Pascua - Martes VII
INVITATORIO
Si Laudes es la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
LECTURA - LAUDES - MEDIA - VÍSPERAS - COMPLETAS
oficio de lectura
HIMNO
¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
en soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados
y los ahora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dónde volverán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura
que no les sea enojos?
Quien gustó tu dulzura
¿qué no tendrá por llanto y amargura?
Y a este mar turbado
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al fiero viento, airado, Estando tú encubierto?
¿Qué norte guiará la nave al puerto?
Ay, nube envidiosa
aun de este breve gozo, ¿qué te quejas?
¿Dónde vas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas! Amén.
SALMODIA
Ant.1: Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian. Aleluya.
Salmo 67
ENTRADA TRIUNFAL DEL SEÑOR
Subiendo a la altura, llevó cautivos
y dio dones a los hombres. (Ef 4,8)
I
Se levanta Dios y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios.
En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor,
alfombrad el camino del que avanza por el desierto;
su nombre es el Señor:
alegraos en su presencia.
Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece;
sólo los rebeldes
se quedan en la tierra abrasada.
¡Oh Dios!, cuando salías al frente de tu pueblo
y avanzabas por el desierto,
la tierra tembló, el cielo destiló
ante Dios, el Dios del Sinaí;
ante Dios, el Dios de Israel.
Derramaste en tu heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, ¡oh Dios!, preparó para los pobres.
Ant.1: Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian. Aleluya.
Ant. 2: Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. Aleluya.
II
El Señor pronuncia un oráculo,
millares pregonan la alegre noticia:
«Los reyes, los ejércitos van huyendo, van huyendo;
las mujeres reparten el botín.
Mientras reposabais en los apriscos,
las alas de la paloma se cubrieron de plata,
el oro destellaba en su plumaje.
Mientras el Todopoderoso dispersaba a los reyes,
la nieve bajaba sobre el Monte Umbrío.»
Las montañas de Basán son altísimas,
las montañas de Basán son escarpadas;
¿por qué tenéis envidia, montañas escarpadas,
del monte escogido por Dios para habitar,
morada perpetua del Señor?
Los carros de Dios son miles y miles:
Dios marcha del Sinaí al santuario.
Subiste a la cumbre llevando cautivos,
te dieron tributo de hombres:
incluso los que se resistían
a que el Señor Dios tuviera una morada.
Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
Dios aplasta las cabezas de sus enemigos,
los cráneos de los malvados contumaces.
Dice el Señor: «Los traeré desde Basán,
los traeré desde el fondo del mar;
teñirás tus pies en la sangre del enemigo,
y los perros la lamerán con sus lenguas.»
Ant. 2: Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. Aleluya.
Ant. 3: Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor. Aleluya.
III
Aparece tu cortejo, ¡oh Dios!,
el cortejo de mi Dios, de mi Rey,
hacia el santuario.
Al frente marchan los cantores;
los últimos, los tocadores de arpa;
en medio las muchachas van tocando panderos.
«En el bullicio de la fiesta bendecid a Dios,
al Señor, estirpe de Israel.»
Va delante Benjamín, el más pequeño;
los príncipes de Judá con sus tropeles;
los príncipes de Zabulón,
los príncipes de Neftalí.
¡Oh Dios!, despliega tu poder,
tu poder, ¡oh Dios!, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo.
Reprime a la Fiera del Cañaveral,
al tropel de los toros,
a los Novillos de los pueblos.
Que se te rindan con lingotes de plata:
dispersa las naciones belicosas.
Lleguen los magnates de Egipto,
Etiopía extienda sus manos a Dios.
Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor,
que avanza por los cielos,
los cielos antiquísimos,
que lanza su voz, su voz poderosa:
«Reconoced el poder de Dios.»
Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes.
Desde el santuario Dios impone reverencia:
es el Dios de Israel
quien da fuerza y poder a su pueblo.
¡Dios sea bendito!
Ant. 3: Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor. Aleluya.
V. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Año I:
De la primera carta del apóstol san Juan 4, 11-21
DIOS ES AMOR
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amamos unos a otros. A .Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos
que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser
Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en
Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es
amor y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. En esto ha llegado el
amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como
él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto
expulsa el temor, porque el temor mira al castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud
en el amor. Nosotros amemos, porque él nos amó primero. Si alguno dice: «Amo a Dios», y
aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no
puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: Quien ama a Dios,
ame también a su hermano.
Responsorio 1Jn 4, 10. 16; cf. Is 63, 8. 9
R. Dios nos amó y nos envió su Hijo como propiciación por nuestros pecados;
* y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Aleluya.
V. Dios fue nuestro salvador, con su amor nos rescató.
R. y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Aleluya.
Año II:
De los Hechos de los apóstoles 26, 1-32
DISCURSO DE PABLO ANTE EL REY AGRIPA
En aquellos días, Agripa dijo a Pablo:
«Puedes hablar en tu favor.»
Pablo, entonces, extendiendo la mano, empezó así su defensa:
«Me considero feliz, rey Agripa, de poder defenderme hoy ante ti de todas las
acusaciones de los judíos; sobre todo por estar tú al tanto de sus costumbres y de todos sus
problemas. Por eso te ruego que me escuches con paciencia.
Pues bien, todos los judíos saben cómo he vivido yo desde mi juventud entre los de mi
nación y en Jerusalén, conociéndome, como me conocen, desde mucho tiempo atrás; y, si quieren,
pueden atestiguar que he vivido «como fariseo, es decir, dentro de la secta más estricta de nuestra
religión. Si ahora me encuentro procesado es porque espero el cumplimiento de las promesas hechas por
Dios a nuestros padres; cumplimiento a que esperan llegar también nuestras doce tribus, mientras día
y noche, con todo celo, van dando culto a Dios. Por esta esperanza, oh rey, me acusan los judíos. ¿Os
parece increíble que Dios resucite a los muertos?
Por mi parte, yo me creí en el deber de luchar a toda costa contra la causa de
Jesús Nazareno. Y lo hice efectivamente en Jerusalén, donde encerré a muchos fieles en la cárcel,
por la autoridad que tenía de los jefes de los sacerdotes, y donde daba mi voto de aprobación
cuando les quitaban la vida. Yendo de sinagoga en sinagoga, a fuerza de continuos castigos los
obligaba a blasfemar y, loco de furor contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
En este estado de ánimo, me dirigía yo a Damasco con potestad y comisión de los jefes
de los sacerdotes; y en mi camino, a mitad del día, vi, oh rey, una luz del cielo más brillante que
la del sol, que me envolvía a mí y a todos cuantos iban conmigo. Todos caímos a tierra, y yo oí una
voz que me decía en lengua aramea: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro te es dar coces
contra el aguijón." Yo dije: "Señor, ¿quién eres?" Y el Señor me contestó: "Yo
soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate y ponte en pie. Me he dejado ver de ti para hacerte
siervo mío y testigo de la visión en que me has visto y de otras que te manifestaré. Yo te sacaré de
todos los peligros que te vengan de tu nación y de los gentiles. A éstos te envío ahora para que les
abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, del poder de Satanás a Dios; para que por
la fe en mí reciban el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los justos."
En verdad, oh rey Agripa, no he sido desobediente a aquella visión del cielo; sino que,
primero a los de Damasco y luego a los de Jerusalén, a los de toda Judea y a los gentiles, vengo
predicando que se arrepientan y se conviertan a Dios y hagan obras de verdadero arrepentimiento. Por
este motivo me prendieron los judíos en el templo con intención de quitarme la vida; pero, con la ayuda
de Dios, que me ha sostenido hasta hoy, estoy todavía firme llevando mi mensaje a pequeños y grandes,
sin decir cosa alguna que no sea lo que los profetas y Moisés dijeron que había de suceder: esto es,
que el Mesías había de padecer y que, después de ser el primero en resucitar de entre los muertos,
había de anunciar la luz al pueblo de Israel y a los gentiles.»
Así continuaba él hablando en su defensa, cuando Festo exclamó en alta voz:
«Tú deliras, Pablo; tus muchas letras te han sorbido el seso.»
Pablo le respondió:
«No deliro, nobilísimo Festo. Lo que digo son palabras de verdad y de sensatez. Y bien
sabe estas cosas el rey, en cuya presencia estoy hablando con tanta libertad v confianza. Estoy
convencido de que nada de esto se oculta al rey, pues no son cosas que se han llevado a cabo en el
último rincón. ¿Crees, oh rey Agripa, en los profetas? Yo sé que crees.»
Agripa respondió a Pablo:
«En poco tiempo quieres convencerte de que me has hecho cristiano.»
A lo que replicó Pablo:
«En poco o en mucho tiempo, quisiera Dios que no sólo tú, sino todos cuantos me
escucháis ahora, vinieseis a ser como yo, aunque sin estas cadenas.»
Se levantaron el rey y el procurador, Berenice y cuantos con ellos estaban sentados.
Y, al retirarse, iban diciéndose unos a otros:
«Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la cárcel.»
Agripa, por su parte, dijo a Festo:
«Se le podría poner en libertad, si no hubiera apelado al César.»
Responsorio Cf. Hch 26, 16. 18; Ga 2, 8
R. Te he elegido como siervo mío y testigo, para que abras los ojos de los gentiles y se conviertan de las tinieblas a la luz;
* para que por la fe en Cristo reciban el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los justos. Aleluya.
V. Aquel que dio poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judíos me lo dio a mí para ejercerlo entre
los gentiles.
R. Para que por la fe en Cristo reciban el perdón de los pecados y su parte en la herencia de los justos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Libro de san Basilio Magno, obispo, Sobre el Espíritu Santo
(Cap. 9, núms. 22-23: PG 32, 107-110)
LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no
siente levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina?
Ya que es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre;
Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y
peculiares.
Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de
santificación; hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida
virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la
consecución de su fin propio y natural.
Fuente de santificación, luz de nuestra inteligencia, él es
quien da, de sí mismo, una especie de claridad a nuestra razón natural, para que
conozca la verdad.
Inaccesible por su naturaleza, se hace accesible por su
bondad; todo lo llena con su poder, pero se comunica solamente a los que son
dignos de ello, y no a todos en la misma medida, sino que distribuye sus dones a
proporción de la fe de cada uno.
Simple en su naturaleza, diverso en su virtualidad, está
presente todo él en cada uno, sin dejar de estar todo él en todas partes. De tal
manera se divide, que en nada queda disminuido; todos participan de él, aunque
él permanece intacto, a la manera del rayo de sol, del que cada uno se beneficia
como si fuera para él solo y, con todo, ilumina la tierra y el mar y se mezcla
con el aire.
Así también el Espíritu Santo está presente en cada uno de
los que son capaces de recibirlo, como si estuviera en él solo, infundiendo a
todos la totalidad de la gracia que necesitan. Gozan de su posesión todos los
que de él participan, en la medida en que lo permite la disposición de cada uno,
pero no en la medida del poder del mismo Espíritu.
Por él. los corazones son elevados hacia lo alto, los débiles
son llevados de la mano, los que ya van progresando llegan a la perfección;
iluminando a los que están limpios de toda mancha, los hace espirituales por la
comunión con él.
Y, del mismo modo que los cuerpos límpidos y transparentes,
cuando les da un rayo de luz, se vuelven brillantes en gran manera y despiden un
nuevo fulgor, así las almas portadoras del Espíritu y por él iluminadas se hacen
ellas también espirituales e irradian a los demás su gracia.
De ahí procede el conocimiento de las cosas futuras, la inteligencia
de los misterios, la comprensión de las cosas ocultas, la distribución de dones,
el trato celestial. la unión con los coros angélicos; de ahí deriva el gozo que no
termina, la perseverancia en Dios, la semejanza con Dios y, lo más sublime que
imaginarse pueda, nuestra propia deificación.
Responsorio Cf. Jn 14, 27; 16, 22; 14, 16
R. No se turbe vuestro corazón: voy al Padre, y, cuando me haya ido de vuestro lado, os enviaré
* el Espíritu de verdad, y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
V. Yo rogaré al Padre y él os dará otro Abogado.
R. El Espíritu de verdad, y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Laudes
HIMNO
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza,
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.
Salmo 84
NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Dios bendijo a nuestra tierra cuan-
do le envió el Salvador. (Orígenes)
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Ant. 1: Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo. Aleluya.
Ant. 2: Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Cántico Is 26, 1-4. 7-9. 12
HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO
La muralla de la ciudad se asienta
sobre doce piedras. (Ap 21, 14)
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Ant. 2: Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Ant. 3: La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las naciones. Aleluya.
Salmo 66
QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR
Sabed que esta salvación de Dios ha si-
do enviada a los gentiles (Hch 28,28)
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Ant. 3: La tierra ha dado su fruto:
que canten de alegría las naciones. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: "Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy."
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: El Señor resucitó de entre los muertos, como había dicho;
alegrémonos y regocijémonos todos, porque él reina para siempre. Aleluya.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Ant.: El Señor resucitó de entre los muertos, como había dicho;
alegrémonos y regocijémonos todos, porque él reina para siempre. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, el Señor, que nos prometió enviar el Espíritu Santo que procede del Padre, y supliquémosle, diciendo:
Señor Jesucristo, danos tu Espíritu.
Que tu palabra, oh Cristo, habite con toda riqueza en nosotros,
para que te demos gracias con salmos, himnos y cánticos inspirados por el Espíritu.
Tú que por medio del Espíritu nos hiciste hijos de Dios,
haz que, unidos a ti, invoquemos siempre al Padre por medio del Espíritu.
Haz que obremos guiados siempre por tu sabiduría
y que realicemos nuestras acciones para gloria de Dios.
Tú que eres compasivo y misericordioso,
concédenos estar en paz con todo el mundo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros: Padre nuestro.
Oración
Dios omnipotente y misericordioso, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que habite en nosotros y nos transforme en templos de su gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
hora intermedia
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Tercia
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
en la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la palabra.
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos,
marcó su nombre el nombre de los siglos,
y en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca seguidores y testigos.
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste ya ti vuelve. Amén.
O bien:
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
Sexta
Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
O bien:
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador. nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
Nona
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya alado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
O bien:
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévalos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 118, 97-104
¡Cuánto amo tu voluntad!
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes;
aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.
Salmo 73
LAMENTACIÓN ANTE EL TEMPLO DEVASTADO
No tengáis miedo a los que
matan el cuerpo. (Mt 10, 28)
I
¿Por qué, ¡oh Dios!, nos tienes siempre abandonados,
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada.
Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes.
En la entrada superior
abatieron a hachazos el entramado;
después, con martillos y mazas,
destrozaron todas las esculturas.
Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron la morada de tu nombre.
Pensaban: «Acabaremos con ellos»,
e incendiaron todos los templos del país.
Ya no vemos nuestros signos,
ni hay profeta: nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.
¿Hasta cuándo, Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?
¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario?
¿Por qué retraes tu mano izquierda
y tienes tu derecha escondida en el pecho?
Pero tú, Dios mío, eres rey desde siempre,
tú ganaste la victoria en medio de la tierra.
II
Tú hendiste con fuerza el mar,
rompiste la cabeza del dragón marino;
tú aplastaste la cabeza del Leviatán
se la echaste en pasto a las bestias del mar;
tú alumbraste manantiales y torrentes,
tú secaste ríos inagotables.
Tuyo es el día, tuya la noche,
tú colocaste la luna y el sol;
tú plantaste los linderos del orbe,
tú formaste el verano y el invierno.
Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,
que un pueblo insensato desprecia tu nombre;
no entregues a los buitres la vida de tu tórtola,
ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.
Piensa en tu alianza: que los rincones del país
están llenos de violencias.
Que
el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre.
Levántate, ¡oh Dios!, defiende tu causa:
recuerda los ultrajes continuos del insensato;
no olvides las voces de tus enemigos,
el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Tercia Cf. Hch 4, 11-12
Jesús es la piedra que desecharon los arquitectos y que se ha convertido en
piedra angular; en ningún otro se encuentra la salud, y no hay bajo el cielo
otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido. a Simón. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Sexta Cf. 1Pe 3, 21-22a
A vosotros os salva el bautismo, el cual no es remoción de las manchas del
cuerpo, sino la petición que hace a Dios una buena conciencia, en virtud de la
resurrección de Jesucristo, que está a la diestra de Dios.
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Nona Col 3, 1-2
Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo
está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo,
no en las de la tierra.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Vísperas
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Paz a vosotros, yo soy en persona, aleluya: no os alarméis. Aleluya.
Salmo 124
EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO
La paz de Dios sobre Israel. (Ga 6, 16)
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Ant. 1: Paz a vosotros, yo soy en persona, aleluya: no os alarméis. Aleluya.
Ant. 2: Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Salmo 130
COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón. (Mt 11, 29)
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Ant. 2: Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Ant. 3: Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. Aleluya.
Cántico Ap 4, 11; 5, 9-10.12
HIMNO A DIOS CREADOR
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Ant. 3: Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 26-27
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir
como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden
ser expresados en palabras. Y aquel que escudriña los corazones sabe cuáles son
los deseos del Espíritu y que su intercesión en favor de los fieles es según el
querer de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Recibiréis la fortaleza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros;
y seréis mis testigos hasta los últimos confines de la tierra. Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Ant.: Recibiréis la fortaleza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros;
y seréis mis testigos hasta los últimos confines de la tierra. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, que nos ha hecho partícipes del Espíritu, y supliquémosle, diciendo:
Escúchanos, Señor Jesús.
Derrama, Señor, sobre la Iglesia el Espíritu Santo que procede del Padre,
para que la purifique, la fortalezca y la acreciente a través del mundo.
Llena de tu Espíritu a los que dirigen los destinos de los pueblos,
para que sean servidores del bien común.
Envía tu Espíritu, que es el padre de los pobres,
para que su fuerza ayude a los necesitados.
Te rogamos, Señor, por todos los ministros de tu Iglesia:
que vivan con fidelidad la vocación a que fueron llamados.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Concede la plenitud de la redención a las almas y a los cuerpos de nuestros difuntos,
tú que por tu pasión, resurrección y ascensión has realizado la salvación
de la carne y del espíritu.
Sintiéndonos verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre: Padre nuestro.
Oración
Dios omnipotente y misericordioso, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que habite
en nosotros y nos transforme en templos de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Completas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen
de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con
alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
HIMNO
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
O bien:
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 142, 1-11
LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
El hombre no se justifica por cumplir la ley,
sino por creer en Cristo Jesús. (Ga 2, 16)
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 5, 8-9
Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león
rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
lumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos
levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del
nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.