este gozo nos invita a ello. Por tanto,
hermanos, despertemos nuestro espíritu, enardezcamos nuestra fe, inflamemos
nuestro deseo de las cosas celestiales; amar así es ponernos ya en camino.
Que ninguna adversidad nos prive del gozo de esta fiesta
interior, porque al que tiene la firme decisión de llegar a término ningún
obstáculo del camino puede frenarlo en su propósito. No nos dejemos seducir por
la prosperidad, ya que sería un caminante insensato el que, contemplando la
amenidad del paisaje, se olvidara del término de su camino.
Responsorio Cf. Jn 10, 14. 15; 1Co 5, 7
R. Resucitó el buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas;
* él se dignó morir por su rebaño. Aleluya.
V. Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido
inmolado.
R. Él se dignó morir por su rebaño. Aleluya.
HIMNO FINAL
En los domingos, en las solemnidades y en las fiestal después del segundo responsorio, se dice el siguiente himno:
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardamos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Laudes
HIMNO
Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.
Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejada en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.
Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.
Mueva el Espíritu al aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelan la Pascua
de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!
Estaba al alba María,
porque era la enamorada. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Aleluya.
Salmo 117
HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA
Jesús es la piedra que desechasteis
vosotros, los arquitectos, y que se ha
convertido en piedra angular (Hch 4,11)
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia,
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
Pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor
os bendecimos desde la casa del Señor!
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Ant. 1: No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Aleluya.
Ant. 2: Bendito tu nombre, santo y glorioso. Aleluya.
Cántico Dn 3 52-57
QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR
El Creador... es bendito por los siglos.
(Rm 1, 25)
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ant. 2: Bendito tu nombre, santo y glorioso. Aleluya.
Ant. 3: Dad gloria a nuestro Dios, él es la Roca, sus obras son perfectas, sus caminos son justos. Aleluya.
Salmo 150
ALABAD AL SEÑOR
Salmodiad con el espíritu, sal-
modiad con toda vuestra mente,
es decir, glorificad a Dios con el
cuerpo y con el alma. (Hesiquio)
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Ant. 3: Dad gloria a nuestro Dios, él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 10, 40-43
Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo
el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por
Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de
entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido
constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y
aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus
pecados.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
R. Cristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Cristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Yo soy el Pastor de las ovejas; yo soy el camino, la verdad y la
vida; yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Aleluya.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Ant.: Yo soy el Pastor de las ovejas; yo soy el camino, la verdad y la
vida; yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Aleluya.
PRECES
Invoquemos a Dios, Padre todopoderoso, que resucitó a Jesús, nuestro jefe y
salvador, y aclamémoslo, diciendo:
Ilumínanos, Señor, con la luz de Cristo.
Padre santo, que hiciste pasar a tu Hijo amado de las tinieblas de la muerte a
la luz de tu gloria,
haz que podamos llegar también nosotros a tu luz admirable.
Tú, que nos has salvado por la fe,
haz que vivamos hoy según la fe que profesamos en nuestro
bautismo.
Tú que quieres que busquemos las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a
tu derecha,
líbranos de la seducción del pecado.
Haz que nuestra vida, oculta en ti con Cristo, brille en el mundo,
para que aparezcan los cielos nuevos y la tierra nueva.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestra boca: Padre nuestro.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la
resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías
celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró
su victorioso Pastor. Que vive y reina contigo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
hora intermedia
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Tercia
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
en la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la palabra.
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos,
marcó su nombre el nombre de los siglos,
y en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca seguidores y testigos.
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste ya ti vuelve. Amén.
O bien:
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
Sexta
Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda
nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de
ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
O bien:
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán
en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador. nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
Nona
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya alado el mundo;
reina
el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
O bien:
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévalos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 22
EL BUEN PASTOR
El Cordero los apacentará y los
guiará a los manantiales de las
aguas de la vida. (Ap 7, 17)
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y
tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Salmo 75
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA
Verán al Hijo del hombre venir so-
bre las nubes del cielo. (Mt 24, 30)
I
Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.
Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,
inmovilizaste carros y caballos.
II
Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.
La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Tercia Cf 1Co 15, 3b-5
Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado;
resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron también las Escrituras. Y se
apareció a Cefas y también a los Doce.
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Sexta Ef 2, 4-6
Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aún cuando
estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo -por pura gracia
habéis sido salvados- y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los cielos con
Cristo Jesús.
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Nona Rm 6, 4
Por nuestro bautismo fuimos sepultados con Cristo, para participar de su muerte;
para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II Vísperas
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Al fin será la paz y la corona,
los vítores, las palmas sacudidas,
y un aleluya inmenso como el cielo
para cantar la gloria del Mesías.
Será el estrecho abrazo de los hombres,
sin muerte, sin pecado, sin envidia;
será el amor perfecto del encuentro,
será como quien llora de alegría.
Porque hoy remonta el vuelo el sepultado
y va por el sendero de la vida
a saciarse de gozo junto al Padre
y a preparar la mesa de familia.
Se fue, pero volvía, se mostraba,
lo abrazaban, hablaba, compartía;
y escondido la Iglesia lo contempla,
lo adora más presente todavía.
Hundimos en sus ojos la mirada,
y ya es nuestra su historia que principia,
nuestros son los laureles de su frente,
aunque un día le dimos las espinas.
Que el tiempo y el espacio limitados
sumisos al Espíritu se rindan,
y dejen paso a Cristo omnipotente,
a quien gozoso el mundo glorifica. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7
EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE
Él debe reinar hasta poner todos sus
enemigos bajo sus pies. (1Co 15,25)
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Ant. 1: Buscad los bienes de allá
arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.
Ant. 2: En las tinieblas brilla una luz para el justo. Aleluya.
Salmo 111
FELICIDAD DEL JUSTO
Caminad como hijos de la luz;
toda bondad, justicia y verdad
son fruto de la luz. (Ef 5, 8-9)
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Ant. 2: En las tinieblas brilla una luz para el justo. Aleluya.
Ant. 3: Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya
intercalados cuando el Oficio es cantado. Cuando el
Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya
sólo al principio y al final de cada estrofa.
Cántico Cf. Ap 19, 1-2. 5-7
LAS BODAS DEL CORDERO
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.
(R. Aleluya.)
Porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos.
(R. Aleluya.)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya.)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero.
(R. Aleluya.)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Ant. 3: Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 10, 12-14
Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de
los pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera
el tiempo que falta «hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de
sus pies». Así, con una sola oblación, ha llevado para siempre
a la perfección en la gloria a los que ha santificado.
RESPONSORIO BREVE
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
V. Y se ha aparecido a Simón.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Mis ovejas atienden a mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Ant.: Mis ovejas atienden a mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que resucitó a su Hijo Jesucristo y lo exaltó a su derecha, y digámosle:
Haz que participemos, Señor, de la gloria de Cristo.
Padre justo, que por la victoria de la cruz elevaste a Cristo sobre la tierra,
atrae hacia él a todos los hombres.
Por tu Hijo glorificado, envía, Señor, sobre tu Iglesia al Espíritu Santo,
a fin de que tu pueblo sea en medio del mundo signo de la
unidad de los hombres.
Conserva en la fe de su bautismo a la nueva prole renacida del agua y del
Espíritu Santo,
para que alcance la vida eterna.
Por tu Hijo glorificado, ayuda, Señor, a los que sufren, da la libertad a los
presos, la salud a los enfermos,
y la abundancia de tus bienes a todos los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
A nuestros hermanos difuntos, a quienes mientras vivían en este mundo diste el
cuerpo y la sangre de tu Hijo glorioso
concédeles la gloria de la resurrección en el último día.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la
resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías
celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró
su victorioso Pastor. Que vive y reina contigo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Completas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen
de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con
alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
HIMNO
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
O bien:
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 90
A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE
Os he dado potestad para pisotear
serpientes y escorpiones. (Lc 10,19)
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor,
tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las
palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos
y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos
mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día
los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno,
descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente
tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.