AETERNE RERUM CONDITOR

Aeterne rerum Conditor,
Noctem diemque qui regis,
Et temporum das tempora,
Ut alleves fastidium.

Nocturna lux viantibus
A nocte noetem segregans,
Praeco diei jam sonat,
Jubarque solis evocat.

Hoc excitatus Lucifer
Solvit polum caligine:
Hoc omnis erronum cohors
Viam nocendi deserit.

Hoc nauta vires colligit,
Pontique mitescunt freta:
Hoc, ipsa petra Ecclesiae.
Canente, culpam diluit.

Surgamus ergo strenue:
Gallus jacentes excitat,
Et somnolentes increpat,
Gallus negantes arguit.

Gallo canente, spes redit,
Aegris salus refunditur,
Mucro latronis conditur,
Lapsis fides revertitur.

Jesu, labantes respice,
Et nos videndo corrige:
Si respicis, labes cadunt,
Fletuque culpa solvitur.

Tu, lux, refulge sensibus,
Mentisque somnum discute:
Te nostra vox primum sonet,
Et vota solvamus tibi.

Deo Patri sit gloria,
Ejusque soli Filio,
Cum Spiritu Paraclito,
Nunc, et per omne saeculum.
PRIMER HIMNO DOMINICAL DE LAUDES

Creador sempiterno de las cosas,
Que gobiernas las noches y los días,
Y alternando la luz y las tinieblas
Alivias el cansancio de la vida.

Invocando a la luz desde las sombras
El heraldo del sol alza sus voces:
Nocturna claridad de los viajeros,
Que separa la noche de la noche.

Al oírlo el lucero se levanta
Y borra al fin la obscuridad del aire,
Con lo cual el tropel de los espíritus
Malignos pone fin a sus maldades.

Con esta voz que al nauta reanima
Las olas del océano se calman,
Con esta voz hasta la misma piedra
De la Iglesia se acuerda de su falta.

El gallo canta y llama a los dormidos
Increpa a los poltrones y reprende
A los que se resisten a su canto.
Levantémonos, pues, resueltamente.

Canta el gallo y renace la esperanza,
Retorna la salud a los heridos,
El puñal del ladrón vuelve a la vaina
Y la fe se despierta en los caidos,

Pon tus ojos, Señor, en quien vacila,
Y que a todos corrija tu mirada:
Con ella sostendrás a quien tropieza.
y harás que pague su delito en lágrimas,

Alumbra con tu luz nuestros sentidos,
Desvanece el sopor de nuestras mentes,
y sé el primero a quien, agradecidas,
Se eleven nuestras voces cuando suenen.

Glorficado sea el Padre eterno,
Así como su Hijo Jesucristo
Y así como el Espíritu Paráclito,
Ahora y por los siglos de los siglos.