Plegaria Eucarística Niños III.
Misal Romano (3ª edición).
Apéndice V
PLEGARIAS EUCARÍSTICAS PARA LAS MISAS CON NIÑOS
1. El uso de estas plegarias eucarísticas debe tender siempre a que los niños se vayan introduciendo progresivamente en la participación activa y consciente en las misas habituales de toda la comunidad cristiana.
2. Por ello el uso de estas plegarias está limitado a las misas con niños, salvo siempre el derecho del Obispo, que puede autorizarías en aquellas misas en las que la presencia de los niños, sin ser exclusiva, es, con todo, muy relevante (Cf. Directorio para las misas con niños, núm, 19). El uso de estas plegarias puede ser especialmente aconsejable en las misas de las catequesis, en las celebradas en las escuelas y, sobre todo, en las de primera comunión.
3. Esta finalidad de introducir a los niños en la celebración de toda la familia cristiana es la razón por la cual no conviene que se modifiquen en estas plegarias las expresiones más comunes, como son el diálogo del prefacio, el canto del Santo (salvo lo que se dice con referencia al Santo en la Plegaria 1) y sobre todo las palabras de la consagración.
4. La participación más activa de los niños en la Eucaristía aconseja que, en algunas ocasiones, se aumente el número de las aclamaciones en el interior de la plegaria; con todo, hay que velar para que no se pierda en la celebración el carácter presidencial de la oración eucarística.
5. Para que los niños descubran con mayor facilidad que el sacerdote que preside la celebración representa a Jesucristo, no resulta ni pedagógico ni aconsejable en estas misas la concelebración. Si, con todo, on algún caso concreto parece conveniente la con-celebración, ha de velarse el modo especial en que los celebrantes observen la norma de pronunciar la plegaria eucarística -sobre todo las palabras de la consagración-en voz secreta. Por esta misma razón es mejor no usar en estas misas la posibilidad -siempre facultativa (Cf Ord. Gen. Misal romano, núms. 172, 181, 185 y 189)- de distribuir entre los concelebrantes las diversas intercesiones.
PLEGARIA EUCARÍSTICA PARA LA MISA CON NIÑOS III
8. Esta plegaria eucarística está especialmente indicada para subrayar ante los niños las diversas facetas del año litúrgico; por ello algunas de sus partes varían según los diversos tiempos del año litúrgico.
9. En esta plegaria se repite tres veces, después de la consagración, la misma aclamación, a fin de que, con esta repetición, quede subrayado ante los niños el carácter laudatorio de toda la plegaria eucarística.
PLEGARIA EUCARÍSTICA PARA LA MISA CON NIÑOS III
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
El sacerdote, con las manos extendidas, continúa según los diversos tiempos del año litúrgico.
CP
A. Tiempo ordinario:
Te damos gracias, Padre.
Tú nos has creado
para que vivamos para ti
y nos amemos los unos a los otros.
Tú quieres que nos tratemos como hermanos,
de manera que podamos compartir
las cosas buenas y ayudarnos en las cosas difíciles.*
B. Tiempo de Adviento:
Te damos gracias, Padre.
Tú nos has creado
para que podamos conocerte, amarte
y vivir siempre contigo.
Muchas veces has ofrecido a los hombres tu amistad
y por medio de los profetas
nos has enseñado a esperar en tus promesas.
Cuando llegó el tiempo,
que tu pueblo había deseado tanto,
nos mandaste a tu único Hijo
como hermano mayor de nuestra familia,
para que todos pudiéramos vivir como amigos tuyos.
Cuando Él vuelva al fin del mundo
nos invitará a la fiesta de la vida
en la felicidad de su casa. *
C. Tiempo de Navidad:
Te damos gracias, Padre,
porque en tu amor creaste el mundo
y no abandonaste a los hombres que habían pecado,
sino que viniste a su encuentro.
Ahora nos has mandado a tu querido Hijo Jesús,
como luz que resplandece en las tinieblas.
Él era rico y se hizo pobre por nosotros,
para que nosotros fuéramos ricos con su amor. *
D. Tiempo de Cuaresma:
Te damos gracias, Padre,
porque haces cosas maravillosas
para darnos a conocer lo bueno que eres.
No sólo a los buenos sino también a los pecadores
les concedes muchas cosas buenas,
para que las admiremos
y juntos gocemos de ellas.
Como Padre bueno,
tienes paciencia con los que caen en el pecado
y esperas que se conviertan y sean mejores. *
E. Cincuentena pascual:
Te damos gracias, Padre,
porque tú eres el Dios que nos da la vida
y quieres que gocemos de una felicidad eterna.
Tú has resucitado a Jesucristo,
el primero entre todos,
y le has dado una vida nueva.
A nosotros nos has prometido lo mismo:
una vida sin fin, sin penas ni dolores. *
*Por eso, Padre, estamos contentos y te damos gracias.
Nos unimos a todos los que creen en ti,
y con los santos y los ángeles
te cantamos con gozo:
Todos aclaman:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CC
Señor, Tú eres santo.
Tú eres siempre bueno con nosotros
y misericordioso con todos.
Te damos gracias, sobre todo, por tu Hijo Jesucristo.
Y continúa según los diversos tiempos del año litúrgico.
Tiempo ordinario:
Él quiso venir al mundo
porque los hombres se habían separado de ti, Padre,
y no lograban entenderse.
Él nos abrió los ojos y los oídos
para que te reconociéramos como Padre de todos nosotros
y nos amáramos los unos a los otros.
Tiempo de Adviento:
Él es tu Palabra que nos mantiene despiertos;
y en las cosas pequeñas y en las grandes
nos ayuda a descubrir los signos de tu amor
y la alegría que viene de ti.*
Tiempo de Navidad
Él es la verdadera luz del mundo,
que ha venido a iluminar a todos los que lo buscan sinceramente.
Él es el Príncipe de la paz,
que nos hace renacer como hijos de Dios,
mensajeros de paz entre los hombres.
Él es Dios con nosotros,
que quiere que sintamos, ya desde ahora,
lo que será la alegría eterna del cielo.*
Tiempo de Cuaresma
Él llama a todos los hombres
para que se conviertan y crean en el Evangelio.
Ofreciendo su vida en la cruz nos ha librado del pecado y de la muerte
y nos ha dado un corazón nuevo para que vivamos como Él.*
Cincuentena Pascual
Él nos anunció la vida que viviremos junto a ti
en la luz y en la eternidad.
Nos enseñó también el camino de esa vida,
camino de amor que Él recorrió primero.*
* Él nos reúne ahora en torno a esta mesa,
porque quiere que hagamos
lo mismo que él hizo en la Ultima Cena.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Padre bueno,
envía tu Espíritu para santificar este pan y este vino,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan
en el Cuerpo + y la Sangre de tu Hijo Jesucristo.
Junta las manos.
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, y con precisión, como lo requiere la naturaleza de éstas.
Porque Jesús, antes de morir por nosotros,
mientras estaba cenando por última vez con sus discípulos,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el pan, te dio gracias,
lo partió y se lo dio, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz lleno de vino,
te dio gracias de nuevo
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
Y les dijo también:
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Por eso, Padre Santo, estamos reunidos en tu presencia
y recordamos llenos de alegría
todo lo que Jesús hizo para salvarnos.
En este santo sacrificio,
que él mismo entregó a la Iglesia,
celebramos su Muerte y su Resurrección.
Padre, que estás en el cielo,
te pedimos que nos recibas a nosotros
con tu Hijo querido.
Él aceptó libremente la muerte por nosotros,
pero tú lo resucitaste.
Por eso, llenos de alegría, te cantamos:
Todos aclaman:
Señor, tú eres bueno,
te alabamos, te damos gracias.
El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:
Él vive siempre junto a ti
y está también con nosotros.
Todos aclaman:
Señor, tú eres bueno,
te alabamos, te damos gracias.
El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:
Él vendrá lleno de gloria al fin del mundo
y en su reino no habrá ya pobreza ni dolor,
nadie estará triste, nadie tendrá que llorar.
Todos aclaman:
Señor, tú eres bueno,
te alabamos, te damos gracias.
El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:
Padre Santo, tú nos has llamado a esta mesa,
para que, con alegría,
comamos el Cuerpo de tu Hijo.
Haz que este Pan de vida eterna
nos dé fuerza y nos ayude a se cada día más amigos tuyos,
y por la presencia del Espíritu Santo
formemos un solo cuerpo en el amor.
C1
Acuérdate, Señor, del santo Padre, el Papa N.,
de nuestro Obispo N.*,
[Aquí se puede hacer mención del Obispo Coadjuntor o Auxiliar, de acuerdo a la Ordenación general del Misal Romano, n. 149]
y de todos los Obispos.
Tiempo Ordinario
Ayúdanos a todos nosotros, discípulos de Cristo,
para que trabajemos por la paz del mundo
y sepamos comunicar a los demás nuestra alegría. *
Tiempo de Adviento
Da a tus hijos la gracia de obrar siempre bien,
También en las cosas pequeñas de cada día,
y de disponemos así para recibir a Jesús que se acerca. *
Tiempo de Navidad
Haz que tus hijos te den gloria en el cielo
y trabajen para que haya paz en la tierra
entre los hombres que Tú amas. *
Tiempo de Cuaresma
Concede a tus hijos la gracia
de hacer cada día las cosas que nos enseñas,
para que seamos luz del mundo
y ejemplo de bondad ante todos nuestros hermanos. *
Cincuentena Pascual
Llena los corazones de tus hijos
con la alegría de la Pascua,
para que la compartan con todos los hombres que viven tristes.*
Acuérdate también de nuestros hermanos que han muerto,
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Y concédenos que todos, un día,
junto con Cristo, con María, la Madre de Jesús, con San José
y todos los santos,
vivamos contigo en el cielo para siempre.
Junta las manos.
Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
CC
Por Cristo, con Él y en Él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
Todos aclaman:
Amén.
Después sigue el rito de comunión.